1- Esto se acaba. Mañana es la jornada de reflexión. En algunos Estados de Norteamérica y de Sudamérica, se inicia en ese punto, hasta las elecciones, la prohibición de venta de alcohol. Aquí, pues no. Simplemente, cesa el periodismo de campaña. Lo que indica que el periodismo de campaña es una suerte de alcohol. Hips.

2- Sobre el alcohol. En las encuestas internas –de los partidos y de algunos medios millonetis–, que desde el lunes tienen actualización diaria, están pasando cosas raras. Gana el combo PP-Vox. Pero, me dicen, la distancia con el pack PSOE-Sumar-Otros-Partidos-de-la-España-real va siendo cada vez más ajustada, o puede incluso impedir un gobierno de extrema derecha –no se emocionen, o punto 5–. Hace algo más de 24 horas, en ese sentido, se produjo un alineamiento de estrellas extraño entre ambos bloques, que dio lugar a caras raras, rajes, tensiones e, incluso, tirones musculares en el bloque soberanista. Eran, tal vez, reacciones demasiado devastadoras para unas encuestas que tampoco eran tan concluyentes. ¿Qué ha pasado?

3- Al parecer, a) las actualizaciones de las encuestas dibujan en verdad resultados menos halagüeños de los esperados. O, b), y todo lo contrario, tal vez, simplemente, ha pasado algo más allá de las encuestas en el PP, esa lógica propia, esa comunidad de intereses, ese ecosistema mitad campo de minas, mitad pantano. El PP, que suele recurrir a realidades paralelas, no ocurridas, para hacer política, es posible que esté inmerso en unos de sus feroces, incomprensibles, nebulosos y sanguinarios procesos internos de jubilación anticipada de líder, en los que nada recibe su nombre. En todo caso, su líder, Feijóo, desde antes de que su cuerpo fuera okupado por un tirón muscular, empezó, me dicen, a notar los escozores propios de cuando el PP decide digerir a su líder de turno. Lo que puede ser un proceso avanzado, si pensamos que ayer mismo, Alfonso Rueda, presi de la Xunta y sucesor de Feijóo en el cargo, declaraba al mundo libre que en los noventa conocía las actividades del narco Marcial Dorado, “como todo el mundo”. Esto es, retiraba toda protección y respeto a su mentor. En tiempo real, y como solo se hace en el PP y en la familia Gambino. El círculo de Feijóo y su narco de referencia, que le ha acompañado, no sin razón, toda la vida política, parece cerrarse y, con ello –lo veremos en breve, o no–, su carrera política. Y parece cerrarse no en la sociedad, no en la prensa, no a través de un estado de ánimo cívico colectivo, sino en su propio partido, el único objeto en España que puede decidir que una relación con un narco, o el fallecimiento de 8.000 residentes, sea o no un escándalo.

Feijóo está en esa fase del vudú de la que no se sale fácilmente

4- Sea por encuestas negativas, o sea por la valoración negativa de alguna líder que gobierna en la Comunidad de Madrid, el caso es que Feijóo está en esa fase del vudú de la que no se sale fácilmente. Algo inédito en unas elecciones. Más aún en unas elecciones en las que, en principio, las encuestas, si bien no son tan favorables como hace 15 días, no son desfavorables en absoluto. El PP, ese sistema de elección de líderes soviético, parece, en todo caso, haber rizado el rizo en esta emisión de linchamiento de líder, de manera que se comporta, a 24h. de unas elecciones, como lo contrario al PP, como otro tipo de objetos inestables en ese tipo de finales. Como un partido de izquierdas. Como el Barça.

5- Será divertido –esto es, imposible– interpretar cómo será el comportamiento del votante PP, ante esta, si se confirma –más aún–, crisis del PP. Se trata de un votante fiel –PP, al inicio de campaña, mantenía el 76% de sus votantes, mientras que el PSOE lo hacía con el 58%– y por ello habituado a la divertida realidad propuesta por el PP, antes que a la sórdida realidad. Las mentiras de Feijóo, y más aún, la mentira/el chiste del narco –dos fenómenos inesperados en la campaña, que tal vez hayan entrado en ella a través del mismísimo PP–, ¿pesarán en ese voto? En todo caso, ahí van unos indicativos para la noche electoral, para intuir qué ha pasado mientras esté pasando. Habría gobierno PP-Vox si PP accede al indicativo de aumentar sus diputados en Catalunya hasta llegar a en torno a las 12 unidades. Sí, puede sorprender ese fenómeno, pero no es tan marciano: a) ya sucedió en su día –1996–, y b) el electorado catalán está acostumbrado ya a la gramática de la mentira que el PP le propone. Lo habrá si Sumar se queda en el 12% de los votos en todo el Estado. Por lo contrario, todo apuntaría a un gobierno de coalición PSOE-Sumar si Sumar accede o supera el 15%-16%. Con ese porcentaje de voto, por cierto, puede haber sido inútil haber creado Vox. Y, claro, habrá gobierno PSOE-Sumar con un PSOE que no quede muy por detrás del PP. Esta campaña, decíamos en su primer día, consiste en el PSOE recolectando por su derecha, y en Sumar recolectando por su izquierda. Veremos la cosecha –abundante, justa o escasa– el domingo.

6- Mañana, como es tradición, les paso algo que considero que tienen que hacer todos los periodistas, más aún los que hacen chistes. Una explicación de mi voto.