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Cerca de casa hay una heladería extraña. Es la heladería un millón. Carece de una calidad especial, de un interés concreto. Puede ser un lugar simpático donde ir a tomar un helado, si bien sus productos son industriales, similares a los de cualquier otro comercio parecido en cualquier otro punto del mundo. Pero a las puertas de la heladería hay, constantemente, y desde el momento en el que inicia su actividad diaria, una cola inusitada, permanente, de clientes. Se trata de turistas. Esos turistas han leído en las redes la información de un influencer, que ha descrito esa heladería como un lugar secreto –no lo es–, un punto singular –cuando en verdad carece de todo interés–, en el que sirven unos helados únicos en la ciudad –no es el caso en absoluto–. Los turistas que hacen cola, en ocasiones hasta por más de una hora, modulan la cara de estar haciendo algo comprensible y obvio, un ritual enojoso, si bien satisfactorio y cotidiano para las personas en verdad conocedoras de las profundidades íntimas de la ciudad. Son las personas bien informadas, que no se dejan engañar y saben lo que quieren, pues no se contentan con lo que la ciudad ofrece en su desorden caótico, tan antiguo como las ciudades, sino que buscan más. Y lo encuentran. En cualquier parte, en cualquier voz anónima e indemostrable, que señala un prodigio donde no hay ninguno, en cualquier opinión que ofrece una mentira inofensiva, si bien agradable, útil para dar sentido a una región de la tarde.
Esa cola, que veo diariamente, explica lo que está pasando. La realidad es tan previsible, sórdida e injusta que empieza a ser más atractiva su negación, la mentira. La mentira es lo único que nos aporta colores y esperanza. Es lo único que habla de nosotros, que nos ofrece lo que no tenemos desde hace décadas: un lugar en el mundo. Millones de personas hacen colas invisibles en Europa o América, a la espera de algo turbador, de la restitución de algo que nos fue robado hace tanto que ya no lo recordamos, de un plano para volver a casa, de un secreto solo revelado a aquellos que no se contentan con lo anodino, y acuden a medios en los que ya no se les explica lo que sucede, sino algo más dinámico y arrollador: lo que no sucede, el milagro. Son millones de personas en millones de colas, que parecen, por lo mismo, columnas, esperando la siguiente mentira. La orden de avanzar.
Cerca de casa hay una heladería extraña. Es la heladería un millón. Carece de una calidad especial, de un interés concreto. Puede ser un lugar simpático donde ir a tomar un helado, si bien sus productos son industriales, similares a los de cualquier otro comercio parecido en cualquier otro punto del mundo. Pero a...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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