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Querida comunidad contextataria:
Cuando me senté a pensar qué contarles en estas líneas, mi memoria, que a veces me atormenta porque de tan excelsa creo que durará menos de la cuenta, me recordó que hace un año también fui yo quien os dio la bienvenida al 2022 en una carta. Me acordé de su título –“Las grietas por las que crecen las flores”– y de los motivos que me llevaron a escribirla. Estaba cansada de las nubes negras. Harta de los muros altos y las calles sin salida. Enfadada de leer, editar y publicar textos en los que no había opciones ni esperanzas. Entonces me propuse buscar grietas, perseguir aquello que encendiera faros hacia una vida mejor para todas.
Doce meses después, la lucha y las luchas continúan. La mayoría son las mismas. Por eso he querido repetir el título con el que empecé 2022, porque me asusta que, por el camino, entre las miles de miserias que nos asaltan, dejemos de creer que las flores pueden brotar en los sitios más insólitos. Y porque sigo pensando que no hay trabajo más importante, ni más digno, para un medio de comunicación que contribuir a una sociedad mejor para todos, pero fundamentalmente para las y los que tienen vidas más difíciles.
Así que ahora que arranca el año les propongo un ejercicio común para abrir algunas grietas en estos meses que vienen. Empecemos por el machismo, en el que debemos provocar una brecha tan grande que termine por romper la cultura que perpetúa la violencia de género. El pasado diciembre, el mes más trágico desde que se tienen estadísticas, 13 mujeres, entre ellas Rebeca, María Elena y Ángela, fueron asesinadas en España. Cerca del 40% del total de mujeres asesinadas en 2022 había denunciado a su agresor. Es trágico e insoportable. Y la inacción no es admisible. Debemos exigir al Gobierno más medios, pero también debemos insistir en una realidad que muchos niegan. No podemos dejar de gritar que la violencia machista existe y de gritar, también, que vamos a terminar con ella. El feminismo abrió una grieta inmensa en el sistema y estamos obligados a seguir raspando hasta que poco a poco, mano a mano, consigamos que solo entre la luz.
Sigamos la tarea en la sanidad pública, que es el lugar que siempre nos acoge. Mientras les escribo, escucho un audio de una enfermera de Madrid: “Niña de 13 años comatosa. No hay médico. La ambulancia no se atrevía a llevársela sin médico. Estoy sola. Dicen que mandarán al celador de Colmenar, que también está solo y aquello lo cerrarán hoy”. El testimonio acaba con esta frase: “Es un atentado a la vida de los madrileños”. Madrid es el mejor ejemplo de cómo la sanidad pública se ha despedazado de forma sistemática en favor de ilustres constructores, grandes grupos extranjeros y fondos buitre. Es la Comunidad con la atención primaria más precarizada de España y su inversión en gasto sanitario público es el más bajo. Pero su modelo privatizador es un patrón a seguir para muchos. Y no podemos permitirlo. No podemos dejar solos a médicas y médicos, enfermeros y enfermeras, personal sanitario en su conjunto, que, en resumen, solo pretenden cuidarnos en condiciones. La brecha ya se abrió el 13 de noviembre en Madrid, cuando 200.000 personas, según la delegación del Gobierno, o 670.000, según los organizadores, llenaron las calles. Demostremos que no se puede votar ni dejar gobernar a quien nos roba la salud.
En este ejercicio común, no me olvido de la guerra, ni de los canallas que las hacen. El 24 de febrero se cumplirá un año de la invasión rusa a Ucrania y quiero abrir una grieta en favor de la libertad de expresión, que es también el derecho a la información, para invitarles a reflexionar sobre el consenso que ha dominado el debate público europeo. Lean este artículo sobre Alemania y su caza de brujas pro OTAN. Y este texto sobre la propaganda bélica en Europa. Y estos dos análisis sobre la censura al papa Francisco (“Un papa antibelicista” y “Francisco en Ucrania”). En estos meses se ha impuesto un discurso único, y básico, que coloca a Putin en el centro e impide detenerse en las aristas. Vayamos a algunas de ellas. Las empresas líderes de la industria del armamento en Alemania, Francia, Reino Unido e Italia se han disparado en bolsa gracias a la guerra. Entre los grandes inversores de estas compañías destaca el fondo estadounidense BlackRock, que también es el accionista mayoritario de los tres comerciantes de armas “de consumo” que cotizan en la Bolsa de Estados Unidos. BlackRock asesorará a Ucrania para la reconstrucción. Al menos tres de los directivos de este fondo forman parte del gabinete de Biden… Saquen sus conclusiones. Sirva esta guerra, que es una guerra pero son todas las guerras, para que seamos menos cobardes. Abramos una gran grieta que permita cuestionar casi todo. Y si nos llaman pro el coco, que estudien compresión lectora.
Parémonos ahora en la crisis ecológica y social en la que nos encontramos. Estamos en un momento crucial para el futuro de la vida que conocemos. Todos los indicadores auguran los escenarios más dramáticos, pero no por ello podemos permitir que nos digan que no hay opciones para una transición justa. Me quedo con esta frase de una carta que les envió Yayo Herrero: “Sería catastrofista pensar que no hay nada que hacer ante los datos, que los seres humanos somos un virus, que la historia está marcada por el determinismo energético o climático, que el devenir material y político sigue una trayectoria inexorable”. Podemos cambiar de rumbo, ya hay miles de personas que están abriendo grietas. Si nos sumamos todas aún habrá más.
Termino este listado de luchas, que solo son unas pocas, pero muy importantes para CTXT, con la gran brecha que debemos abrir en este año electoral, porque nuestra existencia como pueblo depende en gran medida de quienes nos gobiernen. Sobre todo cuando hay poco. Por eso, no podemos permitir que las izquierdas, todas, de la primera a la última, no sumen. Obliguemos a nuestros candidatos a que se entiendan y olvidémonos, aunque sea por un rato, de la defensa de las esencias. Porque esto ya no va solo de que viene la ultraderecha y la derecha ultra y de que con ellas peligran parte de nuestros derechos. Esto va de hambre. Recordémoslo cada minuto.
En unos días, CTXT cumplirá ocho años de vida. 2.920 días en los que les hemos hablado de cosas que no hubiésemos ni imaginado en 2015. El mundo es seguramente peor que entonces. Pero nosotras conservamos intacta la vocación, el entusiasmo, las ganas, el sueño que nos llevó a hacer esta revista. Hay un motivo: vosotros. Si entre todas y todos hemos conseguido que CTXT resista, un milagro si existiesen los milagros, cómo no vamos a lograr que las cosas sean mejores. Sigamos peleando, amigas y amigos, siempre en busca de la luz.
Feliz 2023 lleno de noticias buenas, o como poco menos malas,
Vanesa
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Cuando me senté a pensar qué contarles en estas líneas, mi memoria, que a veces me atormenta porque de tan excelsa creo que durará menos de la cuenta, me recordó que hace un año también fui yo quien os dio la bienvenida al 2022 en una carta. Me acordé de su título –“
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Vanesa Jiménez
Periodista desde hace casi 25 años, cinturón negro de Tan-Gue (arte marcial gaditano) y experta en bricolajes varios. Es directora adjunta de CTXT. Antes, en El Mundo, El País y lainformacion.com.
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