NOTAS DE LECTURA (XXVI)
Contra la ambigüedad moral
La moral humana es un asunto tan endiablado como dan a entender las novelas de Iris Murdoch o de Tolstoi
Gonzalo Torné 12/02/2023
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La ambigüedad moral. Pese a la casi imposibilidad de encontrar una novela que no aborde cuestiones morales (sería como leer una ficción sin seres humanos), las cuestiones morales siguen produciendo angustia y desazón entre algunos lectores, que ven así interrumpida sus aspiraciones de contemplar (a veces incluso parece que lo inspiran) un mundo de belleza autónoma. Como la negación es un poco escandalosa, los lectores más finos de esta cuerda empezaron en algún momento a hablar de “ambigüedad” moral, como diciéndose: “De acuerdo, algo de moral tenemos que dejar pasar, pero que no me den lecciones, que no tenga contenido, nada de claridad”. Y así proceden a la fantasía de esconder la moral en un cuarto en penumbra donde solo se aprecie su perfil. Un pariente un poco deforme y sin modales que debemos sobrellevar. De tanto repetirlo la “ambigüedad moral” ha ido ganando peso y prestigio en el discurso crítico hasta el punto que se ha perdido de vista que la alternativa a una novela que dé lecciones morales no sería un libro que dé lecciones morales ambiguas, sino complejas. La moral humana es compleja, tiene distintos planos y salientes, y se altera según los intereses, la edad y la situación, es un asunto tan endiablado como dan a entender las novelas de Iris Murdoch o de Tolstoi. Pero esa complejidad exige claridad de exposición, entender qué está pasando; de la misma manera que la matemática que le permite a un cohete despegar es compleja, pero para nada borrosa y equívoca. Con frecuencia lo que llamamos “ambigüedad moral” trata de oscurecer las decisiones de los personajes y las condiciones en las que actúan, es confusión, indeterminación, infantilismo o cobardía, cuando no varias de estas posibilidades combinadas.
Mal gusto y moral. El mal gusto no es inmoral. Quizás debería serlo, quizás sería más cómodo, pero no lo es. Te obliga a dejarlo pasar o a darle una respuesta estética.
Fuentes equívocas. Quizás sea a causa de la hipertrofia de declaraciones de los autores (diez entrevistas, veinte entrevistas, treinta entrevistas) en promoción que se tienda a pescar en ellas la explicación más o menos definitiva a sus obras, por lo menos información cierta y verificada. Como si uno no estuviera a menudo confuso sobre sus propios objetivos, como si se pudiese encapsular un libro en unas pocas frases declarativas y no se abriesen abismos (a veces muy dolorosos) entre los propósitos y los logros. La confusión entre el autor y su propio manual de instrucciones tiene sus riesgos, pero el asunto se vuelve peliagudo cuando se pasa de buscar las claves en las entrevistas promocionales a documentos privados como cartas y diarios. En las entrevistas se habla en un entorno controlado, con la obra terminada y para un potencial público lector. En cambio, los diarios, y no digamos ya las cartas, se escriben en medio de un proceso que puede pasar por fases y variaciones antes de alcanzar el final, de manera mucho más libre (sin comprometerse en público) y con diversos corresponsales a los que quizás se quiera divertir o asustar. Enfrascado en una tarea agotadora y que exige tiempo y concentración es comprensible que el escritor emplee el diario y la correspondencia no solo como un desahogo sino también como espacios de fuga donde ensayar otros personajes e interpretaciones, sugerir progresos distintos a los que viene siguiendo, e incluso fantasear con que está escribiendo otra clase de libro, como el célebre día que a Flaubert, agotado de revolcarse en la moral de una pequeña burguesía de provincias que detestaba tanto como le excitaba literariamente, le dio por decir que aspiraba a una novela “sostenida por la pura fuerza del estilo”. Sugestivas e irresistibles como son, las consignas escritas en diarios y cartas no son sentencias finales, sino indicios para estimular nuestra propia lectura, que debe refrendarlas.
La ambigüedad moral. Pese a la casi imposibilidad de encontrar una novela que no aborde cuestiones morales (sería como leer una ficción sin seres humanos), las cuestiones morales siguen produciendo angustia y desazón entre algunos lectores, que ven así interrumpida sus aspiraciones de contemplar...
Autor >
Gonzalo Torné
Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí