CRÓNICAS PARTISANAS
Te ampara el sindicato
Tres ejemplos de acumulación accidental de espíritu democrático en forma de amenaza de excomunión o anatema
Xandru Fernández 30/01/2022
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Reforma laboral, multipartidismo, equilibrios
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Hay semanas que se hacen interminables, donde todo está de repente más lejos de lo que solía estar hace unos días. Igual que las metas volantes de las etapas ciclistas de montaña, que en el mapa parecen estar cerca pero no acaban nunca de llegar a besar la rueda delantera. Algunas semanas son largas porque nada las hace avanzar, pero otras lo son porque algo las frena, y a mí esta semana se me ha hecho insufrible de tanto espíritu democrático como había en el ambiente, que no se sabía si se cortaba con un cuchillo o te cortaba él a ti.
La democracia en su versión espiritista ni se vive ni se ejerce: se administra. Uno puede subirse a una banqueta y ponerse a administrar amenazas a diestro y siniestro, con el ceño tan fruncido que podrían sembrarse patatas en esos surcos, pero son amenazas democráticas, pues al final se traducen en votos y cada uno de esos votos es un celemín de democracia en el zurrón del ceñudo orador banquetero. Si el orador es de derechas y la banqueta está en un sitio lleno de barro y rodeado de vacas, o cerdos, o avestruces, pleno al quince: lo que se lleva esta temporada entre los amantes del ecocidio y el despido libre es salir al campo a tratar de conquistar a los lugareños de los que no hace tanto se reían a carcajadas, que mira tú por dónde, igual ahora les pueden sacar las castañas del fuego o los votos de la boina. Siempre que sean lugareños de fiar, no lugareños jipis, ni lugareños independentistas, ni lugareños que hablen raro, ni lugareños LGTB, ni lugareños afiliados a sindicatos de clase.
Ya nos ocuparemos otro día del disparate mediático en que se está convirtiendo la exaltación descontrolada de las Españas vaciadas. Yo tan solo quería ofrecerles tres ejemplos, tres, de acumulación accidental de espíritu democrático en forma de amenaza de excomunión o anatema. Cierto, nada comparable con el outfit de Lady Halcón de los Monteros, y a ver cuánto tarda en salir a la venta un NFT del cadáver del Cid o del primer diploma auténtico de Pablo Casado. Pero todo nos remite a la democracia entendida como mero cálculo de intereses y escenificación de negociaciones que no lo son. Así en Asturias como en la tierra, pues ya sabrán ustedes (seguro que ha salido en todas las portadas) que la negociación para reformar el Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias se va a hacer puñetas porque el diputado de Foro, Adrián Pumares, quiere intercambiar la oficialidad de la lengua asturiana por una rebaja en el impuesto de sucesiones, que como todo el mundo puede apreciar son cuestiones íntimamente relacionadas. Si la izquierda no acepta, será culpa de la izquierda por no aceptar, no del diputado de Foro por chantajear, que ha sido un chantaje administrado de muy democráticas maneras. De nada sirve recordarle al diputado Adrián Pumares que si uno está a favor de algo no lo pone como condición para obtener otra cosa. Pero todo fluye, todo se administra. Democracia NFT.
Lo democrático es invitar a todo el mundo a que te dé la razón y amenazar con plagas bíblicas a quien se oponga. O votas lo mío o te echo de la democracia. Te la quito. Te vas al rincón de refunfuñar. Así, también, con la reforma laboral. Personalmente veo un poco sobreactuadas algunas exaltaciones gubernamentales de los efectos que obrará en el bienestar de los trabajadores. Tendrá sus ventajas, pero queda algo lejos de lo prometido, de lo esperable, de lo vitoreable. En cualquier caso, comprendo que el Gobierno defienda un proyecto en el que cree y que quiera convencer a sus potenciales socios parlamentarios de que esa reforma merece su aprobación, su confianza y hasta su voto. Lo que entiendo peor es que el secretario general de un sindicato con la trayectoria de CCOO, que hasta donde yo sé ni tiene representación parlamentaria ni la necesita, pues su función es defender los intereses de los trabajadores, de todos, no solamente de los que pagan sus cuotas, se suba a la banqueta de reñir y arremeta no contra los que han puesto todo su espíritu democrático en evitar que ese texto sea el más justo posible sino contra los que por diversas razones no acaban de subirse al carro del entusiasmo. Hay semanas como esta en que a uno le cuesta horrores distinguir entre el posibilismo ceñudo del nuevo laborismo de todo a un euro y el triunfalismo de la patronal con su displicencia de señorito mataconejos. Perdonen que no me levante a aplaudir, pero me corta el rollo que me quieran vender algo con el argumento de que no hay alternativas. Prefiero pensar que aún me ampara el sindicato, un sindicato, el que sea.
No nos moverán.
Hay semanas que se hacen interminables, donde todo está de repente más lejos de lo que solía estar hace unos días. Igual que las metas volantes de las etapas ciclistas de montaña, que en el mapa parecen estar cerca pero no acaban nunca de llegar a besar la rueda delantera. Algunas semanas son largas...
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Xandru Fernández
Es profesor y escritor.
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