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Quién anteponga la imagen y las sensaciones al resultado, seguramente no saldría muy eufórico del Metropolitano. El Atleti y el Celta no regalaron un partido brillante a los miles de niños que poblaron las gradas para celebrar el día anual que les prepara el club colchonero. Tampoco lo fue hace una semana en Mallorca en el caso de los rojiblancos. Sin embargo, en ambas citas consiguió la victoria a través de ese unocerismo que tantas alegrías dio en el pasado. Es más, si nos agarramos a los números, los de Simeone han ganado cinco de los seis últimos partidos de Liga, una racha que ha coincidido con una leve mejoría de sus prestaciones en defensa, como demuestra que haya dejado su portería imbatida en dos jornadas consecutivas, algo que no conseguía desde el pasado mes de enero. A falta de pan, buenas son las tortas de una racha que deja a punto de caramelo para los atléticos una nueva presencia el próximo año en la Champions.
Los partidos que se juegan a primera hora de la tarde, sobre todo si aprieta el calor, son propensos al sopor, tanto en los jugadores como en los aficionados. No es fácil que tengan mucho ritmo e intensidad. Y más a estas alturas, donde cada punto es un tesoro y de inicio se antepone el del empate con el que empiezas a la búsqueda de un tesoro mayor. Algo de eso hubo en el choque entre madrileños y gallegos, a pesar de que el arranque de los locales fue prometedor. A través de esa dupla por la banda izquierda por la que está apostando últimamente el Cholo, con Riquelme y Lino, el Atleti encontró fisuras en la defensa viguesa y Correa, Riquelme y Lino pudieron marcar, pero en todas las ocasiones se encontraron con un inspirado Guaita.
Esa efervescencia atlética se fue apagando por la espesura de ideas ofensivas en la que entraron y porque el Celta se metió poco a poco en el partido, haciéndose con el balón y protagonizando posesiones más o menos largas que, eso sí, no generaban ningún peligro. Bamba era el más bullicioso en las filas visitantes, dándole trabajo a Hermoso durante toda la tarde. El juego se ralentizó, y durante varios minutos el encuentro pareció un amistoso de pretemporada más que uno en el que los locales se jugaban meterse en la Champions y los otros acercarse a la permanencia. Ni los cambios tácticos, con Simeone mandando a Riquelme a la posición de interior diestro y bajando a Lino a la posición de carrilero izquierdo, lograron un efecto positivo.
En medio del tedio apareció de repente un golpe de efecto. Koke metió un pase maravilloso desde su propio campo al desmarque de Llorente que se quedó solo en el mano a mano, pero se precipitó y su disparo con la izquierda desde el área grande fue deficiente, y salió centrado el balón, lo que permitió que Guaita atrapara sin demasiados problemas. En el otro lado del campo, un despeje de Witsel hacia su propia portería que se marchó cerca del palo fue el mayor susto que se llevó Oblak en los primeros 45 minutos.
Simeone retiró a Lino en el descanso y metió a Morata para intentar tener más mordiente en ataque. Pero el partido siguió por los mismos derroteros, metido en el cloroformo que formaba la falta de intensidad de los rojiblancos y el conformismo de los celtiñas. Tan poco le debió de gustar lo que veía al técnico local que enseguida metió a De Paul por Savic, lo que acarreó una nueva modificación de posiciones. Azpilicueta se puso como central y Llorente hizo de carrilero derecho.
Da la impresión de que sabedor de las carencias de su equipo para mantener un ritmo alto de juego durante muchos minutos y de los fallos defensivos que les han lastrado en la campaña, Simeone ha optado en esta recta final del curso por intentar reducir riesgos, hacerse fuerte atrás, poner al equipo lo más junto posible y confiar en aprovechar alguna oportunidad, algo, esto último, no tan sencillo viendo la sequía realizadora de hombres como Morata y Griezmann. El francés sigue muy lejos de su mejor versión y un partido más apenas tuvo trascendencia en el juego. El plan se le pudo estropear al Cholo porque Aspas estuvo a punto de adelantar al Celta en la mejor ocasión de los de Balaidos. Bamba se internó por la derecha y su pase atrás encontró al delantero desmarcado en el área cerca del punto de penalti, pero su remate a media altura salió centrado y Oblak pudo rechazar el esférico en una acción llena de reflejos.
Nueva vuelta de tuerca desde el banquillo local, dando entrada a Barrios por Correa. Estaba claro que el Cholo veía que su centro del campo no funcionaba y quería reforzar esa parcela. Y es que el Celta seguía controlando el balón y poco a poco se animaba a visitar a Oblak, que tuvo que trabajar de nuevo para desviar un potente tiro de Fran Beltrán desde fuera del área. La prueba de que Griezmann no tenía otra vez el día es que se fue al banquillo a falta de 15 minutos para el final. Junto a él se retiró Riquelme y entraron Memphis y Reinildo. La actividad en el área técnica local contrastaba con la apuesta continuista visitante, ya que Giráldez solo hizo un cambio, quitando a Larsen por Allende, hasta los últimos minutos.
El Atleti notó para bien la entrada de Barrios, De Paul y Memphis y poco a poco, sin demasiadas algarabías tampoco, retomó el control del choque y se estiró hacia la portería rival aun a costa de poder recibir alguna contra peligrosa. Si en el primer tiempo casi todo el peligro llegó por la banda izquierda del ataque rojiblanco, en esta parte final tomó protagonismo el carril derecho, donde se juntaban Llorente, Barrios y Memphis. El canterano filtró un pase al neerlandés, cuyo disparo en posición escorada despejó Guaita con los pies. El propio Barrios estuvo a punto de hacer un gol antológico al rematar de volea en el aire un servicio de De Paul. El balón estuvo a punto de superar a Guaita, pero logró tocarlo con la punta de los dedos y mandarlo al travesaño antes de que se marchara fuera. Y De Paul conectó un disparo desde la frontal que el portero acertó a enviar a córner con una gran intervención. Era el preludio de lo que iba a venir cuando estábamos ya en el minuto 84.
La defensa del Celta despejó el lanzamiento de ese saque de esquina y el balón le llegó a De Paul situado a la altura de la línea del área grande, algo escorado hacia el sector izquierdo del ataque. Un poco por acabar la jugada para evitar una posible contra y otro poco por probar fortuna, lo cierto es que tras controlar la pelota con el pecho, conectó una preciosa volea a media altura que pasó entre la maraña de atacantes y defensores que había en el área y que se metió en la portería cerca de la escuadra a pesar de la estirada de Guaita. Estaba claro que para meterle un gol en este choque al portero celtiña tenía que ser en un disparo prácticamente imparable. El partido lo olvidarán rápido todos los que tuvieron la oportunidad de verlo. El gol de De Paul, sin embargo, perdurará en el recuerdo de todos ellos.
El Atleti deja prácticamente sellada su presencia en la próxima Champions al sacar ocho puntos al Athletic con solo nueve en disputa. Incluso puede soñar con intentar escalar una posición si gana lo que le queda y Barcelona o Girona pinchan. Veremos si este modo práctico, de versión beta, de vuelta a los principios básicos, permite a los rojiblancos prolongar la buena racha de resultados. Los fuegos de artificio parecen quedar para otro momento.
Quién anteponga la imagen y las sensaciones al resultado, seguramente no saldría muy eufórico del Metropolitano. El Atleti y el Celta no regalaron un partido brillante a los miles de niños que poblaron las gradas para celebrar el día anual que les prepara el club colchonero. Tampoco lo fue hace una...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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