1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

CTXT necesita 3.000 suscriptores más para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

televisión

Los cinco pilares de Ms. Marvel

Kamala Khan, identidad y espejo

Aránzazu Ferrero 18/09/2022

<p>Fotograma de la miniserie de televisión Ms. Marvel. </p>

Fotograma de la miniserie de televisión Ms. Marvel. 

Disney+

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Testimonio

Bismillah: con el nombre de Dios. Así comienza el Corán. Así comienza todo, hasta el examen de conducir.

Una se afirma musulmana o musulmán mediante la shahada, el testimonio de fe. No existe más que un Dios, de Quien Muhammad fue siervo y mensajero. La aventura de Kamala Khan comienza también con una afirmación, la de su naturaleza creyente, mestiza y nerdota. En las viñetas de Adrian Alfona contiene la lujuria ante un puesto de perritos. En la tele pronuncia la Basmala y se va a hacer cosplay. Tiene 16 años. Vive en un barrio de Jersey City, en un mundo donde un titán morado se cepilló medio universo chasqueando los dedos, y unos cuantos individuos disparejos decidieron juntarse y dar sus vidas para arreglarlo. La Tierra del universo cinematográfico de Marvel es un mundo globalizado con los Vengadores convertidos en icono pop, cada vez más desprovisto de sentido (como aquí, salvo que allí sus muertes y sus sacrificios son reales). Y mira por dónde: en ese mundo tampoco caen bien los musulmanes. 

No sorprende que el motivo de existir de Ms. Marvel sea la identidad. ¡Una superheroína musulmana! ¡De origen paquistaní! ¡Protagonista! José Alfredo tuiteaba fuerte ya entonces qué necesidad había de cómics folklóricos con puertorriqueños y gente morena, pero es que la gente morena no se conforma con ser figurante. Y Kamala no tiene una sola identidad: no existe para ser musulmana o desiamericana o la naturaleza superheroica que la casa le quiera asignar. Es lo que tenemos los musulmanes, que somos muchas más cosas. 

Hay centenares de personajes musulmanes. Decenas de cómics y películas al año con camellos, turbantes y mujeres excepcionales que atraviesan el infierno y se quitan el velo al final. Su tragedia no es inventada, pero estas ficciones refuerzan, casi nunca a propósito, qué mal está el Otro y qué bien Nosotros. La sociología las define como pornotrauma. En estas llega el género superheroico y se pasa por el forro la piedad social. Por eso la cairota Dina Mohammed eligió a una superheroína hijabi para hablar de feminismo en Qahira. Vino Kamala a nacer donde no tocaba: donde “musulmán” es sinónimo de “ajeno”. Más importante aún, llegó a salvarnos, no a que la salvaran.

Kamala Khan es cualquier cosa menos excepcional. Es caprichosa, insegura y voluble: lo que viene siendo una chavala. Fuera del foco del realismo, Ms. Marvel puede hablarnos de violencias cotidianas. Que el profe de gimnasia no sepa pronunciar tu nombre, que al capullo de clase le parezca gracioso ofrecerte vodka o embutido. Ser minoría en un puchero de minorías: no encajar por mora, por morena o por friki, por estirarte y encogerte todo el rato y no estar a la altura de los superhéroes veteranos. “¿Hay mejor metáfora de la adolescencia?” me preguntaba el crítico Ignacio Pablo Rico: yo no la he encontrado. Kamala vive en una prueba personal constante, como Peter Parker, con una única cosa clara: procurar ser buena persona, no conseguirlo y sortear petardas, racistas, vecindonas, miedo al desarraigo y ser invisible en un barrio invisible. Y en televisión, la showrunner Bisha K. Ali ha sabido crecer desde el material original y ponerse juguetona, enredar con lenguajes visuales o exponer intensamente las emociones, porque en eso consiste la adolescencia también. El género adolescente da libertad porque los adultos no miran, pero a estas narrativas “menores” les exigimos el triple. Más perfiles diversos, más tropos de clase. Que lo arregle todo, que para eso ha venido. Hace muchos años le pasaba lo mismo a otra heroína adolescente, que también huía por la ventana de su madre hiperprotectora. Se llamaba Buffy Summers.

Fuera del foco del realismo, Ms. Marvel puede hablarnos de violencias cotidianas. Que el profe de gimnasia no sepa pronunciar tu nombre, que al capullo de clase le parezca gracioso ofrecerte vodka o embutido

El ADN poliédrico de Kamala viene de sus dos madres: la editora Sana Amanat y la guionista Willow Wilson. Amanat quería crear un personaje musulmán racializado, y Wilson, también musulmana, colocó a los Khan y a sus amigos en el Nueva Jersey de su adolescencia. Se describe a Amanat como “de origen musulmán” (su familia es paquistaní) como si su melena o sus tirantes la hicieran más Nosotros. Corre paralela la suerte de Wilson con la apostilla de “musulmana conversa”. Ambas participan en la serie de televisión, pero es revelador que Wilson no aparezca en Assembled, la serie promocional de Marvel. Porque en Kamala seguimos viendo a Amanat. Empatizamos con esta familia migrante porque aún perturba que el islam forme parte de nuestra identidad. Kamala no es representativa, dice Mustafá en un directo en Instagram: tiene deseos, rabietas, la pifia, se estira, se encoje y sueña con perritos calientes. ¿Qué esperar de una conversa? Wilson se cachondea de su propio tropo en la novela Alif el Invisible con un personaje estadounidense, “la conversa”, que no tiene ni nombre.

Oración

La oración, la salat, apela a la relación de la creyente con Dios, pero también a manifestar esa relación, entre musulmanes y hacia la comunidad en general. Y justo eso sucede en el segundo episodio de la serie, particularmente entrañable porque podría titularse Teo va a la mezquita. Es condenadamente difícil ver a un musulmán rezar bien en pantalla. En Ms. Marvel se vienen arriba y enseñan el wudu (la purificación previa al rezo), el rezo mismo, el sermón y el día a día de una mezquita de barrio (de barrio de allí: aquí el día a día es renovar la licencia de actividad o quitar morcillas de la puerta). Ha molestado ver a adolescentes tiktokeando y cuchicheando porque en algunas mezquitas son todos santos, pero en la mía somos gente normal y la cagamos, Mustafá.

El relato en Ms. Marvel funciona en dos planos: hacia el espectador no musulmán y hacia el creyente

Como la salat, el relato en Ms. Marvel funciona en dos planos: hacia el espectador no musulmán y hacia el creyente. Por ejemplo, al público adulto le ha fascinado la “valiente crítica al islam” que supone la discusión de Kamala con el sheij Abdullah. Cuando Wilson la escribe en 2014 se está haciendo eco del proyecto Side Entrance, de Hind Makki. Makki y las feministas islámicas llevan más de una década documentando y reclamando espacios dignos e igualitarios en las mezquitas. Ese tebeo, de hecho, se titula “Entrada lateral”. Wilson homenajea un movimiento crítico dentro del islam, de nosotras para nosotras. Sin embargo, era sencillo, quizá inevitable, que un buen número de fans lo vieran como crítica al islam, puesto que (una vez más) el islam siempre es el otro. Tan es así que la escena de televisión omite expresamente el argumento de Kamala, que en Medina la comunidad del Profeta (lpsce) rezaba junta en el mismo espacio. Shaytan anda en los detalles, y esas pequeñas censuras dan otra lectura a las palabras de Sana Amanat: “Han sido dos años durísimos, pero hemos llegado”. Cada fragmento de esta serie es una negociación con el miedo y se nota en estas omisiones, pero si me enfado me acuerdo de la mutilación que sufrió Halcón y Soldado de Invierno y se me pasa.

Con todo, el islam atraviesa a los Khan: las expresiones, las caligrafías de la casa, las festividades, incluso los perfiles de sus vecinos. Kamala reza y reza alegre. Es más, reza con amigos, hasta Bruno cabe en la mezquita. Recita el Takbir, Sólo Dios es Grande, y lo recita con una sonrisa de oreja a oreja. ¿El momento más disruptivo de la serie? Probablemente. Lo auténticamente revolucionario de Ms. Marvel es mostrar musulmanes felices. Por eso me resulta difícil encajar las comparaciones con Daredevil: nunca hemos visto al Diablo comulgar. Le hemos visto confesarse, eso sí. Kamala Khan es una creyente. Matt Murdock, el pobre, es un pecador. 

La mezquita para los musulmanes es muchas cosas, pero en Ms. Marvel es sobre todo afirmación. Si en Loki lo más importante sucede alrededor de una mesa (el escenario menos superheroico imaginable), aquí la mezquita subvierte su función narrativa tradicional. El escenario y el sheij Abdullah son con lo que más nos han troleado las guionistas. Un señor mayor cuya existencia está bajo sospecha desde que le ves, pero que sabe que esas adolescentes molestas son el puntal de su comunidad. Sheij Abdullah se lleva tres escenas clave de la serie, en las que, él sí, representa qué significa vivir conforme al Corán. Y no es la ropa que llevas, lo larga que sea tu barba ni tu acento, ni pasar un examen de representación correcta.

La serie termina con papá Yusuf recordándole a Kamala lo fundamental: quien salva una vida salvará a toda la humanidad. Yusuf está citando literalmente la sura V del Corán, “La mesa servida”. El islam nos pide un esfuerzo interno por encontrar lo esencial, lo que conecta a un creyente con Dios. Es lo que hace Kamala en este primer viaje, lo que Matt Murdock no ha acabado de encontrar aún: eso que los musulmanes llamamos jihad.

Ayuno

Ms. Marvel nace del hambre. Estábamos hambrientas de ser vistas, y de ser vistas todas. Hartas de que otros “nos dieran voz”. Amanat y Wilson respondieron a esa hambre y ahí están los secundarios. 

Bisha K. Ali ha entendido que la representación que necesitábamos en 2014 (cuando se publicó el tebeo en el que se basa la serie) no era la misma que en 2022, alhamdulillah. Mamá Muniba es uno de los cambios más valientes. La Muniba de 2014 es cariñosa, paciente y comprensiva, porque necesitábamos ver familias musulmanas amistosas. En 2022, Muniba puede permitirse ser esta señora autoritaria pero bondadosa, muy preocupada por el qué dirán, que esconde secretos, que miente incluso. La normalización nos regala la posibilidad de no ser ejemplares. Y, con todo, los Khan son una de las pocas familias cero disfuncionales del MCU.

Por su parte, Nakia nació para representar a las feministas islámicas. Para contar que existimos. La Nakia de televisión sale de casa con rasgos que la de papel ha ido ganando con el tiempo. Con todo, el personaje siempre ha sufrido embates. Que si es cuota, que si no es realista, que si no es auténtica. Nakia es nieta de emigrantes turcos. Y por eso nos cuenta, en un monólogo desgarrador, su apuesta por el hijab. Hasta tal punto la experiencia de las culturas islámicas bosnias, turcas, ucranianas o rumanas es negada que Jasmeen Fletcher recibió reacciones negativas por no ser una actriz hijabi (cosa con la que estoy de acuerdo), pero sobre todo por ser “demasiado blanca”. A estas alturas creo que entendemos por qué.

La crítica cultural habla a menudo de la commodity representation, aparentar inclusión sin que en realidad cambie el paisaje. Sinceramente, niego la mayor. Reconozco la impostura cuando la veo, pero la musulmana en la ficción existe para ser una víctima rescatable o La Chica del Hijab, empoderadísima, con ocho doctorados, dos libros, alta y delgada como su madre. Alguien que podamos apreciar a pesar de ser musulmana, no como el resto, que tienen todas bigote. Quienes critican la commodity representation suelen ser quienes ya están de sobra representados o son agentes mediadores de representación. Igual tu testimonio ya no es el único, Mustafá.

¿Cómo desdeñar estos retratos por poco significativos, cuando pasado mañana vuelve José Alfredo del crucero de Pulmantur y me va a explicar el Corán a mí, con pelos y señales, y los escalofríos que sintió con las pobres mujeres del zoco, que no hablaron con él en los dos días que pasó en Túnez? Cuando la minoría eres tú, o eres minoría en la minoría y lo único que se te ofrece es Malala Yousazfai o una taxista iraní en prisión, la commodity representation es puro maná. Poca broma que el equipo de arte de la serie ha incluido un asesor de arte islámico y una estilista de hijab. Más minorías delante de la cámara está suponiendo más minorías detrás. Queda un camino infinito por recorrer, pero así es el juego de la representación, nunca se gana del todo. Y tras las tres décadas de mujeres veladas sufriendo no solía haber oportunidades de agencia, porque siempre hay alguien que te conoce mejor que tú.

Tributo

Tras el ayuno de Ramadán se abona el azaque, que unos traducen como “limosna” pero en realidad es un impuesto: dar parte de lo que tienes a los que no tienen. Ms. Marvel nos habla de lo lejos que queda Jersey City de Manhattan. A sus descampados llegan, con suerte, las sobras de los grandes pifostios Marvel. La serie recoge la dialéctica entre Vengadores y Callejeros, entre las tragedias cósmicas y el drama de la esquina. 

Bisha K. Ali también ha pagado su tributo al gran arco narrativo. Nos hemos perdido las aventuras de barrio, el desarrollo en profundidad de Bruno, que en los tebeos cataliza todo el conflicto de gentrificación y clase. Nos hemos perdido a Tyesha citando frases de Dune, y con ella al islam afroamericano. Nos hemos perdido al Kamran original, que es gilipollas. Y necesitamos musulmanes gilipollas como el comer: un pijo convencido de que todo es suyo porque para eso es rico y oye, con poderes. A cambio Kamran nos ha ofrecido una bonita metáfora visual de lo que es ser un adolescente musulmán y asiático en Nueva Jersey y en cualquier país europeo. No es un desliz que tenga que rehacer su vida en Karachi. 

Kamran nos ha ofrecido una bonita metáfora visual de lo que es ser un adolescente musulmán y asiático en Nueva Jersey y en cualquier país europeo

Pero sobre todo nos hemos perdido a Amir. Amir es salafí. Sí, como esos. La rama más estricta del islam sunní: duros, muy estudiosos, antipáticos, nos caen mal, poco atractivos para la cultura pop. Sus diálogos limados del primer tercio de la serie huelen a miedo. En Paquistán y Oriente Medio los fans creían que esa barba y ese shalwar kamiz ya eran demasiado. Y aunque este Amir es más maduro, casado ya con Tyesha, muchos fans se han alegrado de no toparse con un friki reza que te reza. Yo no. Amanat y Wilson sabían que la representación no estaría nunca completa sin esos miles de musulmanes y musulmanas, constantemente estigmatizados; y no solo por la sociedad no musulmana, sino por algunas instituciones progresistas, a las que nos viene muy bien que anden los salafíes por ahí para poder echarles la culpa de todo, sin plantearnos qué sucede dentro de nuestras comunidades. 

Peregrinación

Si tiene los medios, todo musulmán debe regresar a Meca, el lugar donde empezó todo, aunque sea una vez en la vida. Kamala también regresa al origen, aunque vaya como un pulpo en un garaje, porque al final la suya es la historia de cómo una generación se relaciona con sus raíces: “Lo que buscas te busca a ti”.

El islam no somos solamente los musulmanes y musulmanas. También hay un paisaje, un Lugar Islam que lo mismo te saca un desierto que una alfombra o deviene sinónimo de Tercer Mundo. Pensemos en el primer Iron Man de 2008. En el cine, Tony Stark tiene su experiencia de origen en la región pastún de Kunar, Afganistán. Cómo no: una de las dos vergüenzas estadounidenses contemporáneas. La encarnación cinematográfica de Los Diez Anillos quiere ser un retrato de Al Qaeda, como lo son los vídeos del Mandarín en Iron Man 3. Nada les identifica como musulmanes: no es el paisaje de En tierra hostil ni mucho menos, y Favreau desarrollará cuestiones interesantes desde ahí; pero, indudablemente, es una postal típica del Lugar Islam. Catorce años después el escenario de Ms. Marvel subvierte ese paisaje. José Alfredo sostiene que este Paquistán no es realista. No entiende que haya pijas en Karachi, si él sabe de buena tinta que Allí© a las mujeres las compran y las venden, qué le ando diciendo de Nayyab Ali y las activistas trans con la de noticias que llegan de Esos Países©. De modo que, aunque los Khan en papel van justitos, y me molesta ese casoplón colonial, creo que es lo que habría escrito yo si tuviera que mostrar el hogar de mis abuelos. Nani Sana vive en una ciudad moderna, dispuesta a aprovecharse de los turistas (como la Cairo de Caballero Luna), habitada por chavalería diversa y con superhéroes locales expertos en lo suyo. No es casualidad que las grafiteras de Karachi hayan elegido hacerle un mural a Ant-Man, vengador inocente, currante y feliz en un mundo donde, dice el crítico indio Momin Abbas, el héroe ha de estar desconsolado para pasar por maduro.

Kamala regresa de la peregrinación renovada: para eso están las peregrinaciones. Lista para revelarse a los suyos. Pero Ms. Marvel sigue viviendo en un mundo donde las agencias de seguridad privatizada pueden pisotear las alfombras de una mezquita cada vez que quieran. Donde es incómodo citar el Corán en una serie adolescente, o donde cientos de fans tuitean incansables sobre “lo cultural” porque la sola idea de que el islam forme parte de nuestra cultura, aquí y ahora, en Nueva Jersey o Getafe, es inasumible.

Kamala lo ha dado todo. Las autoras lo dieron todo. Pero de ahí precisamente sus problemas. Ms. Marvel libra una batalla que no puede ganar: si hubieran acercado el foco a Amir o Tyesha habrían consolidado más el orientalista Lugar Islam. Apostando por rubricar nuestras contradicciones, muchos deciden recrear la vista en la tradición o dejar claro lo problemático que es enseñar una mezquita como espacio de acogida donde la gente, Dios nos asista, hasta se lo pasa bien. Porque si con Loki u Ojo de Halcón hubo dobles mortales para no reconocer que estaban emocionándose con gente en mallas, ahora vemos a gente incapaz de asumir que les caiga bien un abuelo musulmán. 

Pero el barrio, la pequeña ummah de Jersey, responde, porque ningún superhéroe ha llegado muy lejos solo, y Ms. Marvel nos deja un delicioso finalote a lo tercera temporada de Buffy, puro género adolescente ganso y gozoso como pocos. Hasta con esos polis locales que no son nuevos en la Marvel callejera, y que expresan menos la realidad que una esperanza. 

Y que en Paquistán hayan pasado la serie en salas de cine, o que su crítica cultural haya confesado emocionarse con los trenes de Amritsar, es una cura de humildad interesante para nuestras profundas consideraciones sobre qué les tiene que parecer correcto y qué no. Y como decían algunos fans desde Lahore, “si queréis ponemos unos capítulos de Homeland”. Ms. Marvel no podía luchar todas nuestras batallas, pero las ha ganado simplemente existiendo. 

Queda pendiente ver hacia dónde lleva el viaje de Kamala Khan. A su vuelta de la Alpha Flight la esperan familia y amigos. A mí me gustaría que, para cuando volvamos a Nueva Jersey el año que viene, esté acompañada. Que nuestros medios especializados cubrieran el Cairo Comix Festival, que alguna editorial tradujera a Dina Mohammed o Huda Fahmi. Que escucháramos más temas de Miss Raisa o se conociera a la teóloga Hajar Hniti fuera de nuestros círculos. Que Hajar Brown interpretara a un personaje cuyo hijab fuera un accesorio más. Por lo pronto, Silver Kincaid será hijabi en la nueva temporada de The Boys.

Las hermanas de mi halaqa están felices de verla, de vernos. A veces con la misma cara que debieron poner los vecinos del Bronx cuando vieron The Get Down, pero bien está. Suyas son muchas de las reflexiones de este texto. 

El juego de la representación nunca se gana. Siempre habrá un colectivo olvidado, un prejuicio más. Pero cada retrato quita una piedra del camino. A mi hija mayor, que conoce al personaje desde que nació y ha leído los cómics, lo que más le impresionó no fueron los poderes cambiados ni Amir ni las Dagas Rojas. A mi hija le impresionó ver una noria en la fiesta del Eid, acostumbrada a la minimezquita del barrio, a los rezos comunitarios ocasionales en el parque y a que nos pregunten por qué la niña rubia no quiere cerdo. Quiere llevar hijab porque quiere ser Nakia. De momento es esa chavala sentada en lo alto de la farola, como en la portada de McKelvie, vigilando a villanos de otra dimensión mientras chatea. La vida misma, alhamdulillah.

-----------

Aránzazu Ferrero es escritora y guionista.

Testimonio

Bismillah: con el nombre de Dios. Así comienza el Corán. Así comienza todo, hasta el examen de conducir.

Una se afirma musulmana o musulmán mediante la shahada, el testimonio de fe. No existe más que un Dios, de Quien Muhammad fue siervo y...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Aránzazu Ferrero

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí