El Consejo de la Juventud de España ha publicado recientemente su Observatorio de Emancipación con datos del segundo semestre de 2021. En ese periodo, solo el 15,6% de los jóvenes entre 16 y 29 años vivían emancipados en nuestro país. Es una cifra ligeramente superior a la del primer semestre, que era del 14,9%, lo que rompe la tendencia a la baja que se registraba desde el inicio de la pandemia. En 2019, antes de la llegada de esta crisis, el porcentaje de jóvenes emancipados era del 18,7%, es decir, tres puntos superior. Entre 2006 y 2010, llegó a encontrarse por encima del 25%.

El informe relaciona este pequeño repunte de la emancipación con la recuperación del empleo. Al cierre de 2021, la tasa de paro joven se situó en el 23,6%. Es la cifra más baja desde 2008. De todos modos, se advierte que siguen presentes los problemas conocidos del mercado laboral español para los jóvenes: la temporalidad (que afectaba al 55% de los contratos) y la parcialidad (en el 25,4% de los casos).

El 18,5% de las mujeres jóvenes estaban emancipadas, una cifra 5,8 puntos superior a la de los hombres, que es del 12,7%. Esto sucede a pesar de que las condiciones del mercado laboral son peores para ellas (el 33,7 % tiene trabajos a jornada parcial, frente al 17,8 % de los hombres; la temporalidad es seis puntos superior entre las mujeres). Esa situación de mayor precariedad se refleja en el hecho de que solo el 13,8% de las mujeres que se emancipan lo hacen en solitario, frente al 26,7% de los hombres.

La mayoría de las personas jóvenes emancipadas comparten vivienda, y el 34,5% de ellas lo hacen con gente con la que no tiene relación de parentesco

En cuanto a la población joven inactiva, que supone el 47,6% del total, la mayoría de ellos, un 89,7%, se encontraba estudiando. Es la cifra más alta de la serie histórica. Además, el 32,5% de los jóvenes que trabajaban también estudiaban. La proporción de jóvenes que trabajan y estudian a la vez ha crecido en cinco puntos desde 2019. Es una situación más frecuente en mujeres jóvenes (el 40% de ellas) que en hombres (un 25%). La formación facilita, en efecto, mejores salidas laborales. Según el informe, la tasa de paro entre jóvenes con estudios superiores era del 15,9%, mientras que en las personas con estudios primarios alcanzaba el 38,6%.

Ante las malas perspectivas de empleo, los jóvenes españoles han ido retrasando su entrada en el mercado laboral durante los últimos quince años. En 2008, la tasa de actividad entre la juventud llegó a rozar el 70%, mientras que ahora se sitúa en torno al 50%.

Respecto a la vivienda, el informe señala que el precio medio de la compra en el mercado libre es de 170.000 euros, mientras que el precio máximo que podría asumir, de media, una persona joven asalariada sin sobreendeudarse (es decir, destinando menos del 30% de los ingresos a la vivienda, como recomienda el Banco de España) solo llega a los 100.000 euros. 

Con el alquiler sucede algo similar: el precio medio mensual del alquiler en España es de 848 euros, mientras que el precio que podría asumir de media un joven asalariado sin sobreendeudarse solo alcanza los 321 euros.

Ante esta situación, la mayoría de las personas jóvenes emancipadas comparten vivienda, y el 34,5% de ellas lo hacen con gente con la que no tiene relación de parentesco. De media, una persona joven asalariada en España tendría que destinar el 24,5% de su sueldo neto a vivir en un piso compartido. Si quisiera emanciparse en solitario, la cifra llegaría al 79,2%.