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Han pasado unos días desde su incomprensible muerte, el 16 de mayo a los 54 años, pero CTXT no podía dejar de rendir un pequeño homenaje a Francisco Arroyo. Pachi fue durante algunos años uno de los abogados de esta revista. Pero era mucho más que eso. Era un abogado que hablaba y escribía como un sabio. O igual era un sabio que hablaba y escribía y de vez en cuando ejercía también de abogado. Cuando te lo encontrabas, era siempre una alegría verle, porque no importaba lo chunga que estuviera la cosa, siempre te reías y aprendías. De Derecho, de cine, de comida, de música, de literatura, de flamenco…; sabía de todo pero ni presumía ni daba lecciones.
Tenía una forma de hablar peculiar, un poco rasposa, y a veces terminaba las frases con un suspiro abrupto, como un susto pequeño. Era de izquierdas, de Oviedo (sector Villafranca de El Bierzo), del Atleti, y no le gustaban un pelo los arrogantes ni los que abusan de su poder o de su dinero. Así que, aunque nos vimos menos de lo que yo hubiera querido, y por motivos casi siempre profesionales, desde muy temprano me consideré su amigo.
Los motivos profesionales fueron, básicamente, dos. Las demandas, una civil y otra penal, que un mamarracho, cuyo nombre no merece la pena ni citar aquí, tuvo a bien interponer contra esta revista, sus editores y un colaborador joven y honesto, por publicar una información veraz, contrastada y además cierta sobre las oscuras andanzas financieras del personaje cuando ejercía como presidente de la Academia del Cine.
Tuvimos la inmensa suerte de que la Academia nos sugirió que nos defendiera el despacho de Santiago Mediano, y allí conocimos a Santi y a Pachi, una pareja digna de una peli de Mankiewicz: empáticos, elegantes, graciosos, humildes, buenas personas, competentes, sanadores: Santi con más cultura de calle y Pachi con su enciclopedia a cuestas.
Las demandas-mordaza del famoso actor de serie B quedaron finalmente en nada porque el Supremo acabó asumiendo que la información no mancillaba en absoluto el honor del demandante y de paso lo condenó en costas, con lo cual nos dimos un pequeño festín a costa del mamarracho. Teníamos que festejar que acababan por fin ocho años de pesadilla, y que no solo salimos indemnes de un par de juezas más partidarias de la televisión basura que de la libertad de información, sino que el camino nos juntó con dos tipos de bandera.
Además de redactar las alegaciones y recursos que salvaron a la revista de ser condenada por difamar a un mentiroso, Pachi Arroyo escribió en CTXT un par de artículos formidables. Uno de ellos lo envió poco antes de que el TS dictara la sentencia del procés, cuando muy pocos juristas se atrevían a hablar de la cacería en curso contra los líderes catalanes. Eran siete breves semblanzas de los jueces del Supremo. “De Marchena he leído una sentencia”, decía con su fina ironía. “A su pluma se debe la que condenó a César Strawberry, quien había sido absuelto por la Audiencia Nacional de enaltecimiento del terrorismo por cinco tuits”. Y concluía, profético: “El Marchena literal tiene peligro”.
Rebuscando en mi teléfono, encuentro ahora unos SMS –Pachi no usaba Whatsapp– que nos enviamos el día de la última Champions afanada por el Real Madrid –huimos a su tierra en busca de silencio–. Y los dejo aquí (sin tocar ni una coma) porque quizá a sus amigos y familia les gustará leerlos:
“En Ponferrada, Muna, La Violeta y Lúa. El primero es moderno y lleva fama de ser el mejor y más caro. Los otros dos tienen muy agradables terrazas en una plaza con soportales amplia y sin coches ¡Que lo paséis muy bien! Como os gustará (y quedará mucho por ver) avisa en la siguiente visita y os podemos hacer de cicerone. Local. Pregunta por los proyectos eólicos del Alto Bierzo. Tienen su noticia. Un abrazo”.
“Un añadido reiterador y recomendante. La bodega de Mesón Don Nacho es extraordinaria. Merece la pena. Invocad mi nombre, si os atiende Pedro. Sé que para él es bienvenido”.
“Me alegra que os gustase. El pueblo tiene menos gente de la que tuvo. Y eso no parece que vaya a cambiar”.
Así era él. Una de esas personas que mejoran la vida de los que tiene cerca. Solo queda el consuelo de que sus hijos, su mujer, sus amigos y también quienes lo conocieron menos –incluidos los mamarrachos–, saben que Pachi fue un ser humano cabal y excepcional, al que será muy difícil olvidar.
Han pasado unos días desde su incomprensible muerte, el 16 de mayo a los 54 años, pero CTXT no podía dejar de rendir un pequeño homenaje a Francisco Arroyo. Pachi fue durante algunos años uno de los abogados de esta revista. Pero era mucho más que eso. Era un abogado que hablaba y escribía como un...
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Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
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