Esta noche se celebra en TVE el primero de los dos debates electorales previos a las elecciones andaluzas. Bolo a seis, tras haber aprobado la Junta Electoral la participación de Teresa Rodríguez, al que llegan los candidatos con la resaca de un fin de semana intenso. Dentro y fuera de la caravana electoral. En pleno día grande de la peregrinación a la Virgen del Rocío, el obispo de Huelva se puso mitinero y, entre rezo y rezo, pidió que los peregrinos de bien, no hace falta especificar, quien es de bien ya sabe que lo es, apoyasen el próximo 19J opciones políticas que apuesten por defender a las familias tradicionales, las normales, vaya. Esas formadas por padre, madre y niños rubios con uniforme de colegio del Opus. Si la familia está formada por madre virgen, padre paloma, e hijo y padre la misma persona –@diostuitero dixit– también contaría como familia normal, claro está. En un acto de responsabilidad institucional, el obispo no se mojó entre PP y Vox, ya que los caminos del señor son inescrutables. Andalucía es diversa. Tanto que incluso cuando el folclore se mezcla con la política de manera no prevista pueden surgir manifestaciones absolutamente antagónicas. Hace unos días, en el Carnaval de Cádiz, peregrinación de los que juntan letrillas, el Teatro Falla se ponía en pie para cantar el himno de Andalucía a pleno pulmón tras dedicarle el compositor Vera Luque un mensaje crítico a la intrusa Olona. De momento, ni la peregrinación ni los carnavales nos dan pistas sobre lo que podría ocurrir en las urnas dentro de dos domingos: Vera Luque quedó en un discretísimo séptimo puesto en el concurso y la procesión de la virgen se marcó un Carlos Sainz y quedó fuera de ruta al poco de salir de su ermita tras romperse una de las sujeciones de la imagen. Quien crea en que Dios manda mensajes, que tome nota.

Con las elecciones andaluzas presentadas como precuela de las próximas generales, los líderes nacionales juegan un papel destacado. Ayer domingo el presidente Sánchez y el líder de la oposición por la gracia del hermano de Ayuso, Núñez Feijóo, tuvieron duelo en la Andalucía Oriental. Sánchez se fue a Almería a recordar que Andalucía era la irreductible aldea gala socialista. Quienes somos fans de Goscinny y Uderzo no tenemos claro que el mensaje sea acertado, ya que la idea de la aldea irreductible conlleva aceptar Roma en manos de los romanos. Romanos que, a propósito, gobiernan la irreductible Andalucía desde hace tres años y medio. Por su parte Feijóo se fue a Granada, cuna de Lorca y Macarena Olona, para, en un acto de valentía difícil de ver, declarar mirando a la Alhambra que los mejores atardeceres son en realidad los de Finisterre. Sus asesores lo sacaron de allí como los peregrinos a la virgen rota en mitad de la procesión: a toda prisa no fuese la cosa a ir a mayores. A los que, además de amantes de Goscinny y Uderzo lo somos de los Monty Python, no nos queda más que aplaudir la originalidad.