Rosario de Velasco fue una pintora y dibujante española, nacida en Madrid y fallecida en Barcelona. Su trayectoria artística se enmarca en la primera mitad del siglo XX y abarca desde el realismo hasta la pintura figurativa. Aunque su obra cayó en el olvido durante mucho tiempo, recientes exposiciones han contribuido a redescubrir su talento y legado. Velasco recibió una educación clásica y fue una mujer profundamente religiosa, lo cual influyó en su visión artística. A lo largo de su carrera, estuvo afiliada a la Falange en sus primeros años, aunque esto no afectó la diversidad de sus amistades e influencias, incluyendo figuras con ideologías diferentes como la comunista María Teresa León, para quien realizó, en mi opinión, sus mejores ilustraciones. Sus pinturas y dibujos reflejan una amplia gama de temas, desde escenas cotidianas hasta composiciones oníricas y fantásticas. Su obra Adán y Eva (1932) es una de sus más conocidas y se exhibe en el Museo Reina Sofía. Velasco también participó en numerosas exposiciones internacionales, incluyendo la Bienal de Venecia y muestras en Berlín, Copenhague y Pittsburgh.

El periodo al que corresponde la mayoría de los lienzos que vemos en la exposición que acoge ahora el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza se encuadra dentro de la llamada Nueva Figuración española, que está sometida a la influencia de los realismos que surgieron tras la Primera Guerra Mundial. Este movimiento se situaba en oposición a las vanguardias de comienzos del siglo, y se había denominado “vuelta al orden”. Ese renovado interés por el clasicismo es representado, por ejemplo, por la revista Valori Plastici en Italia, la deriva más clasicista de Picasso en este periodo y el realismo que la Nueva Objetividad alemana puso en boga. Todas ellas fueron las grandes corrientes renovadoras de la pintura en España. 

Dentro de la trayectoria de Rosario es interesante prestarle atención a la revista Valori Plastici, que se caracterizó por promover un retorno a las formas clásicas y tradicionales del arte, en contraposición a las tendencias vanguardistas más extremas que habían dominado antes de 1918, como el futurismo. Este movimiento fue parte de lo que se llamó “Ritorno all’ordine” (Retorno al orden), que abogaba por un arte más figurativo y realista, recuperando la herencia cultural y los valores estéticos del pasado. Aunque la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit) surgió en Alemania como una respuesta al expresionismo, Valori Plastici compartía algunos de sus principios, como la vuelta al realismo y la crítica social a través del arte. Sin embargo, mientras la Nueva Objetividad alemana tendía a ser más crítica y políticamente cargada, Valori Plasticitenía un enfoque más conservador, buscando revitalizar el arte italiano del Quattrocento y promoviendo una estética que combinara la tradición clásica con una modernidad moderada. Una obra como Lavanderas encaja perfectamente en esta definición. La obra evoca El nacimiento de la primavera pero está atravesada por esas mujeres que lavan la ropa y la tienden; ellas podrían ser madonnas o diosas danzantes, pero son mujeres que cargan con sus labores. 

Al igual que en las pinturas del Quattrocento, Velasco emplea una perspectiva que dirige la mirada del espectador hacia un punto de fuga, en este caso, la profundidad del bosque. Las figuras están dispuestas en un espacio tridimensional de manera que se pueda apreciar la distancia y la relación entre ellas y el paisaje. En consonancia con la precisión del Quattrocento, Velasco presta una gran atención a los detalles de la ropa, la textura de los árboles y el agua. Cada elemento está cuidadosamente representado para capturar la realidad del momento. El nacimiento de la primavera de Sandro Botticelli es una de las obras más icónicas del Quattrocento. Esta pintura es conocida por su composición armoniosa y su representación alegórica de figuras mitológicas en un entorno natural. Las similitudes con la obra de Velasco incluyen varios aspectos: ambas pinturas utilizan un entorno natural como telón de fondo, con una atención especial a los detalles botánicos. En La Primavera, Botticelli crea un jardín idealizado, mientras que Velasco representa un bosque realista pero igualmente detallado; la representación de figuras de mujeres: tanto Botticelli como Velasco se centran en figuras femeninas, que en ambos casos están dispuestas de manera armoniosa y equilibrada. Las posturas elegantes y los gestos suaves de las mujeres de Velasco recuerdan a las ninfas y diosas de Botticelli; y por último, la sensación de movimiento y vida, las mujeres de Velasco, al igual que las figuras mitológicas de Botticelli, parecen estar inmersas en una danza natural, interactuando con su entorno de manera fluida y orgánica. 

En la obra de Rosario de Velasco se dan cita todos estos movimientos, pero también las vanguardias, por ejemplo, en su icónica Adán y Eva, pero también el cubismo, tan evidente en la ordenación espacial que tienen algunos de sus bodegones como El cuarto de los niños o Cosas. Uno de los aspectos más interesantes de la obra de Velasco, por original, es la composición de sus bodegones, esas naturalezas muertas que de muertas tienen muy poco, primero por el gesto de insertarse en la propia pintura, con ese autorretrato en el pisapapel, y también por la introducción de la ventana en la parte izquierda del cuadro donde vemos una calle con un árbol. Desde luego, como reza el título de la exposición, la obra de Rosario de Velasco está muy viva. 

Adán y Eva (1932). 

Sin embargo, no quiero terminar el texto sin mencionar la maravilla que ha supuesto para mí encontrarme con sus ilustraciones. Unas ilustraciones estilizadas con una paleta de color y un dinamismo dignos de aquella etapa mágica de los estudios Disney junto a Blair. Algunos de los dibujos del libro de María Teresa León me recuerdan a las especiales ilustraciones de Mary Blair para “Blancanieves” o “Peter Pan”. La similitud entre el trabajo de Rosario de Velasco y las obras de Disney creo que reside en la combinación de un estilo detallado y expresivo, una temática rica en fantasía y narrativa, y el uso de técnicas clásicas de ilustración con colores muy vivos. Estos elementos crean una experiencia visual que es tanto evocadora como inmersiva, y resuenan en mí de manera similar.

Ilustración de Rosario de Velasco para el libro "Cuentos para soñar".

Es necesario señalar también, que lo más interesante de la exposición dedicada a Rosario de Velasco sucede también fuera de ella, y radica casi en la importancia de haber recuperado una obra que existía desperdigada entre fondos privados y públicos, y en constatar otra vez, como ya sucediera con la obra de Amalia Avia, el valor añadido que tienen las redes sociales para divulgar, recuperar y promover el arte. Este hecho no ha dejado de llamarme la atención, hace que perciba la exposición como un ente vivo, orgánico, al cual todavía se le irán añadiendo otras obras que acabarán por erigirse en el verdadero legado de Rosario de Velasco: el hecho de reunir y exponer. Exhibir la obra de Rosario de Velasco es presentar la obra de Rosario para nuestras miradas. Son las miradas las que devuelven la vida, la carne, el brío a la obra.

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El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Valencia, ha organizado una exposición dedicada a la pintora figurativa española Rosario de Velasco (Madrid, 1904 - Barcelona, 1991). Comisariada por Miguel Lusarreta y Toya Viudes de Velasco, la muestra reúne treinta pinturas de los años 20 a los 40 del siglo pasado, con el claro deseo de redescubrir y poner en valor el trabajo de una de las pintoras más desconocidas del siglo XX.