1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

el poder de la imagen

Representar lo intolerable

Los cómics y el trauma

Gerardo Vilches 28/09/2023

<p><em>Entierro en Ornans</em> (detalle). Gustave Courbet, 1849. </p>

Entierro en Ornans (detalle). Gustave Courbet, 1849. 

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

En 2017, una cubierta de la miniserie The Divided States of Hysteria, creada por Howard Chaykin y publicada por Image Comics, generó una sonada polémica en redes sociales. La imagen mostraba a un joven identificado como pakistaní por un cartel que llevaba al cuello, ahorcado en medio de la calle, con sus genitales mutilados, si bien esto último había que deducirlo de la abundante sangre que manchaba sus piernas y camiseta. Previamente, el primer número de la serie ya había suscitado quejas, al mostrar explícitamente a una mujer trans agredida sexualmente por tres hombres, que luego son asesinados por ella como venganza. Las escenas pueden resultar agresivas y desagradables, pero esa era justo la intención de Chaykin, un autor de izquierdas que buscaba denunciar de la manera más impactante que pudo imaginar una realidad de un país cuyo auge de la extrema derecha y el odio era el leit motiv de la distopía inmediata que se planteaba en la serie, con mejor o peor fortuna. No lo entendieron así las personas de izquierda, activistas LGTBIQ+ o autores de cómics que criticaron duramente a Chaykin por sus imágenes y que, incluso, pidieron la retirada de la cubierta. Finalmente Image accedió a ello, y las reimpresiones de la obra se hicieron ya sin la imagen ofensiva, si bien el recopilatorio la incluía en su galería de portadas. 

La cuestión que aquí me interesa no es tanto si las críticas tenían razón o no, sino los argumentos que esgrimían para considerar que algunas imágenes no deberían ser creadas. De todo lo que se dijo en aquellos días, no he podido olvidar un titular de The Guardian que afirmaba sin ambages que la cubierta de marras “nunca debería haber sido impresa”. El asunto alcanza una dimensión que va más allá del caso concreto y plantea un debate fundamental en una era visual como la nuestra, en la que la producción y la recepción de imágenes ocupan un lugar central. El titular –y muchas de las opiniones vertidas en aquellos días– apuntan a la idea de que hay imágenes que no deberían ser creadas y realidades, por tanto, que no deben ser representadas mediante el arte. Sergio Martínez Luna habla en su excelente libro Cultura visual. La pregunta por la imagen (Sans Soleil Ediciones, 2019) de “imágenes intolerables”, referidas al horror sufrido por las víctimas, pero apunta a que la cuestión debería ir más allá de la mera presentación material de esos documentos, si hablamos de fotografías, o de otras representaciones gráficas. Sin embargo, el debate actual parece, más bien, girar en torno a una suerte de nueva iconoclasia: no debatimos en torno al papel que juegan las imágenes en el trauma, sino si es ético, legítimo o incluso legal producir ciertas imágenes que representan determinadas acciones. Apelar al buen gusto siempre es tramposo, porque este va cambiando con el tiempo de forma evidente: en el siglo XIX, Gustave Courbet provocó un gran escándalo con cuadros como El entierro de Ornans (1850), que hoy son perfectamente asimilables al buen gusto de la mayoría y al clasicismo. El trabajo de Courbet fue problemático por causas no muy distintas a las que aquí estamos tratando: se alejaba de la que el sentido común de su época consideraba que debía ser la función del arte, que tenía que representar lo bello y lo ideal, en lugar de las intimidades de las clases bajas que el pintor francés pintó en sus cuadros, alejándose de las convenciones burguesas y de los modelos clásicos.

Apelar al buen gusto siempre es tramposo, porque este va cambiando con el tiempo de forma evidente

El argumento principal de quienes abogan por la no representación de abusos a colectivos vulnerables como las personas trans es que esto los revictimiza y les hace revivir situaciones personales traumáticas. Parte de una posición dogmática –en tanto que no admite discusión como premisa del razonamiento–: representar una agresión es fetichizarla. No importa, para quienes así opinan, cómo se represente o cuáles sean las intenciones de los autores de estas imágenes: el mero hecho de que existan ya es deleznable. Como decía, me interesa poco rebatir estos argumentos, que creo que son excesivamente subjetivos y emocionales como para poderse discutir, pero sí resulta sumamente interesante analizar qué hay detrás de esto. 

Siempre resulta útil acudir a los orígenes: el debate de la idolatría y la iconoclasia en el seno del cristianismo primitivo tiene que ver, como ha estudiado ampliamente Alejandro García Avilés en Imágenes encantadas. Los poderes de la imagen en la Edad Media (Sans Soleil Ediciones, 2021) con el régimen que se le adjudique a la imagen, y si se considera esta una representación o una manifestación de lo sagrado: es decir, si la imagen es un mero instrumento para rendir culto a Dios o si ella misma puede ser objeto de devoción. Si se piensa lo segundo, el siguiente paso es conferirle poderes divinos a la propia imagen. Así es como la representación se confunde con lo representado, y pasan a ser una misma cosa: mancillar una imagen de Cristo es tan grave para un creyente no iconoclasta como mancillar al mismo Cristo, o más, podríamos decir, ya que, al fin y al cabo, lo único que tiene una existencia física mancillable es la imagen. Por el contrario, para los credos que no admiten la representación de las figuras divinas, adorar imágenes constituye un acto de idolatría censurable, pues ningún objeto material creado por el hombre puede recibir culto como si fuera el mismo dios.

Podríamos pensar que hoy está superada esta visión mágica de las imágenes y todos tenemos claro que la representación de algo no es ese algo

Podríamos pensar que hoy, salvo en un ámbito religioso muy concreto, está superada esta visión mágica de las imágenes y todos tenemos claro que la representación de algo no es ese algo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, y de ahí estos debates. Hay temas tabú que mucha gente prefiere no ver representados, lo cual evidencia, se sea consciente o no, que aún atribuimos a las imágenes cierto poder y confundimos su régimen de realidad con el de aquello que representan. Pero esto supone un cambio importante en una de las funciones del arte: a través de la representación de ciertas realidades, el receptor puede vivirlas simbólicamente. Se habla hoy de “espacios seguros” libres de representaciones dañinas, pero, en realidad, ningún espacio ha sido más seguro que el arte: en él, podemos experimentar realidades ajenas a nuestra experiencia, desarrollar la empatía y aprender sin sufrir consecuencias funestas. Podemos acercarnos a la experiencia de la guerra, la enfermedad o la tortura sin ser desplazados al frente, estar enfermos o ser torturados. Por supuesto, nada hay que decir acerca de la postura personal de alguien que, por sus propias vivencias, no soporta determinadas imágenes; hablamos ahora en términos generales. 

Todos hemos tenido la sensación de que la sobreabundancia de imágenes podía generar, en última instancia, más indiferencia que otra cosa

De hecho, resulta sintomático el cambio de régimen en la imagen dibujada. Tal y como ha explicado Hillary Chute en Disaster Drawn. Visual Witness, Comics and Documentary Form (The Belknap Press, 2016), durante la guerra de Vietnam el mundo occidental alcanzó una saturación de la imagen fotográfica que amenazaba con producir la insensibilización del público. Todos hemos tenido la sensación de que la sobreabundancia de imágenes de ciertos sucesos que hemos experimentado podía generar, en última instancia, más indiferencia que otra cosa. Frente a este problema, Chute explica que el regreso a la imagen dibujada supone una aproximación diferente, que implica el factor humano de la persona que crea esa imagen, y que permite una expresión más íntima, que apela de forma menos fría al público. Y no solo eso: en cuestiones en las que no existen evidencias fotográficas, el dibujo ha constituido una poderosa herramienta para levantar testimonio y contar experiencias horribles, como las sucedidas en los campos de concentración nazis, documentadas a través del dibujo por algunos prisioneros. 

Podemos ir más lejos: determinadas experiencias son tan abrumadoras que acaban resultando inefables. No es posible representarlas mediante el lenguaje. Es lo que sucede, por ejemplo, entre los represaliados por el régimen de Augusto Pinochet, según ha estudiado Jauma Peris Blanes en su libro Historia del testimonio chileno: de las estrategias de denuncia a las políticas de memoria (1973-2005) (Universitat de València, 2008): la dificultad para narrar las torturas sufridas es generalizada entre los supervivientes, que no tienen herramientas suficientes para ello. En ese contexto, el dibujo podría suponer una poderosa ayuda para transmitir una experiencia que es preciso conocer, pues depende de ello que se haga justicia y se repare a las víctimas.

Determinadas experiencias son tan abrumadoras que acaban resultando inefables. No es posible representarlas mediante el lenguaje

Volvemos al punto de partida: ¿qué puede hacer el cómic cuando se enfrenta a la necesidad de tratar con sucesos traumáticos? Dice Chute que su lenguaje está en permanente tensión entre lo que se representa y lo que no, y es una observación muy acertada: lo es en un nivel básico, ya que el dibujante tiene que escoger qué momentos de una secuencia representa y cuáles quedan elididos, pero también lo es cuando hablamos del trauma. Colisionan aquí diferentes voluntades: la de dar a conocer, la de concienciar y la de no ofender a unas víctimas con las que se empatiza. El grado de iconicidad del estilo de dibujo es un factor clave: Art Spiegelman recurrió en Maus (1980-1991) a un dibujo sencillo, lo que sumado al uso de gatos y ratones antropomórficos, parecía alejar los acontecimientos lo suficiente como para contarlos sin espectacularizarlos. Por el contrario, el Judenhass (2008) de David Sim trató el Holocausto mediante la explicitud de unos dibujos realistas de base fotográfica que reproducían una y otra vez el horror… hasta provocar la insensibilización que mencionábamos más arriba.

El fundido a negro como recurso para (no) mostrar el horror en Hierba.

El fundido a negro como recurso para (no) mostrar el horror en Hierba.

Existen, sin embargo, otras estrategias. En el reciente Hierba (2022), de la autora coreana Keum Suk Gendry-Kim, las violaciones cometidas por los soldados japoneses durante la ocupación de Corea a las eufemísticamente llamadas “mujeres de consuelo”, que no eran otra cosa que esclavas sexuales, tienen una gran importancia. Pero Gendry-Kim había tratado directamente con una de ellas, cuya historia inspira, de hecho, su obra, y no deseaba revictimizarla mostrando sus violaciones. Opera aquí esa actitud ante las imágenes que considera que su estatus está demasiado cercano a la realidad, hasta el punto de que representar un hecho es repetirlo, que vuelva a suceder. El recurso que la dibujante empleó para evitarlo está tomado del cine, y es un simple fundido a negro: varias páginas con viñetas de este color simbolizan una violación que los lectores tendrán que imaginar. Kate Beaton, en Patos: dos años en las arenas petrolíferas (2023) opta por dibujar los momentos anteriores a la violación que sufrió en su juventud, pero cuando la agresión sexual pasa de cierto punto, se dibuja a sí misma abandonando su cuerpo, representando el proceso de disociación que muchas veces opera en una situación límite, y nosotros la seguimos en su alejamiento, de manera que ya no vemos lo que le sucede. Y un ejemplo más: en Pantera (2014), Brecht Evens aborda de manera esquinada los abusos sexuales infantiles, que nunca llegan a verse explícitamente; prefiere jugar con la ambigüedad de las imágenes abstractas, y que la imaginación de los lectores haga el resto.

La disociación compartida por autora y lectora como estrategia de supervivencia en Patos.

La disociación compartida por autora y lectora como estrategia de supervivencia en Patos.

Estos recursos contrastan con la decisión narrativa que Debbie Dreschler tomó en su durísimo cómic La muñequita de papá (1996), un libro de estirpe underground en el que la autora habla de los abusos sufridos a manos de su padre, que muestra sin ningún filtro: las imágenes de la violación nos interpelan, sin que sea posible negarlos, suavizarlos o asumirlos como concepto pero no visualizarlos. Por supuesto, imágenes como esas pueden agredirnos y resultarnos muy desagradables. Pero distan mucho de fetichizar o estetizar los abusos, en primer lugar porque el dibujo de Dreschler no es bonito, y en segundo lugar porque los planos directos, sin artificios, parecen levantar acta de la monstruosidad y evitan cualquier tipo de filigrana técnica.

Beaton se dibuja a sí misma abandonando su cuerpo, representando el proceso de disociación que muchas veces opera en una situación límite

Nadie está obligado a ver una imagen que le hiere, por supuesto. Hay situaciones personales que superan cualquier límite. Pero es importante recordar que no todas las imágenes tienen por qué resultarnos edificantes. El poder del arte también reside en su capacidad para provocarnos, para hacernos sentir asco, dolor o miedo. El arte puede ser catarsis, reacción y despertar, y, para ello, las imágenes tienen que ser. La omisión puede ser eficaz si sabe usarse, pero cabe preguntarse si su generalización no acabará por provocar lo contrario de lo que denuncian quienes están en contra de la representación de ciertos sucesos, alegando, como se alegó en el caso de la portada de Howard Chaykin con la que abríamos este texto, que ha habido una sobreexposición de algunas imágenes traumáticas que hace innecesario seguir produciéndolas. Pero, a veces, es preciso ver; por eso el Gobierno de Estados Unidos lleva años estableciendo un férreo control sobre las fotografías de los conflictos bélicos en los que participa, hasta el punto de que no está permitido publicar o difundir fotografías de soldados estadounidenses muertos.

Para imaginar es preciso haber visto antes: si tendemos a un mundo en el que no se muestran esas imágenes intolerables, en el que determinadas realidades nunca son representadas, en el que determinadas cosas nunca son vistas, ¿qué significarán entonces las viñetas en negro? 

En 2017, una cubierta de la miniserie The Divided States of Hysteria, creada por Howard Chaykin y publicada por Image Comics, generó una sonada polémica en redes sociales. La imagen mostraba a un joven identificado como pakistaní por un cartel que llevaba al cuello, ahorcado en medio de la calle, con sus...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Gerardo Vilches

Es crítico de cómic e historiador. Autor de 'La satírica Transición'.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí