Pues sí, Cholo. Pues sí, Antoine. Hoy los niños habrán ido al cole con su camiseta rojiblanca, como pedisteis al término del partido, bien orgullosos de ver a su Atleti ganando al Real Madrid. Aunque conviene decir que muchos también lo harían si hubiera perdido. Y seguro que habrán soñado con los golazos de Morata y de Griezmann y los seguirán recordando dentro de muchos años. Y a sus padres, por el contrario, les habrá costado conciliar el sueño porque saben lo que cuesta ganar al vecino merengue y lo que se disfruta cuando se consigue. Y los colchoneros más veteranos hasta intentarán recordar cuál fue el último derbi en el que se coreó con oles el juego del equipo. Esta vez sí se cumplió esa frase tan manida de que en este tipo de encuentros da igual cómo lleguen los equipos. El que llegaba herido salió reforzado. Y el que venía en carroza, más por los resultados que por juego, se marchó con la calabaza.

Que Koke apareciera en el once inicial del Atleti, tras más de un mes de baja, era la mejor noticia para los de Simeone. Que Ancelotti optara por poblar el mediocampo renunciando a contar con una referencia arriba como Joselu provocaba dudas e incertidumbres. En ocasiones, en este tipo de partidos de mucha pasión y trascendencia, se impone más la cautela que el atrevimiento. Al menos de inicio. Le tenemos que agradecer al gol tempranero que nos evitara ese supuesto. Cuando apenas habían roto a sudar los jugadores, en el minuto 3, un gran centro de Lino al área desde la banda izquierda superó a Alaba y encontró el desmarque de Morata que mandó de cabeza el balón a la red para poner el 1-0.

El tanto motivó a los atléticos, llenándoles de energía y confianza, y exigió a los madridistas, que se veían obligados desde muy pronto a remontar. Debieron pensar que si ya lo habían conseguido hasta en tres ocasiones en lo que llevamos de Liga, lo podían volver a hacer. Pero esta vez no se repitió la misma situación. Primero por tener enfrente a un equipo especialista en defender un resultado, como es el Atleti. Un rival que puso coraje y corazón, como dice su himno, y mostró el espíritu combativo que no tuvo en Valencia. Y segundo, por la carencia de una referencia atacante durante muchos minutos y por la incapacidad para surtirle de balones cuando sí la tuvo. 

Más difícil se les puso la cuestión a los merengues cuando en el minuto 18 se juntaron dos de los grandes destacados en las filas locales en el partido. Lino buscó a Saúl y desde el lateral del área metió el ilicitano un pase medido a Griezmann, que con un suave cabezazo colocado junto al poste ponía el 2-0, ante la cara de incredulidad de los defensas merengues, que no tuvieron su mejor día. Lino ha dejado buenas sensaciones en los ratos que ha jugado y si mantiene este nivel, ayudará a que no se eche tanto de menos a Carrasco. En un equipo que anda justo de jugadores desequilibrantes, su presencia se antoja muy necesaria.

Pudo incluso volver a marcar el Atleti en un remate de Saúl dentro del área tras centro de Llorente, pero lo impidió Kepa con una buena parada. Y de lo que pudo ser el 3-0 se pasó al 2-1. Un centro de Valverde desde la banda lo despejó Savic, el balón le llegó a Kross, que fuera del área recortó a Llorente y soltó un gran derechazo raso junto al palo que no pudo parar Oblak. El Real Madrid olió la posible remontada y metió una marcha más. El Atleti se refugió en su parcela y dejó que el rival acaparara el balón. Lo pudo haber pagado, pero el árbitro anuló un gol a Camavinga por fuera de juego previo de Rudiger, que aunque no tocó el balón, participó en la jugada al intentar buscar el centro, haciendo que Hermoso tuviera que estar pendiente de él en lugar de marcar a otro rival. Antes del descanso llegó otra acción con algo de polémica, en una fuerte entrada de Giménez a Rodrygo, pegada a la banda que se saldó con amarilla y que los merengues reclamaban que fuera algo más.

A Koke se le acabó la gasolina tras los primeros 45 minutos y fue sustituido en el descanso por Witsel, mientras que Ancelotti se dio cuenta de la carencia de su equipo y metió a Joselu retirando a Modric. La gestión de los minutos del croata puede ser un punto de fricción a lo largo de la temporada para el técnico merengue. Simeone confesó después que les dijo a sus chicos en el vestuario que si seguían como en los minutos finales del primer tiempo perderían el partido. Que jugaran con el balón, que ellos también saben. 

Dicho y hecho. En el primer minuto, Griezmann buscó a Saúl, que volvió a meter otro buen centro al área para que Morata ganara de nuevo la partida a los centrales y rematara el balón a la red con un buen cabezazo. Puede ser casualidad que los tres goles fueran de cabeza. Casualidad o causalidad, porque el Cholo explicó al final del partido que estaba preparado buscar los centros al segundo palo “porque ellos tienen dificultades en los laterales para cerrar el lado contrario”. Con sus dos asistencias, sería injusto no hacer mención del buen partido de Saúl. Que recupere parte del nivel que mostró en el pasado sería una noticia muy buena para el equipo.

De cabeza casi volvió a marcar el Atleti con un remate de Hermoso a la salida de un córner que mandó el balón al travesaño antes de marcharse fuera. Ancelotti buscó soluciones e hizo un triple cambio, metiendo a Mendy, Nacho y Tchouameni por Lucas Vázquez, Fran García y Camavinga, pero la defensa atlética se mantuvo firme ante los intentos rivales. Ni siquiera con la presencia de Joselu fue capaz el equipo blanco de mandar balones al área con peligro. Ante eso, la solución que buscó fue la de los tiros lejanos. Los potentes remates de Tchouameni y Rudiger se marcharon fuera por muy poco. Por su parte, Simeone metió a Azpilicueta por un Nahuel que ayer mostró menos energía que otros días, para controlar a Rodrygo que había caído a la banda izquierda del ataque.

Curiosamente fue con la última bala que probó Ancelotti, la de dar entrada a Brahim, cuando pudo encontrar algún resquicio ofensivo gracias al desequilibrio del andaluz. Suyo fue un remate en el área que Oblak tuvo que despejar a córner además de forzar algunas faltas que dieron opciones a balón parado. Simeone refrescó al equipo retirando a un renqueante Giménez, además de a Lino y Morata, dando entrada a Galán, Correa y Memphis, que estuvo cerca del cuarto con un potente disparo que se marchó fuera por poco. Bellingham no tendrá buen recuerdo de su primer derbi. Además de la derrota y de no jugar un buen partido, bien vigilado por los rojiblancos, protagonizó en el añadido una dura entrada a Correa que se quedó en amarilla. Nada estropeó la fiesta de la afición colchonera, que vivió los últimos instantes coreando con oles los últimos pases de seguridad de los suyos. 

Es cierto, son solo tres puntos, aunque el componente emocional y de rivalidad agrande el sentimiento, tanto en sentido positivo como negativo. Los derrotados quitarán trascendencia al tropiezo y los vencedores disfrutarán, pero no tendrán mucho tiempo para hacerlo porque enseguida llega otra jornada. Veremos qué resaca deja. ¿Será un episodio pasajero en la hasta ahora brillante trayectoria merengue o síntoma de que los resultados tapaban algunas carencias, más allá de la efectividad goleadora de Bellingham? ¿Podrá el Atleti mostrar este nivel de intensidad y contundencia en próximos compromisos?