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MÚSICA

José Pinhal, el cantante que llevó a Chiquetete y Dyango a los festivales de modernos

Un cúmulo de casualidades regaló una segunda vida musical al intérprete portugués

Manolo Domínguez 13/07/2024

<p>José Pinhal. / <strong>Fotografía cedida por Lusofonia Record Club</strong></p>

José Pinhal. / Fotografía cedida por Lusofonia Record Club

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La edición de 2022 de Paredes de Coura se anunció como la más importante de su historia. A los tres días oficiales, del 16 al 18 de agosto, se les unieron otras tantas jornadas previas en las plazas del pueblo, con artistas locales y desconocidos para el público no portugués. Nosotros teníamos alojamiento desde el 14, dos días antes, así que podríamos asistir a algunos de esos conciertos. El viaje desde Sevilla fue largo. En la playlist para el camino teníamos a algunos de los grupos que queríamos escuchar del festival; Fede a Beach House, Pixies y King Gizzard & the Lizard Wizard, yo a Molchat Doma, The Murder Capital, Kelly Lee Owens o Nu Genea. Tras cruzar la frontera de Badajoz y entrar, al fin, en Portugal, vimos que con suerte podríamos almorzar en Oporto para hacer después el último tramo de un tirón. Llegamos a media tarde al hotel, nos duchamos y salimos para disfrutar de la primera jornada en la que se ofrecían algunos conciertos gratuitos en un recinto montado en el pueblo. Lo que en el Primavera Sound se define como Primavera a la ciutat, aquí lo llaman Sobe à vila.

Una vez en la calle, se descubría fácilmente dónde habían montado el escenario por el río de gente con bolsas y camisetas de sus grupos preferidos, los outfits supercuidados para la ocasión, los maquillajes de purpurina y un ruido lejano que, a medida que te acercabas, se iba haciendo más nítido. Tan nítido como desconcertante. 

Fede y yo nos miramos. Esa bola de sonido, convertida en un muro ininteligible por el rebote con las fachadas de las casas y callejuelas, se transformaba finalmente en algo absolutamente inesperado. Sobre el escenario, una banda con apariencia de orquesta, el cantante magníficamente vestido para la ocasión, ante un público entregado que coreaba al unísono una melodía que nos era, a ambos, demasiado familiar. Estaba cantada en portugués, pero la canción nos llevó inmediatamente a nuestra infancia. A alguna actuación en la Feria de Coria, a las cassettes olvidadas de las casas de nuestros padres o a las noches en el sofá del salón con los programas de variedades de la televisión española.

Efectivamente, tras unos primeros segundos de aturdimiento, comprobamos que lo que estábamos escuchando no era sino uno de los éxitos de Chiquetete, el cantaor reconvertido en referente de la música melódica en los años ochenta. Y la gente enloquecía con ella. De una forma que jamás imaginaría ni siquiera en una actuación en una feria de cualquier localidad andaluza. Cuando esta finalizó, llegó un clásico de Dyango, ¿A dónde vas, amor? Y, tras ella, una canción con un estribillo que nos recordó al clásico de El Turronero, compuesto por Paco Cepero, Andalucía. No podíamos salir de nuestro asombro. Revisamos el cartel y ahí venía el nombre José Pinhal Post-Mortem Experience; unos absolutos desconocidos que se convirtieron en lo más asombroso que íbamos a escuchar en todo el festival.

Fotografía cedida por Lusofonia Record Club

A vida dura muito pouco

José Pinhal nació en Santa Cruz do Bispo, Matosinhos, en 1952, a unos pocos kilómetros de Oporto. Musicalmente debutó con un single, Infância, publicado tras resultar vencedor del primer festival da Canção do Norte. La difusión de las dos canciones que se incluían fue limitada, aunque le permitió algunas actuaciones en circuitos reducidos del entorno de Oporto, lo que ayudó a que, en una de ellas, fuese descubierto por los responsables del sello discográfico Nova Força, que se dedicaba esencialmente a publicar vinilos y cintas de cassette de grupos y cantantes locales, la mayoría con canciones populares o versiones de artistas más conocidos. 

En el sello ya habían grabado a otros músicos como Agrupamento Musical Boeings, el fadista Fernando João, los rumberos clásicos Balele (que venían con el subtítulo de Gitanos de Évora) o los tradicionalistas Conjunto Bons Irmãos (impagable su homenaje al agricultor). Pero José Pinhal podía abrir una nueva ventana, más moderna y actualizada, con su pop electrónico influenciado por la música melódica, la rumba española y las baladas de artistas brasileños. Seguía siendo música de fiestas y verbenas, pero más moderna y fresca que lo anterior de Nova Força.

La primera referencia que grabaron, publicada en 1984, fue un cassette titulado Vol. 1, que incluía entre sus canciones algunas composiciones de Paco Cepero adaptadas al repertorio propio. Así, la melodía de Andalucía que hizo famosa El Turronero se convertía en Porém não posso y los clásicos Cobarde, Volveré y Gitano soy de Chiquetete se traducían al portugués con la ayuda del letrista y compositor José Guimarães. También estaba en esas grabaciones el hit de Claudio Fontana Baby, meu amorzinho, la balada de Dany Daniel El amor, el amor y una versión del cantante portugués José Cid, Magia. El disco no le generó un salto en popularidad, pero sí le proporcionó un repertorio que no dejó de interpretar en clubes nocturnos y salas de fiesta de Oporto, en las que el público no siempre era el deseado. Sin embargo, él estaba siempre feliz porque hacía lo que más amaba. Night-clubs o discotecas como Granada, Bar Club Zigzag, Club 80 o Tamariz le tenían como un habitual en las noches de la ciudad, pero también llevó sus canciones a locales de otras ciudades del país, como la Discoteca Penelope, de Castelo Branco (en la que es la única grabación audiovisual suya que se conserva), y a diversas fiestas y verbenas populares, donde se encontraba con público más amplio y otra predisposición, pero siempre sin convertirse en un artista de un gran renombre en Portugal.

Con los años, a esa primera cinta le sucedieron otras dos, ambas con el mismo sello discográfico, tituladas como Vol. 2 y Vol. 3 y repertorios continuistas. La segunda llegó en 1985, en la que se incluía Aonde Vais Amor (la versión de Dyango), el actualmente reverenciado A vida dura moito pouco y otros imprescindibles como Ella o Não o posso negar. Y, en 1991, una tercera que buscó ofrecer una imagen algo diferente, canciones más clásicas y unos arreglos más sintéticos. Pero quizás le pesaba el lastre de haber atinado menos con la selección. Aun así, no se deben dejar pasar por alto Perdoa-me, Viver a vida o Sofro calado, que no mejoran lo anterior, pero lo complementan. José tenía preparada una cuarta, de la que se puede encontrar en internet alguna canción en versión maqueta, cuando un accidente de tráfico el 7 de abril de 1993, mientras volvía de uno de sus espectáculos, truncó dramáticamente su trayectoria.

Tras este suceso, la lógica empujaba la carrera de Pinhal al olvido y el ostracismo, pero un cúmulo de casualidades regaló (desgraciadamente ya sin la oportunidad de que pudiese disfrutarlo) una segunda vida musical al intérprete, mucho más relevante, a la que, en realidad, jamás imaginó llegar.

Fotografía de Amaya Granell

José Pinhal, la leyenda

Tras el trágico fallecimiento, su música se dejó de escuchar y, poco a poco, el recuerdo se fue desvaneciendo como el de otros tantos músicos de orquesta o fiestas locales. Prácticamente pasó una década sin que nadie recuperara su nombre, pero en 2001 la casualidad quiso que el hermano de Paulo Cunha Martins, un gran aficionado a la música en general y la portuguesa en particular, adquiriera una vivienda en la Rua Da Fontinha, a unos pasos de la turística Rua da Santa Catarina, que previamente había sido utilizada como oficinas por Cipriano Costa, agente musical que trabajaba con nombres como Herman José o Ana Bola, entre muchos. 

Una vez en el piso, ambos se encontraron unas estancias en un estado de abandono total. Montones de papeles tirados por el suelo, carteles de conciertos doblados y arrugados, libros de contabilidad destruidos por la humedad con los datos económicos de los artistas, sus gastos e ingresos, y estanterías llenas de material que ya no era útil. En la limpieza, el destino de todo aquello iba a ser la basura, pero, entre todo ese caos, aparecieron algunas cintas que a Paulo le llamaron mucho la atención. Las fotos de las portadas tenían un punto kitsch que le atraían y la curiosidad hizo que las salvara de su cruel destino,  llevándolas a su casa.

Las cintas, cómo no, eran las de los tres discos que José Pinhal publicó con Nova Força y Paulo se obsesionó con ellas. Empezó a escucharlas obsesivamente, siempre las llevaba encima a cualquier acto social, les hizo copias a todos sus amigos y, poco a poco, esas canciones se fueron convirtiendo en un habitual de las fiestas más modernas de Oporto, donde siempre se reclamaba que sonase el artista desconocido de Paulo Martins. Gracias a esta casualidad, el cantante se fue convirtiendo en una leyenda sin que realmente nadie conociera casi nada de él, aparte de la certeza de la existencia de las grabaciones. No sabían si todavía permanecía en activo, quién era en realidad o tan siquiera si seguía vivo.

Así, a medida que su difusión iba siendo cada vez mayor, la leyenda se iba agrandando y más gente reclamaba tener ese material. Los tres discos se digitalizan y se comparten, primero en CD en un círculo más cerrado y después se suben a YouTube. Lo que comenzó entre un grupo de amigos de Oporto ya había trascendido fronteras y multiplicado fans. El lógico siguiente paso fue la creación de un grupo en Facebook reivindicando su obra y solicitando una reedición oficial de aquellas canciones (a día de hoy existe un grupo llamado A obra de José Pinhal, donde se le sigue venerando). 

Inevitablemente la bola se va haciendo cada vez más grande. Pero el espaldarazo definitivo llega en 2016, con el nacimiento de la banda tributo José Pinhal Post-Mortem Experience. Siete amigos músicos que, como muchos otros, habían accedido a ese material y se enamoraron tanto de lo que encontraron allí que decidieron hacerle un homenaje puntual en una celebración del sello Favela Discos. Lo que en principio quería ser una fiesta única tuvo tanto éxito que se convirtió en un proyecto que a día de hoy sigue en activo. Desde entonces, José Pinhal Post-Mortem Experience no ha dejado de dar conciertos, no solo en espacios reducidos, sino en grandes fiestas de verano e incluso festivales, como Paredes de Coura, y no parece que la cosa tenga, de momento, fecha de caducidad. Tanto es así que para esta temporada estival tienen ya cerradas unas veinte fechas por todo el territorio portugués.

Pero aún quedaban dos deudas pendientes con el cantante. La primera, un mayor trabajo de investigación de su figura y biografía, que terminó plasmándose en el documental de 23 minutos A vida dura muito pouco, del director Dinis Leal Machado, que se estrenó en 2020 en el Festival IndieLisboa y tuvo una primera distribución nacional en cines y posterior en plataformas de streaming como Filmin o Mubi. Y, finalmente, las tan esperadas reediciones (esta vez en vinilo) de sus discos, que llegaron en 2022 en una edición de 300 copias solo de los dos primeros, con una gran acogida que hizo que se agotaran en un par de semanas.  Por eso en junio de este año, junto al tercero de ellos, completando así toda su discografía oficial, ha llegado la segunda edición del primer y segundo volumen. 

De ello se ha encargado el sello Lusofonia Record Club, con cuyo responsable, Leo Motta, hemos contactado para este artículo. Él nos ha contado realmente emocionado que han agotado las tiradas de este año, de 800 copias, en solo dos días y que los paquetes han viajado no solo a todas partes en Portugal, sino también a múltiples países como Brasil, España, Reino Unido, Alemania y Países Bajos, entre otros muchos. 

Gracias a esta labor, siempre coordinada con la hija de Pinhal, que ya se involucró en la grabación del documental, ayudando a los realizadores con el rescate de imágenes, grabaciones y cualquier material interesante que estuviera en posesión de la familia, han conseguido ordenar todo su legado y lograr que los beneficios de la distribución musical (esencialmente del material digital que, hasta entonces, estaba en manos de personas sin autorización para ello) fuera a quien legalmente le pertenecía, como heredera del material artístico. Nos comenta Leo que tienen una relación excepcional con ella, y que están muy contentos de que confiase en Lusifonia para gestionar la obra. Y también nos ha adelantado que, si sentís la necesidad de haceros con sus discos después de conocerle y caer en su mitomanía como nosotros, podréis estar atentos a una tercera edición que llegará más pronto que tarde, al menos para su primer volumen. Más difícil está editar el resto de obra inédita, ya que existen ciertas complicaciones para ello y, por tanto, no hay aún fecha prevista. Así que, de momento, podemos considerar estos tres volúmenes (todos ya en vinilo) como la obra completa de José Pinhal.

También nos hemos enterado de que Marina, la hija de José Nando (como él se llamaba realmente), que tenía solo 17 años cuando murió, estaba tan emocionada con esta segunda vida de las canciones de su padre que asistió e incluso se subió al escenario con los José Pinhal Post-Mortem Experience en una ocasión. He buscado por internet y no he logrado descubrir en qué concierto lo hizo, pero yo me aferro a creer que fue en aquél en el que Fede y yo le descubrimos y nos unimos a la nómina de fans del cantante. Una noche que resultó mucho más importante de lo que creímos en un principio que podía llegar a ser, por una de esas casualidades que escriben la historia.

La edición de 2022 de Paredes de Coura se anunció como la más importante de su historia. A los tres días oficiales, del 16 al 18 de agosto, se les unieron otras tantas jornadas previas en las plazas del pueblo, con artistas locales y desconocidos para el público no portugués. Nosotros teníamos...

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Autor >

Manolo Domínguez

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