crónicas hiperbóreas
Batallas en la guerra global: Galicia
En la pugna por el voto útil entre Sumar y PSOE, BNG, la formación nacionalista liderada por Ana Pontón, podría entrar en el Congreso con hasta cuatro diputados
Xosé Manuel Pereiro 17/07/2023
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“Yo firmo tres. Incluso dos”, confiesa Antón D. Además de escéptico de actitud, Antón es ingeniero de profesión, músico de vocación y militante nacionalista de devoción. Es domingo, viene de repartir propaganda en una zona de playas y después irá a hacer una prueba de sonido.
El Bloque Nacionalista Galego (BNG, familiarmente O Bloque) es una de las escasas formaciones de izquierdas a las que los sondeos les auguran más escaños en el Congreso que los que han tenido que desalojar hace un mes y pico. Su objetivo oficial es que su único representante en el Congreso disuelto, Néstor Rego, esté arropado por al menos tres de sus compañeros, pero buceando en el cajón de sastre demoscópico de “otros”, a los nacionalistas gallegos les aventuran esos dos representantes con los que se conformaría in extremis Antón.
No parece demasiado, aunque dos escaños no dejan de ser el doble de la única acta obtenida en noviembre de 2019. Sobre todo porque, desde que se abrieron un hueco en el Congreso en 1996, los nacionalistas gallegos siempre habían tenido dos representantes, incluso tres en la legislatura que comenzó en 2000. Pero en los comicios de 2015, 2016 y abril de 2019 no obtuvieron representación. Los analistas perezosos (entre los que no me incluyo porque no soy analista) suelen comparar la trayectoria del BNG con la de IU. Ambas son formaciones multipartido, con un núcleo duro comunista (UPG y el PCE) y una militancia mayoritaria no adscrita a ninguna fuerza en concreto que va –iba más que va– de lo liberal al trotskismo y más allá. Ambas formaciones, con sus respectivos sindicatos hermanos, fueron imprescindibles en los primeros años de la democracia, pero en Galicia el izquierdismo tradicional decayó mucho más que en el resto del Estado, arrinconado por el nacionalista, que a finales de los 90 consiguió ser la primera fuerza de la oposición, por encima de los socialistas. A diferencia de los comunistas, los nacionalistas mantuvieron estrechamente sus relaciones con el sindicato hermano (en algunos aspectos y zonas, hay quien mantiene que no es el sindicato la correa de transmisión del partido, sino al revés).
A diferencia de los comunistas, los nacionalistas mantuvieron estrechamente sus relaciones con el sindicato hermano
En 2009, a raíz de que el gobierno de coalición con el PSdeG cayese ante el blitzkrieg de Feijóo (con exactamente la misma táctica que usa la campaña actual, de la misma forma que la Luftwaffe ensayó en Gernika los bombardeos masivos de la II Guerra Mundial), el Bloque empezó a sufrir una serie de perturbaciones, que concluyeron dos años después con una auténtica implosión que lo disgregó en al menos tres partes. La del histórico dirigente Xosé Manuel Beiras se alió con la IU de Yolanda Díaz, hasta entonces una fuerza con presencia escasa y meramente municipal, y en 2012 irrumpió en la Cámara gallega como tercera fuerza –Alternativa Galega de Esquerdas–, desplazando al BNG a la cuarta. En la siguiente legislatura se sumó a AGE el movimiento que había encabezado un joven asesor que habían enviado de Madrid a la anterior campaña, Pablo Iglesias Turrión. Consiguieron la jefatura de la oposición autonómica, gobernar en las tres ciudades de la provincia de A Coruña y los escaños que les habrían permitido constituir un grupo propio en el Congreso. Pero 2019 fue un año convulso y los logros de En Marea/En Común-Unidas Podemos (entre otras denominaciones que adoptaron) prácticamente desaparecieron como lágrimas en la lluvia (paradójica o consecuentemente, en las generales de aquel año, no fue el PP, sino el PSOE el partido más votado en Galicia). A partir de entonces, en los siguientes comicios se borraron de la cámara gallega, de los gobiernos municipales y sólo mantuvieron en Madrid el escaño de Yolanda Díaz y otro más.
Bajo el liderazgo de Ana Pontón, el nacionalismo demarró desde los seis escaños de 2012 a los 19 actuales en el parlamento autonómico
Al contrario, bajo el liderazgo de Ana Pontón, una licenciada en Políticas que empezó a militar con 16 años, el nacionalismo demarró desde los seis escaños de 2012 a los 19 actuales en el parlamento autonómico, cinco más que el PSOE y uno más que el listón de los 18 que había puesto Beiras en 1997. Desde entonces no ha dejado de crecer en cada convocatoria. En las pasadas municipales ha asegurado la alcaldía de Pontevedra, el cogobierno en Lugo y ha conseguido la de la capital autonómica (el PSOE gobierna en las dos mayores ciudades, Vigo y A Coruña y el PP solo en la más pequeña, Ferrol).
Para este domingo, al nacionalismo gallego le han llovido los apoyos externos (o al menos tangentes). Tanto Breogán Riobóo Lois, primer secretario general que tuvo Podemos Galicia (entre febrero de 2015 y marzo de 2016) como Carmen Santos, que le sucedió en el cargo hasta 2018 y fue hasta 2020 diputada en la Cámara gallega por la coalición en la que se integraron los morados, han solicitado reiteradamente el voto para el BNG. Riobóo escribió además el pasado viernes una carta abierta en la que aclara que no es militante nacionalista, y que propugna el voto a la formación incluso en su provincia, Ourense, donde ni la historia ni las encuestas más fantasiosas auguran que el Bloque vaya a obtener un escaño. Luis Zahera, el actor que, por su parecido físico, hizo de “hermano pequeño” de Alberto Núñez Feijóo en un spot de la Xunta, pidió en las pasadas elecciones locales el voto para Goretti Sanmartín, la candidata del BNG que acabó alcanzado la alcaldía de Santiago. El alcalde de Ginebra desde el pasado 7 de junio, Alfonso Gómez Cruz (nacido en Corme, en la Costa da Morte), ha mostrado su apoyo público para otro emigrante, Xesús Gómez Antelo, candidato por el BNG al Senado por A Coruña. Incluso Xosé Manuel Beiras ha solicitado con la boca pequeña apoyar en las urnas “a las fuerzas soberanistas”.
El sueño húmedo del BNG en este 23J es el grupo parlamentario. (Lo tuvieron al alcance de la mano en 2000 sumando a sus tres representantes dos prestados por los nacionalistas vascos y catalanes, pero la mesa del Congreso, que había admitido la operación a Coalición Canaria, se la denegó). Consultadas varias fuentes, militantes del BNG en su día, que hoy no pertenecen a la organización, ninguna cree que eso vaya a ser posible. Antón Losada recuerda que cuando consiguieron dos escaños por A Coruña esa circunscripción elegía nueve representantes, uno más que ahora. “Yo incluso no estaría muy tranquilo con lo de obtener dos, uno por Coruña y otro por Pontevedra, como aseguran la mayoría de las encuestas”. Losada advierte también de los posibles efectos negativos si las expectativas de los cuatro o cinco diputados no se cumplen: “Sería mejor prometer seguir creciendo, lo de ir partido a partido que dicen en el fútbol”, ejemplifica.
“A mí me parece que lo del grupo parlamentario la gente lo percibe como algo interno del BNG, no algo que le vaya a ayudar en sus problemas”, cuestiona Carlos Aymerich, secretario general de la Universidade de A Coruña, que fue parlamentario en el Congreso. “Es más útil un diputado como Francisco Rodríguez [el primero en entrar, y compañero de escaño suyo] que conocía todo lo que pasaba y contactaba con todo el mundo, que un grupo que no haga nada, como les pasó recientemente a otro”. “Hay cierta tendencia, falsa, a exigir realismo y coherencia en las campañas. Lo del grupo es, desde luego, una posibilidad más que remota, pero es una llamada al voto útil a la izquierda del PSOE. Si no se consigue, al día siguiente nadie se lo va a reprochar al Bloque”, considera Ana Luísa Bouza, una socióloga que tuvo asiento en la cámara gallega en los bancos del BNG.
Hablando del voto útil, estos días, personas muy próximas –y que, pese a ello, deben creer lo de analista– me han preguntado, de distintas formas, si cambiando su voto habitual –normalmente BNG– por otro podrán contribuir a evitar algún estropicio. Bouza no da mucho crédito a que la pugna por el voto útil se produzca entre Sumar y BNG (la encuesta más centrada en Galicia les adjudica un empate a dos escaños y a un 11% de voto). “Creo que es más bien entre BNG y PSOE/Sumar. Yolanda Díaz no puede hablar aquí ni de grupo parlamentario ni de unidad de la izquierda”. Losada, profesor titular en Ciencias Políticas, lleva su escepticismo hacia esos mapas que indican las circunscripciones “sensibles”. “Eso son especulaciones. La Ley D'Hondt hace muy difícil esos cálculos estratégicos. El voto útil no suele valer gran cosa”. La llamada al voto útil sí les preocupa a los que sí son militantes. Alguien con responsabilidades de comunicación en el BNG considera que la posibilidad de conseguir un representante por Lugo está truncada “por los votos que pueda llevar allí Sumar”, aunque el fenómeno del “voto a ganador” se reforzaría en una repetición electoral que él ve como muy probable. “La gente vota a la francesa, como si fuesen presidenciales, ¿ante eso qué vas a hacer? ¿Decir que la gente es idiota y hace lo que le dice la tele? Pues tampoco nosotros debemos ser muy listos”, ironiza Antón. “No pasa nada. La verdad es que BNG quiere decir ‘Boh, Nunca Ganamos’”, se ríe.
“Yo firmo tres. Incluso dos”, confiesa Antón D. Además de escéptico de actitud, Antón es ingeniero de profesión, músico de vocación y militante nacionalista de devoción. Es domingo, viene de repartir propaganda en una zona de playas y después irá a hacer una prueba de sonido.
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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