OBITUARIO
Mesura y elegancia
Santiago Mediano 25/05/2024
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Ante todo, y, sobre todo, Pachi ha sido un hombre bueno. Llenó las alforjas de bondad, belleza, y buen humor, pero no las propias, sino las de todos los que lo conocimos. Toda su vida la pasó haciendo el bien de forma discreta y callada, y nunca hizo ostentación de sus muchos méritos, ni siquiera los celebraba, pero sí lo hacía siempre con los ajenos. Jamás exageró los males que padeció, especialmente en la última etapa de su vida, más bien lo contrario, les restaba importancia para no ser fuente de preocupación. Tan es así que solo supimos que estaba gravemente enfermo cuando ya no pudo más, y tuvo que dejar el trabajo. La enfermedad duró sin duda mucho más tiempo, y lo veíamos cojear, y encontrarse mal, pero jamás se quejaba. Simplemente, un día, dejó de venir por la oficina, pues no podía, sencillamente no podía. Incluso después, para no preocuparnos ni ocasionar molestia, siempre manifestó el máximo optimismo sobre su situación. Solo el día antes de cruzar el Umbral habló conmigo con franqueza, y pudo desahogarse, pero lo hizo con una mesura y elegancia sobrecogedoras, siendo su única preocupación que sus hijos pudieran enfrentar la pérdida del padre sin menoscabos emocionales irreparables, que su mujer dispusiera de los medios necesarios para dar a la familia una vida digna y buena, y el posible sufrimiento de sus padres y hermanos.
En fin, yo estoy sobrecogido. Pachi ha sido un ejemplo hasta el fin. Sus últimas horas las vivió aceptando sin amargura lo evidente, y sin causar la más mínima molestia. Se marchó como vivió: como un señor, como un hombre bueno. Recuerdo su última mirada de gratitud, de amor, y de cierta tristeza, pues le gustaba la vida, la amaba como amaba a su más preciado bien: su familia y sus amigos.
Para mí, ha sido un tesoro conocerlo y pasar con él miles de horas en el trabajo, en viajes, en los juzgados, comidas, cenas, en el festival de cine que organizaba todos los años, en la ópera, yendo a comer cocidos al Casino, riéndonos de sus inefables regalos de amigo invisible, o jugando al mus,... Aún resuena en mis oídos un “¡órdago a Pachi!”, que una tarde, jugando a las cartas, se le escapó.
Estoy muy agradecido al universo por haberlo conocido y por haberlo tratado mucho y a fondo. En esto, soy un privilegiado. Y agradezco también mucho al universo haber cruzado mi vida con la de tod@s vosotr@s.
En nombre de Pachi, y tomando las palabras de Pau Donés, os recuerdo a tod@s que vivir es urgente.
Un abrazo enorme.
Santiago
Ante todo, y, sobre todo, Pachi ha sido un hombre bueno. Llenó las alforjas de bondad, belleza, y buen humor, pero no las propias, sino las de todos los que lo conocimos. Toda su vida la pasó haciendo el bien de forma discreta y callada, y nunca hizo ostentación de sus muchos méritos, ni siquiera los...
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