adios
No voy a hablar bien de Merkel
El austericidio practicado por el Gobierno alemán ha alimentado a los ‘monstruos’. Cuando se quita el paraguas protector social se crea el caldo de cultivo ideal para que irrumpan y crezcan neofascismos
Carlos Sánchez Mato 13/12/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
No.
No voy a hablar bien de Angela Merkel.
Después de dieciséis años como canciller de Alemania, nos hemos hartado de escuchar loas acerca de su capacidad de liderazgo y riadas de elogios sobre los éxitos de sus gobiernos.
Pero la realidad dista mucho de ser la que nos cuentan. Hagamos un poco de historia.
Merkel llegó al poder después de que, entre 1998 y 2005, la socialdemocracia de Gerhard Schröder en el gobierno le abriera las puertas tras ejecutar un gigantesco recorte en el país. Hay quienes dicen que fue el mayor de la historia contemporánea alemana para jibarizar el Estado de bienestar en Alemania. Sus reformas del mercado laboral y reducción del sistema de protección social cimentaron el ascenso a la cancillería de Merkel. ¿Os suena?
Compartiendo recetas económicas, a nadie puede extrañar que la derecha y la socialdemocracia hayan gobernado juntas en Berlín cumpliendo el sueño húmedo de “Felipes”, “Bonos” o “Rodríguez Ibarras”. La denominada Große Koalition apuntaló un modelo de crecimiento basado en la precariedad laboral y en profundas desigualdades. Más trabajadores y trabajadoras y más pobres, porque esos minijobs que ya se extienden a más de siete millones en todo el país y se acercan al 20% del empleo total, no permiten a la gente llegar a fin de mes. A pesar de ello, el sistema ha sido replicado con fruición por los conservadores de toda la Unión Europea como si fuera exitoso. Habría que preguntarse para quién…
Pero más allá de la nefasta política interna, lo que yo no le perdonaré a Merkel fue su estrategia de política económica que, pervirtiendo un extraordinario y virtuoso término, laminó a los países de la periferia de la Unión Europea. Austeridad era otra cosa. Se lo hubieran explicado fenomenal mis admirados Josefina Samper o Marcelino Camacho en su pisito de Carabanchel...
Era necesaria la simplificación absurda y una falsa división entre “frugales” y “derrochadores” para no entrar en el detalle de cómo se había construido la unión monetaria
Lo de Merkel fue más bien austericidio porque si Grecia, Portugal o España “no hubieran gastado lo que no tenían” antes de 2007, ¿cómo habría podido generar superávits comerciales gigantescos Alemania? Y es que era necesaria la simplificación absurda y una falsa división entre “frugales” y “derrochadores” para no entrar en el detalle de cómo se había construido la Europa de los mercaderes y la unión monetaria. Si para eso había que presionar a países para que garantizasen el rescate de los grandes bancos y fondos de inversión pillados por la explosión de la burbuja, se hacía.
No. A Merkel no la podemos ver bien quienes recordamos que llamó a Zapatero en el verano de 2011 para que este acordase con Rajoy una modificación de la Constitución por la puerta de atrás, con “agosticidad” y “alevosía”. Vamos, como acostumbran a resolver los partidos del régimen del 78 las cosas cuando se les van de las manos.
Garantizar la estabilidad presupuestaria llevó a reformar el artículo 135 de la Constitución Española introduciendo una regla fiscal que limitaba el déficit público y priorizaba el pago de la deuda.
¿Quién podría haber imaginado que las cosas acabarían así?
Bueno, la verdad es que mucha gente. Sin ir más lejos se han cumplido ya veinticinco años de un vibrante discurso en el que Julio Anguita, en septiembre de 1996, alertaba de lo que supondría para los pueblos de Europa la aplicación de las reglas del Tratado de Maastricht en materia de recorte de derechos, precariedad laboral y decisiones antidemocráticas tomadas en organismos como el Banco Central Europeo. Tenía razón. Tiempo después se acredita que su análisis estaba lleno de certezas y nos ha salido carísimo que fuera Merkel la canciller de Alemania y Julio no estuviese al frente de la Comisión Europea.
Que Ángela Merkel haya sido una roca en defensa del papel que ha desempeñado el BCE debería desacreditarla políticamente de por vida. Para preservar “la independencia” del BCE, éste no financia directamente a los países y eso le ha supuesto a España un sobrecoste descomunal. Ni más ni menos que 310.000 millones de euros desde 2007 por no poder pedir prestado en “nuestro” Banco Central al mismo coste al que accede la banca privada.
Aunque los Estados son accionistas (España tiene una participación ligeramente inferior al 10% de su capital) no pueden acudir a financiarse directamente. Es el artículo 123 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea el que, como si fuera un texto sagrado, impide que se imponga la lógica.
El mecanismo es muy sencillo: las entidades financieras privadas reciben el dinero del BCE a bajísimo interés y luego se lo prestan a los Estados haciendo negocio por el camino con las respectivas deudas públicas. Este año el coste medio de la deuda pública de España estará en torno al 2,01% mientras la banca privada recibirá 1,8 billones del BCE al -1%.
Cierto es que la cosa está mucho mejor que en 2012. Desde que Draghi dijo “haré lo que sea necesario para sostener el euro y, créanme, será suficiente”, las primas de riesgo cayeron. En definitiva, nos sale más barato financiarnos. Pero nos sigue saliendo mucho más caro que lo que le cuesta a la banca obtener créditos del Banco Central Europeo para que con esos fondos compren nuestra deuda pública.
Lo mismo pensamos que no hay alternativa. Sin embargo, técnicamente es muy sencillo que esto cambie. Si España pudiera acceder a la ventanilla del Banco Central Europeo en las mismas condiciones que lo hacen el Banco Santander, BBVA, Sabadell o el resto de entidades financieras, nos habríamos ahorrado un 1,72% del PIB anual.
La brecha se ha agudizado desde que estalló la crisis en 2007 y casi 346.000 millones de euros se han ido “por el sumidero” desde que estalló la crisis. Pero no se han perdido. Han ido a mejorar las cuentas de resultados de la banca. Lo que viene a ser un típico proceso extractivo.
A los paladines de la “estabilidad presupuestaria” no les preocupa que las arcas públicas sufran un enorme sobrecoste financiero. Porque es un trasvase directo al sector privado y ha enriquecido a los grandes accionistas de las entidades bancarias y a quienes operan en los mercados especulando con la deuda pública. Es un claro ejemplo de lo que es una deuda ilegítima.
Para que opere este injusto mecanismo de extracción de recursos de quienes menos tienen a quienes más poseen, ha sido esencial el papel que ha jugado Angela Merkel en estos dieciséis años. Por eso es incomprensible que se aplauda su capacidad de liderazgo al mismo tiempo que se constata cómo sus decisiones han desangrado las arcas públicas y deteriorado los servicios esenciales para las poblaciones de los países de la periferia de la Unión Europea.
Y, además, las políticas implementadas no han funcionado. Por eso, después de años y años en los que las reglas fiscales sagradas establecidas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento eran incumplidas sistemáticamente por un gran número de países de la Unión, se constata la limitada capacidad de los países para alcanzar la cohesión y disminuir las brechas que dificultan el mercado único.
Cuando la economía se detuvo con brusquedad después del estallido de la pandemia en el primer trimestre de 2020, la respuesta varió. ¿Acaso se reconoció que los efectos de las recetas aplicadas en 2008 habían sido desastrosos? Por supuesto que no. Pero se optó por dar aire y no asfixiar a los países asolados por la crisis. El austericidio ha pasado a mejor vida, al menos de momento.
De hecho, fue Alemania junto con Francia quienes impulsaron con más fuerza dentro de la UE un programa de rescate de considerable importe ya que ascenderá a 750.000 millones de euros (500.000 de ellos no tendrán que ser devueltos por los países beneficiarios). Y todo ello a cambio de una condicionalidad mucho más suave que la aplicada hace una década. Con las enormes limitaciones y graves deficiencias que tiene el mecanismo aprobado, Merkel ha dado un salto mortal aceptando que la obtención de los fondos para el rescate se haría con emisión de deuda mutualizada desde la Comisión Europea.
No deja de ser irónico que los giros radicales hayan sido realizados sin reconocer el menor atisbo de autocrítica ante los resultados del ajuste estructural de los pasados años
No deja de ser irónico que los giros radicales hayan sido realizados sin reconocer el menor atisbo de autocrítica ante los resultados del ajuste estructural de los pasados años. Ni lograron estabilizar fiscalmente las cuentas públicas, ni consiguieron recuperar un crecimiento sano. Únicamente se han producido impulsos positivos apoyándose en los cuidados paliativos proporcionados por una política monetaria caracterizada por tipos de interés oficiales anclados en el 0%.
Pero además el estado comatoso en lo económico contribuye a conformar un cóctel de características explosivas.
Porque el austericidio de Merkel ha alimentado a los monstruos. Cuando las administraciones públicas quitan el paraguas protector a la población, especialmente a la más vulnerable, se crea el caldo de cultivo ideal para que irrumpan y crezcan neofascismos como Alternativa Für Deutschland en su trastienda y vulgares copias en otros países de la UE. Que no pacte con ellos no limita la responsabilidad que tiene en su fortalecimiento.
Alguien que ha trabajado para las élites y ha errado tanto, no puede ser santa de mi devoción. Por eso jamás hablaré bien de Merkel.
No.
No voy a hablar bien de Angela Merkel.
Después de dieciséis años como canciller de Alemania, nos hemos hartado de escuchar loas acerca de su capacidad de liderazgo y riadas de elogios sobre los éxitos de sus gobiernos.
Pero la realidad dista mucho de ser la que nos cuentan. Hagamos un...
Autor >
Carlos Sánchez Mato
Responsable de elaboración programática de Izquierda Unida. Profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí