El conjunto de personas con las que nos relacionamos en nuestra vida cotidiana no suele ser representativo de la composición social del país. Algunas personas tienen mucho más contacto con determinados grupos sociales que otras, lo que puede influir en su percepción de la realidad y en sus ideas políticas. Investigaciones recientes han sugerido que tener conocidos con unas condiciones de vida distintas puede aumentar la empatía y la solidaridad con otros grupos. 

Con el objetivo de determinar cómo afecta este factor a nuestras opiniones sobre políticas de protección social y redistribución de la renta, el COALESCE Lab de la Universitat Autònoma de Barcelona ha llevado a cabo una encuesta, financiada por el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, en la que se ha preguntado a 1.500 personas residentes en España por las profesiones (y en consecuencia, los salarios) de sus conocidos y por sus ideas políticas sobre redistribución. Para determinar esto último, se les pedía que valoraran su nivel de acuerdo con una serie de afirmaciones como “El Gobierno tiene la responsabilidad de garantizar un nivel de vida razonable para la gente desempleada” o “Las personas deberían asumir más responsabilidad para mantenerse a sí mismas”. Así, se hallaron algunas correlaciones que han sorprendido a los investigadores. 

En conjunto, las opiniones variaron considerablemente. Cerca del 58% de los encuestados estaban a favor de las políticas redistributivas (en distintos grados), el 13% no estaban a favor ni en contra y el 29% se posicionaba más bien en contra. 

Como era de esperar, los encuestados con ingresos familiares bajos y medios apoyaban las políticas de protección social con más frecuencia que aquellos con ingresos elevados. Por edades, los jóvenes se mostraban más favorables a la redistribución que los mayores. Y aquellas personas que estaban o habían estado alguna vez en paro también manifestaban un mayor apoyo a este tipo de políticas. En cuanto al género, no se halló ninguna diferencia significativa.

Al investigar el factor de las relaciones sociales, sin embargo, surgieron las sorpresas. Sí que se halló una correlación entre las opiniones políticas de los encuestados y el sueldo medio estimado de sus conocidos, pero no fue la prevista. Los investigadores esperaban que conocer a personas que cobran un sueldo bajo estuviera relacionado con un apoyo mayor a las medidas de protección social, pero el resultado fue el contrario. Aquellos encuestados con más conocidos que cobraban un sueldo bajo mostraban menos apoyo a estas medidas que los que se relacionaban con personas de sueldos medios. Esto sucedía incluso, y de forma más clara, entre las personas que cobraban un sueldo bajo ellas mismas: eran menos proclives a defender la protección social si su entorno cobraba también sueldos bajos que si estos tenían sueldos medios o elevados. Por su parte, las personas con sueldos medios o elevados cuyos conocidos cobraban sueldos elevados también se mostraban menos a favor de las políticas de protección social. En conjunto, las personas cuyos conocidos cobraban sueldos medios eran las más favorables a este tipo de políticas.

Tener más conocidos en paro sí que resultó relacionado con un mayor apoyo a la protección social entre las personas con ingresos bajos y medios, pero no entre aquellas con unos ingresos familiares elevados.

Los resultados confirman que las opiniones políticas de los individuos sobre la redistribución económica y la protección social no solamente dependen de sus ingresos familiares, sino también de los ingresos que perciben las personas de su entorno social inmediato. Los autores de la investigación instan a seguir estudiando los mecanismos causales que determinan estas correlaciones y las condiciones en que se producen.