PROCESANDO LA CAMPAÑA EXPRÉS
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Es perceptible en la sociedad, en los usuarios de las izquierdas, una madurez mayor que en sus partidos. Esa actitud puede frenar a la extrema derecha de manera efectiva
Guillem Martínez 17/07/2023
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1- Las oficinas de Correos se han reforzado. En Catalunya, desde donde les escribo, con unos 3.500 nuevos contratados. Si me quieren enviar un jamón certificado, que sepan que nunca ha sido más seguro y rápido. En todo el Estado han pedido el voto por correo 2,6 millones de personas. Correos ha distribuido ya 2.575.597 de ellos, el 98,2% del total de los solicitados. Lo que es perceptible: voy mucho a Correos y, desde hace semanas, siempre he encontrado, en cada visita, varias personas votando. En ese trance intento averiguar si son de derechas o de izquierdas. Pero no hay manera. Un día, a una señora que estaba votando, le robaron la cartera, por lo que supuse que sería de izquierdas. Por lo demás, hoy es el último día en el que es legal emitir encuestas electorales. A partir de ahora las encuestas serán como el alcohol cuando la ley seca: caras, de baja calidad y, si abusan de ellas, con una resaca llamativa para el día después, tras el 23J.
2- El CIS lo da todo en su última encuesta posible, fresquita, de hoy, en la que el PSOE gana, como siempre, y por más de un punto. Lo que viene siendo un puntazo. Puede ser más realista –que ya veremos– la encuesta de 40dB. para El País. A saber: el PP está 4 puntos por encima del PSOE. PP –135-139 escaños–, junto a su mascota Vox –37-40 escaños–, suman. Pueden quedarse a 3 escaños de la mayoría absoluta. O no. O llegar a ella. O no. Incluso pueden llegar a no sumar lo suficiente para ser Gobierno, ese acto inapelable. Belén Barreiro, la madre de la encuesta –prestigiosa analista de datos, con varias estrellas Michelín–, explica que los datos apuntan a que “la mayoría absoluta PP-Vox es posible”, si bien “no tiene una alta probabilidad”. La partida está abierta, señala, en una semana muy abierta. Y eso, tal y como está el patio/la historia, es, no una buena noticia, sino una muy buena noticia.
3- Si se desconfía de la homeopatía, es lícito desconfiar de las encuestas electorales, esa ruleta rusa desde hace una década, desde que, al parecer, nadie dice lo que piensa, o nadie piensa lo que dice. En todo caso, parece que está pasando algo importante. O punto 8, al que se llega a través de un itinerario breve, iniciado en el punto 4.
4- Las derechas europeas están ganando sin llegar a máximos épicos. Simplemente ganan, de calle, sin apelación alguna, si bien por incomparecencia del contrincante. Las izquierdas no votan, no acuden. ¿Por qué no acuden los votantes de izquierdas?
La Tercera Vía ya no es socialdemocracia. Es la adopción del neoliberalismo
5- Por una doble crisis. O crisis a) y b). Siendo la a) una crisis lejana: el hecho de que la socialdemocracia está en crisis desde 1973, cuando no supo gestionar la crisis. Harold Wilson, en el momento de dimitir como primer ministro, en 1976, emitió, en petit comité y entre todos los argumentos posibles, este: no tenía una idea clara de qué hacer. Y era un sentimiento generalizado: en 1981, Mitterrand abandona la agenda de la socialdemocracia –la nacionalización de la banca, la intervención y la corrección severa en el mercado; en 1982, eso ya ni estaba en el programa del PSOE– e inicia algo que ya no es socialdemocracia, y que carece de nombre hasta que se lo pone Tony Blair, ese hombre, en los 90, cuando los Oasis, esa otra estafa. Es la Tercera Vía. O crisis b).
6- La Tercera Vía ya no es socialdemocracia. Es la adopción del neoliberalismo y de un solo elemento corrector ante él, que diferencia a la Tercera Vía de las derechas. Es un elemento que no se encuentra en la economía, ni en la política, y que no es algo concreto y objetivo, sensible de ser traducido a ley. Se trata de la amabilidad. La Tercera Vía es el neoliberalismo amable. Lo que es un contrasentido. Algo insatisfactorio para la socialdemocracia y para el neoliberalismo. Algo que ya nadie vota en Europa –la opción ha desaparecido, o casi, en muchos Estados, de hecho–, salvo por dinámicas y tradiciones locales –ese puede ser el caso, en ocasiones, en UK, o en España–.
7- En estas elecciones, las izquierdas –justas por pecadoras/Tercera Vía– se juegan su existencia. Literalmente. Sí, claro, no desaparecerán. Pero pueden desaparecer, por a) y b), como una posibilidad efectiva –incluso como una posibilidad anecdótica– para varias décadas, hasta que se reformulen en algo útil y lo puedan demostrar. Lo que sería un jalón fundamental para la desaparición de las izquierdas –las que aún quedan con juego de piernas–, para varias décadas, en Europa.
Sería necesaria una izquierda efectiva que no se centre en su léxico, sino en sus acciones, y que vuelva a pensar en reparto, antes que en amabilidad
8- Es importante saber que si en España –y luego, en Europa– desaparecen las izquierdas, no será por azar, sino por, lo dicho, a) y b), por su consecución lógica. La buena noticia aludida en el punto 3 es que, aparentemente, hay motivos para entender –una situación abierta significa eso, de hecho– que el electorado de izquierdas, en estas elecciones, podría no priorizar a) y b), como hace usualmente en todo el continente, sino c). Siendo c) la actitud ante la posibilidad, extraordinariamente verosímil, de que ganen las extremas derechas. Esto es, que cambie la cultura política, la realidad, los marcos, las expectativas, en España. Que la democracia se vea afectada, al punto de desaparecer funcionalmente. Que ello provoque cambios similares en Europa.
9- Es perceptible en la sociedad, en los usuarios de las izquierdas, una madurez mayor que en sus partidos. La sociedad, si esto es así, prioriza c) sobre a) y b). Esa actitud puede frenar a la extrema derecha de manera efectiva, a través de lo que ya no ocurre en Europa: una participación llamativa de las izquierdas en unas elecciones. Si bien eso no será suficiente, a corto plazo, para detener a la extrema derecha. Para ello sería necesario que los partidos de izquierdas reviertan las dinámicas a) y b). Es decir, para ello sería necesaria una izquierda efectiva, problemática, gamberra, humana, que no se centre en su léxico, sino en sus acciones, y que vuelva a pensar en corrección –del mercado y del clima– y en reparto –de la riqueza, del tiempo–, antes que en amabilidad. Lo que no es lo mismo, sino lo contrario, que una izquierda pura y dogmática –no hay nada más dogmático y crispado que la Tercera Vía–. La defensa de la democracia por parte de la ciudadanía puede impedir el acceso de la extrema derecha al Gobierno en esta ocasión. Ojalá suceda. Ojalá, todo lo que se apunta en esa dirección en las encuestas, resulte en esa dirección. Pero los partidos deben poner de su parte, en posteriores sustos. Y rapidito. O la extrema derecha vendrá, simplemente porque es lo siguiente y la evolución natural de a) y b).
1- Las oficinas de Correos se han reforzado. En Catalunya, desde donde les escribo, con unos 3.500 nuevos contratados. Si me quieren enviar un jamón certificado, que sepan que nunca ha sido más seguro y rápido. En todo el Estado han pedido el voto por correo 2,6 millones de personas. Correos ha...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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