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Ya está, sí. El cacareado objetivo de los dirigentes del Atlético de Madrid, conseguir la clasificación para disputar la Champions League del año que viene, se ha conseguido en el campo del Getafe. Se ha conseguido con sorprendente brillantez, además, cuando todavía faltaban por disputar dos partidos de Liga. Es decir, un pequeño éxito dentro de una temporada extraña, compleja y preocupante. Decía Séneca que no hay viento favorable para el que no sabe dónde va y quizá por ahí debería empezar el análisis sesudo y pausado que, sin duda, necesita hacer este Club. Expulsado de Copa y de Champions con actuaciones controvertidas que sembraron muchas dudas, alejado muy pronto de las glorias en la competición local, en estos últimos partidos, el Atleti, por una vez, parecía tener claro el objetivo. Sin eufemismos ni circunloquios. Sin espacio para especular con los esfuerzos o con el futuro. Y ha funcionado. Desde la derrota en Dortmund y el ridículo de Mendizorroza, el equipo de Simeone, teniendo claro lo que quería, con mejor o peor juego, con mayor o menor grandeza, no ha vuelto a empatar o perder un partido. Quizá no signifique nada. Quizá lo signifique todo.
El inicio del partido, curiosamente, no dio demasiadas señales positivas. La sensación que dejaron esos primeros minutos fue la de que el Getafe había salido con una marcha más que su rival, lo que desgraciadamente es algo recurrente en esta extraña temporada colchonera. El Atleti seguía en su empeño de declararse enemigo de aplicar velocidad al movimiento del balón y eso, junto con la presión adelantada de los locales, hacía que los de Simeone estuviesen lejos de la pelota y tuvieran que quedarse esperando. Y así estuvimos un buen cuarto de hora en el que, sin embargo, no ocurrió prácticamente nada. Apenas un remate de Greenwood desde dentro del área tras jugada individual.
No obstante, poniendo un poco de distancia en el análisis, uno se daba cuenta de que el Atleti estaba cómodo en el campo. Es decir, que puede que lo que estuviese ocurriendo allí fuese simplemente parte del plan. Lo que pasó a continuación no hizo más que confirmar este punto. Los de Simeone se pusieron a jugar primero bien y después muy bien. Correa volvía loca a la defensa rival y Griezmann, Barrios, De Paul o Llorente combinaban por detrás, con bastante criterio. Sin notar un punto de inflexión demasiado evidente, la pelota pasó a ser propiedad de los colchoneros, que además hicieron muy buen uso de ella. Acercándonos a la media hora de partido, un excelente pase de De Paul a la espalda de la defensa del Getafe, unido a la habilidad de Correa para llevarse a los defensas rivales, hizo que Griezmann pudiera entrar en solitario al área, bajase el balón con un control prodigioso y lo metiera en la portería contraria después.
El equipo rojiblanco no se descompuso tras el gol. Aunque pudo hacerlo, gracias a la enésima frivolidad de Hermoso, que decidió hacer un pase horizontal en defensa, absolutamente gratuito, provocando que el balón, tras un par de rechaces, acabara en los pies de Greenwood. El inglés remató a puerta con criterio, pero la mano salvadora de Oblak hizo que el balón saliese desviado al larguero. Fue un espejismo, porque el Atleti siguió dominando el balón, el partido y el juego. Correa aprovechó ese buen momento para marcar un bonito gol tras otra excelente muestra de juego colectivo, pero fue justamente anulado por fuera de juego. No ocurrió lo mismo en el siguiente acercamiento colchonero. De Paul picó un buen balón interior para Correa, el argentino lo envió al centro de la portería, Lino no consiguió contactar con la pelota, pero sí lo hizo Griezmann, que la reventó desde la izquierda, sin ángulo y con el portero ya en el suelo.
Simeone aprovechó el descanso para sentar a Barrios y sacar a Riquelme. Aunque no había estado mal en canterano, imagino que el entrenador rojiblanco vio las posibilidades que ofrecía el partido con Llorente más arriba. Bordalás metió también pólvora en el campo, con la inclusión de Mata, Latasa y Jordi Martín, lo que seguramente vaticinaba un panorama diferente para la segunda parte. Nada más lejos de la realidad. No habían pasado ni cinco minutos cuando el Atleti hizo el tercer gol y ya definitivo. Lo hizo además con una salida de balón desde al área, al primer toque, plástica y precisa, que hizo que se me saltaran las lágrimas. El balón llegó a Lino por la izquierda que, encarando la portería y a gran velocidad, metió un gran pase a la espalda de la defensa del Getafe. Griezmann, otra vez, aprovechó para meter el balón por debajo de las piernas del portero y completar un balsámico hat-trick.
Y se acabó el partido. Es verdad que faltaba todavía mucho tiempo, pero ni el Getafe dio muestra de poder estar a la altura de afrontar lo que tenía delante, ni el Atleti dio muestras de querer bajar los brazos. Los getafenses intentaron merodear el área, sí, pero más por inercia que por juego. No recuerdo una sola intervención de Oblak de cierto mérito. Y hubo alguna muestra de relajación por parte rojiblanca, sí. También alguna imprecisión. Poca cosa, en cualquier caso, para lo que ha sido la temporada del equipo fuera de su estadio. La última media hora del partido se puede resumir diciendo que estuvo más cerca el cuarto gol visitante que el primero local.
Ahora quedan dos partidos para disfrutar del fútbol y muchas semanas para analizar lo que ha sido la temporada. Ahora sí, toca decidir qué quiere ser este equipo el año que viene. Toca que lo decida la propiedad, en realidad, porque yo lo tengo muy claro. Y no hay tantas opciones. O se decide crecer y mirar hacia arriba, para lo que se necesitará una inversión suficiente que permita construir un equipo capaz de ese reto, o se sigue reduciendo el mantenimiento, expoliando las ganancias y exprimiendo los recursos, como se ha venido haciendo en la última década. Hagan sus apuestas.
Ya está, sí. El cacareado objetivo de los dirigentes del Atlético de Madrid, conseguir la clasificación para disputar la Champions League del año que viene, se ha conseguido en el campo del Getafe. Se ha conseguido con sorprendente brillantez, además, cuando todavía faltaban por disputar dos partidos de Liga. Es...
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