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No muchas voces se han acercado a contar las historias detrás de los mostradores de los establecimientos mal conocidos como ‘chinos’ (utilicemos mejor el nombre que aparece en sus propios letreros: bazar o tienda). La cineasta bilbaína Arantxa Echevarría lo ha hecho en su último filme, Chinas, un largometraje enfocado en los retos que afronta la segunda generación de migrantes chinos.
La directora de Carmen y Lola (2018) denuncia el racismo contra el colectivo chino y las cuestiones intergeneracionales a través de las vidas de las niñas y adolescentes Lucía, Xiang y Claudia, tres historias que retratan una instantánea de los prejuicios contra la cultura asiática y los problemas derivados de una identidad dual cada vez más fragmentada.
Desde el simple deseo de celebrar los reyes magos hasta la obligación de tener que cargar con responsabilidades mayores, la infancia y la adolescencia de la segunda generación de migrantes es diferente. Las referencias cambian, los entornos educativos y familiares importan, y mucho. Las consecuencias derivan en los problemas de identidad.
Una de las denuncias que hace Chinas es el racismo que sufre la comunidad china. Esta es una de las preguntas que se han estado comentando y debatiendo mucho últimamente. ¿España es racista?
España está compuesta por latinos, rumanos, árabes, chinos, filipinos, y es más, creo que es una España mucho mejor
Debate ninguno. Claro que es racista. Además, es curioso porque somos un país multirracial. España está compuesta por latinos, rumanos, árabes, chinos, filipinos, y es más, creo que es una España mucho mejor. Porque es coger lo mejor de cada casa y compartirlo. Y el que no se dé cuenta de ello se va a llevar un chasco brutal en solo una generación. No sé cuán racista o clasista es la sociedad española, pero creo que como todo el mundo.
Cualquier persona puede ser de cualquier sitio o de varios sitios a la vez.
A mí me encantaría ser de otro lado. Me encantaría tener dualidades diferentes. Sería maravilloso, aunque, por otro lado, dificilísimo porque vivimos en una sociedad racista. Pero si borráramos todo eso, habría sido una mezcla de culturas maravillosas. Yo, por ejemplo, nací en una familia cristiana entre comillas, pero fui bautizada e hice la comunión, entonces supuestamente soy cristiana, pero yo no soy católica, no me siento así.
La identidad es lo que tú te sientes. No es dónde naces ni dónde te crías, sino cómo te sientes. La familia crea esa identidad porque te da unas normas culturales, unos conceptos, y habitualmente suelen chocar con el lugar donde vives, con la educación, con el colegio, con los amigos. Y yo creo que es ese el peor momento para buscar tu identidad y es más o menos cuando te lo exige todo el mundo.
Como un esquema pautado a seguir justo en la adolescencia.
Claro. Eso es justo de lo que queríamos hablar en la peli, que hay un momento de fractura dentro del adolescente. Ese quiero pertenecer a algo, en el que incluso te engañas, y crees que puedes pertenecer quizá al grupo de amigos, pero quizá tienes menos en común con ese grupo de amigos que te ha tocado que con tus referencias culturales.
Me ha parecido muy dura la crítica sobre la hipersexualidad de los jóvenes y que esa sea la manera de socializar en la actualidad. ¿Necesitamos nuevas herramientas para socializar durante la adolescencia?
Una cosa que a mí me preocupa es la no educación sexual. La educación que se recibe es a través de las pantallas. Por ejemplo, es tan fácil acceder al porno sin quererlo y está hipersexualizado todo. A mí, como feminista, me asusta mucho eso porque coloca a la mujer en un sitio y al hombre también, irremediablemente. Por ejemplo, en la película, cuando hablo del muelle, ese juego sexual, yo lo descubrí por la madre de una amiga. Cuando me hablaba del juego me hablaba de empoderamiento. Claro, yo le puse cara de que eso destroza la imagen del feminismo. Me ponía muy nerviosa porque decía “todo nuestro trabajo se va al garete…”.
¿Cómo surgió Chinas?
Todo lo que pasó en la película con Lucía, con la carta a los reyes, me pasó a mí. No, ojalá. Pero me pasó una cosa que es peor y es que yo era muy amiga de Lucía. Yo había estado tres años con ella y a veces no tenía por qué ir e iba para ayudarle con los deberes. Y me pasaba una cosa con la madre, con Sui, que está en la peli, que siempre que le pagaba algo miraba los billetes al trasluz.
Y a mí me ofendía, estoy aquí con tu hija, ayudándola con los deberes y un día le digo que me está molestando, ¿es que no te fías de mí? Y me dijo que claro que sí, que era su amiga, pero que no se fiaba de que alguien me hubiera colado uno falso. Ahí me di cuenta de que no hacía las preguntas que tenía que hacer y que tenía prejuicios.
Debo reconocer que esta es una de las grandes dudas que he tenido con la película. ¿Qué pasó con la muñeca?
Resulta que un día vino Lucía y me dijo “coge la carta” y me pidió que la echara porque en el cole decían que tenía que mandarla un adulto. Compré la muñeca Monster High con el pelo azul y la metí por el cerramiento, pero me levanté a las tres de la mañana y me digo: ¿por qué obligo yo a una madre a recibir un regalo no deseado? Intenté sacar la muñeca, pero era un lío y me fui a casa sin ella.
¿Sabes qué pasó? Me dio muchísima vergüenza y no volví. Después de unos años me di cuenta de que el local estaba cerrado y no supe más. Entonces no sé si cogió o no la muñeca, estoy deseando que Lucía vea la película y que si me reconoce que me escriba y que me diga si le dieron la muñeca y que nos veamos.
También te quería preguntar sobre las adopciones chinas.
Sobre la adopción racial me pareció complicadísimo. Y me parecen unos valientes, los adoptantes. ¿Tú te imaginas tener cinco añitos e ir con tus padres de la mano al parque y que todo el mundo sepa que no son tus papis de verdad? Y encima que alguien te ha rechazado. Y todo el mundo te mira y todo el mundo lo sabe y cómo te critican.
Claro, pero lo utilizan como si fuera un insulto.
Claro, ese es el problema. Pues eso me pasó en los coloquios. Me encanta hacer coloquios porque me gusta estar con la gente y cada día aprendo algo. Últimamente ha habido dos colegios a los que venían chicas adoptadas chinas y es una pasada la identificación que tienen con la peli. Yo no sabía que iba a tocarles tanto, pero es que los padres españoles de las asociaciones nos dicen que no quieren que pierdan su cultura, que aprendan chino y que si quieren volver. Pero claro, las niñas les dicen que son españolas.
Esto no es una cuestión de color de piel. Y eso es lo que intentamos hacer en la película
Esto no es una cuestión de color de piel. Y eso es lo que intentamos hacer en la película. Da igual la posición económica porque en ambos casos había un problema de comunicación, el de no escuchar. El problema generacional lo vas a tener siempre, es una cuestión de empatía, de ponerte en el lugar del otro.
También te quería preguntar sobre el final. ¿Es un cierre abierto?
Sé que es un final abrupto. Pero para mí son personajes vivos y no me sentía con la autoridad de cerrar sus historias. Por ejemplo, cuando Lucía se encuentra en el año nuevo chino y dice que se tiene que ir, que es la cola del dragón, para mí está diciendo que la próxima generación española va a ser la cola de todo ese dragón, de las próximas generaciones.
Próximas generaciones que serán más conscientes de su dualidad identitaria.
Esto es lo que hemos intentado llevar a la película porque esto nos lleva a la identidad. La que tienes tú y la que la gente te hace tener; es decir, somos una fotografía. Yo tengo la sensación siempre de que mi identidad la ha marcado la mirada del otro. O sea, tu identidad seguro que, por ser de Filipinas, para la mirada del otro es “uy, tiene unos rasgos que dicen que es latina, o filipina”. Y de pronto te está quedando una identidad que tú no eres y que, además, no entiendes. Eso a mí me parece frustrante. Pero al final no deciden ellos lo que tú eres capaz de hacer. No somos el reflejo de nadie.
Desde mi punto de vista, siempre he tenido ese conflicto con la identidad. Al final, como migrante de segunda generación, me he sentido un poco en ese limbo entre dos mundos.
Claro, claro. Que podrías coger lo mejor de ambos, y te preguntas por qué cuando podrías tener lo mejor de ambos, con más riqueza de ambas, al final te quedas en el medio, en ese limbo. Pero, bueno, tal vez ese sea el sitio, ¿no?
Totalmente. Tal vez ese sea el sitio que buscamos.
Qué complicada es la identidad, la verdad. Yo diría que cuándo te pregunten de dónde eres, hay que decir de donde seas feliz. Ahí es donde pertenecemos.
No muchas voces se han acercado a contar las historias detrás de los mostradores de los establecimientos mal conocidos como ‘chinos’ (utilicemos mejor el nombre que aparece en sus propios letreros: bazar o tienda). La cineasta bilbaína Arantxa Echevarría lo ha hecho en su último filme, Chinas, un...
Autora >
Damaris Rachel Sobejano Agustín
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