PROCESANDO LA CAMPAÑA EXPRÉS
La mentira
Los datos en la nueva política no son importantes. No existen. Es el fin de la política, de la realidad sustentada en datos
Guillem Martínez 12/07/2023
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1- El Ajuntament PP-Vox de Burriana, Castelló, anula la suscripción, entre otras revistas blancas, al tebeo infantil Cavall Fort, que leía de pequeñito, y que mi hijito leía de pequeñito. Con esta medida, el PP, básicamente, da para el pelo, no a una lengua, sino a los aludidos pequeñitos. Lo que es una batalla perdida. Ni siquiera en Corea del Norte hay energía suficiente para acabar con todas las infancias, al punto que, periódicamente, adultos que no consiguen olvidar su infancia huyen de Corea. Las guerras culturales son la bomba. Son efectivas y baratas. Pero cuando se desparraman en modo Burriana, cuando carecen de centro, cuando las practican amateurs, suelen caer pronto en el ridículo, la cursilidad, que es lo peor que le puede pasar a algo que quiere ser épico. Lo de Burriana es un spoiler. No de cómo vence la derecha, sino de cómo pierde. Importante: siempre pierde, en todo caso, glups, demasiado tarde. Por lo demás, ese ecosistema llamado campaña electoral sigue colapsado por lo del debate Sánchez-Feijóo, en el que Feijóo optó por ir ataviado de una novedosa mezcla de Pinocho y de Muñeco Diabólico IV.
El PSOE parece estar afectado e introvertido, estudiando el desastre
2-Según El País, que cita una encuesta de 40dB, el PP ha conseguido, con esa gracia, dos escaños más tras el debate. Se dice rápido. El PSOE, en todo caso, parece estar afectado e introvertido, estudiando el desastre. O vete a saber, pues el desastre se produjo, precisamente, por no haberlo estudiado. El PP se siente satisfecho por el resultado del show. Mucho. Demasiado. Lo que es un indicio de que el PP, su intelligentsia, está muy atenta a la comunicación, más, incluso, que a cualquier otro componente de la política. La sensación es que, para el PP, la política es mera comunicación. Lo que es un tráiler de cómo puede funcionar un gobierno PP-Vox. De manera muy parecida a como funcionó la II legislatura Aznar. La Edad de Oro del PP, y la Edad de Oro para Vox. Lo que indica que Vox no aporta espiritualmente mucho al pack PP-Vox, pues todo lo lleva el PP en su pasado, en su alma. Ante un problema no previsto –lo que es el día a día en todos los gobiernos del mundo; salvo el de Corea del N.; rayos, llevo dos citas de Corea del N.; cualquier día me cae el Kim Il Pulitzer–, se accionaría, como en aquella II legislatura, la máquina de la comunicación, ahora más engrasada y con un catálogo de recursos más experimentado. Importante: tiene guasa, pero parece que ETA –que, como el ratoncito Pérez, es muy plausible que pudiera no existir– podría ser fundamental en estas nuevas/viejas estructuras comunicativas. Por lo general, además, cuando esa máquina comunicativa se accione para apagar un fuego, se accionaría sobre usted. Porque, no lo olvidemos, la comunicación –esto es, la propaganda, que es la comunicación gubernamental cuando se vuelve densa, cuando es el principal ingrediente de la política– es, ni más ni menos, y como dice Chomsky, la violencia en democracia. Es el reflejo, la sombra, la huella del Estado cuando mataba por temas que, ahora, solventa con propaganda. Las nuevas extremas derechas utilizan la propaganda, esa violencia, de manera intensa, antes que la violencia a secas. Hasta que, por sobreproducción del monocultivo, se produce el efecto Burriana, y toda esa propaganda pasa a ser, lo dicho, ridícula, cursi. Pasó con Aznar. Pasó con el procesismo. Volverá a pasar –sí, es difícil visualizarlo ahora– con todo este otro ultranacionalismo reaccionario.
3- Anyway. En todo caso, ¿el debate fue tan trascendental? ¿Fue un antes o un después? ¿El debate entre Sánchez y Feijóo fue, como parecen entender PP y PSOE, un momento histórico?
4- No. Y sí.
5- Sobre el no. El debate no aportó ninguna dinámica nueva. Los partidos del fake, la confusión y la guerra cultural existen ya en España desde hace tiempo. Se trata de varios partidos-grupúsculos y, claro, del PP, que en la famosa II legislatura Aznar incorporó toda la experimentación lingüística republicana USA. Vox, en ese sentido, debía ser la rama experimental y autónoma del PP. No lo ha sido. No ha renovado ningún lenguaje, sino que ha traído a la realidad lenguajes viejos, seniles, al punto que el vanguardismo lingüístico ultraderechista, el contacto con los USA, no es de Vox, sino del PP, de la persona que le dicta cosas al pinganillo de Ayuso, de González Pons, exiliado en Europa desde la II legislatura, pero poseedor de ese lenguaje de época, aún eléctrico y efectivo. Y, visto lo visto, de Feijóo, que el día del debate incorporó, en efecto, cositas, como el galope de Gish. La parte genial del lenguaje de Vox –Macarena Olona; la oyes y te dan ganas de invadir Polonia para anular todas sus suscripciones a Cavall Fort– se ha pirado a otro partido, absolutamente I+D, una mezcla de léxico de izquierdas y de Unidad de Destino en lo Universal. Olona es tan buena en eso que parece exconvergente. Lo que nos lleva a Junts, otra opción de toda esta gramática que emiten Vox y PP, pero desde otro nacionalismo y otro contexto, absolutamente distante y distinto al pack PP-Vox. Algo común en las nuevas extremas derechas europeas, diferentes, contradictorias entre ellas, incluso enfrentadas, como el ultranacionalismo francés y el italiano, o el polaco y el ruso. Hay, además, partidos ubicados en la izquierda que, sin ser extrema derecha en absoluto, optan, por contaminación de la época, por el fake, la confusión, y la guerra cultural es su comunicación. Lo que es un suicidio, ético y del otro, una forma de facilitar la hegemonía a esas derechas. Se trata de grupúsculos y de ERC.
Vox no ha renovado ningún lenguaje, sino que ha traído a la realidad lenguajes viejos, seniles
6- Sobre el sí. Al parecer –y el pequeño colapso posterior del PSOE podría ser el indicativo– el PSOE, que debía conocer, por fuerza, unos modos que existen en el Congreso, en la política, en los medios, en la calle, no sospechaba que podían ser utilizados con tamaña violencia e intensidad en un acto electoral reducido y televisado. Esto es, el PSOE se enteró tarde –el marido siempre es el último en enterarse– de algo tan importante que se merece un punto. El 7.
7- Se ha roto el consenso sobre la mentira en la política.
8- Casi todas las cosas de uso colectivo y social están consensuadas de manera tácita, silenciosa y críptica. Sucede con el amor. Hoy, el amor, no es lo que era hace 50 años. Incluso es posible que sea su contrario. Por lo mismo, el uso de la mentira en política ha perdido todo consenso. Se ha liberalizado y desregularizado. Es posible, incluso, que haya desaparecido. Lo que sería la única explicación para que un político fotografiado con un narco, o una política que es responsable de la muerte de 8.000 ancianos, puedan seguir, respectivamente, en política.
9- El hecho de que PSOE, hasta el día del debate, desconociera la brutalidad del nuevo consenso de la mentira, explica no un error de cálculo, sino cientos. Que han sido aprovechados por la nueva mentira/la extrema derecha desde hace años, por lo tanto. Y que culminan en lo señalado en el punto 10. Aparten a los niños.
10- Los datos, en la nueva mentira y en su nueva política, no son importantes. No existen. Es el fin de la política, de la realidad sustentada en datos.
1- El Ajuntament PP-Vox de Burriana, Castelló, anula la suscripción, entre otras revistas blancas, al tebeo infantil Cavall Fort, que leía de pequeñito, y que mi hijito leía de pequeñito. Con esta medida, el PP, básicamente, da para el pelo, no a una lengua, sino a los aludidos...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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