procesando el yuyu
La expulsión
Esta idea de la inmigración como límite y peligro para Cat ha sido una constante implícita del procesismo, esa cosa en la que la aproximación y el alejamiento a las propuestas gubernamentales fueron vistas como aproximación o alejamiento a la catalanidad
Guillem Martínez 31/07/2024
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1- Han pasado cosas, lo que es algo sorprendente y de consecuencias incalculables en los países que consisten, precisamente, en que no pase nada.
2- Ha pasado, y es importante, que el Tribunal de Cuentas –que no es un tribunal, de hecho– y el TSJC han decidido enviar prejudicial al TJUE. Lo que significa ceder al TJUE la posibilidad de cerrar todo este asunto de la Amnistía. Algo, recuerden, no contemplado por el TS. Lo que es un indicio de dinámicas contradictorias. Una supondría que no hay un alto mando centralizado en este motín de la Justicia ante el Legislativo y el Ejecutivo, y que cada tribunal hace lo que le parece, sin relación ni vinculación con el TS. Lo que indicaría cierta improvisación. Lo que, a su vez, es otro peligro añadido. La otra posibilidad es que, por lo contrario, haya coordinación, a lo bestia, y que los tribunales estén actuando en modo por tierra, mar y aire, contra la Amnistía. ¿Guerrilla o guerra total? ¿Cuál de las dos opciones es la real? Lo sabremos en breve, me temo.
3- Ha pasado, también, que Sánchez ha anunciado querella contra el juez Peinado. Por, tachán tachán, prevaricación. Es decir, por el palabro efectivo y que explica lo que está pasando. No está pasando lawfare, sino accesos decididos a la prevaricación –se dice rápido– en jueces y fiscales, fundamentalmente en los tramos altos de la Justicia. Llamar a las cosas por su palabro no equivale a solucionarlas, pero ahorra tiempo y no nos vuelve tontos. Habrá que esperar a ver si esta nueva teoría nominal de las cosas –desde los setenta, por aquí abajo, no se suele llamar a las cosas por su nombre, en un intento, tal vez, de que las cosas no hagan lo que indica su verdadero nombre– tiene recorrido, nació para plantear el conflicto y canalizarlo, o es una dinámica momentánea y anecdótica. Como casi todo/punto 3.
4- La otra cosa que sucede es que ha trascendido el pacto de legislatura entre ERC y PSC, que será votado por la militancia de ERC el 2A. Estaba previsto que se votaría el 1A. Ese retraso, se supone, es para ampliar los intentos del staff ERC para vender el pacto a las bases. Lo que habla de cierta desesperación. El staff, por lo visto, apuesta por el pacto, y por el conflicto abierto que supone con Junts, lo que significa que no se rajaría en caso de que pase lo que dice el poema: “Se acabó la diversión / llegó Puigdemont y mandó parar”. El pacto está dividido en diversos puntos, obedece a una lectura amplia de la problemática Cat. El punto más importante y sorprendente, diría, es la creación de un nuevo modelo de financiación. Es decir, de un nuevo anclaje de Cat en el Estado. Es decir, el pacto es a) una suerte de proceso constituyente, con todas las letras. Y por lo mismo, en un Estado cuya crisis consiste en que no hay de eso, puede ser b): todo lo contrario, palabras, sensaciones, procesismo. Les solicito, en ese sentido, unas 48 horas para analizar las 24 páginas del pacto con personas muy listas. El periodismo es lento y colectivo, como sabrán de anteriores ediciones. Lo que les ofrezco hoy es también algo que ignoro si el pacto ofrece, si el pacto observa, si el pacto contempla en su génesis. Se trata de algo que ha carecido de descripción en la política cat y en el procesismo. Se trata de la descripción de un problema político –que, por ahora, no es aún social; no se pierdan el punto 14–, y una de las consecuencias forzosas y forzadas del procés. Una de sus heridas. Me temo que la más grande.
5- Se trata del procés como expulsión de cuerpos sociales de la sociedad cat. Se trata de la tendencia del procés –un sistema que buscaba, mientras vivió, no la indepe, sino la polarización, la elaboración de dos grupos sociales para asegurar una mayoría electoral– a ubicar, fuera de la sociedad, a grandes regiones de la sociedad cat. Se trata, en fin, de la gestión de la palabra inmigración, una palabra fundamental en la extrema derecha europea y americana, y en la que la política cat, desde hace años, suele ubicar también lo que desea que no quepa: lo extraño, lo pretendidamente ajeno.
6- Y, cuando se habla de un fenómeno en Cat, la tradición es retrotraerse varios siglos, hasta llegar a Jordi Pujol, sin duda la persona más influyente en Cat desde 1975.
El libro alude a la inmigración de aquellos años, básicamente andaluza, “hombres cuya ignorancia natural les lleva a la miseria mental y espiritual”
7- La primera vez que Pujol habla de inmigración es en 1958 –dos años antes de su ingreso en prisión–, en el libro La inmigració, problema i esperança de Catalunya, a través de unas opiniones, que Pujol calificó, cuatro décadas después, de “error garrafal”. El libro alude a la inmigración de aquellos años, básicamente andaluza, “hombres cuya ignorancia natural les lleva a la miseria mental y espiritual”, “seres insignificantes, incapaces para el dominio o la creación”, “la muestra de menor valor social y espiritual de España”. “Si por la fuerza del número llegaran a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruirían Catalunya,” –todos estos entrecomillados son, hasta aquí, puntos de vista decimonónicos; pero, zas, aparece de pronto el siglo XX a tutiplén– “e introducirían su mentalidad anárquica (…) es decir, la falta de mentalidad”.
8- La última frase vincula a Pujol con el racismo conservador cat del último tramo de la Restauración y la II República, momento en el que la derecha cat defendía que el anarquismo –la tradición política viva y autóctona más longeva en Cat, si exceptuamos, me temo, al carlismo– era un extranjerismo, venido a través de la emigración, inculta, violenta y, además, murciana. En realidad, desde la fundación de la CNT –1910–, hasta el fin de la Guerra Civil, ese sindicato supuso –en ausencia de instituciones con esa voluntad– la recepción, la acogida, el trato de los migrantes como seres humanos iguales –rol que, posteriormente, ejercieron CC.OO. y el PSUC, en los sesenta y setenta–. Pujol, en todo caso, se retrotrae, en sus frases, a mitos derechistas cat. Como la supremacía germánica cat, superior al carácter semita esp, algo vertebrado por Prat de la Riba. Y a la relación CNT-emigración, a la ubicación del anarquismo, del conflicto social, como elemento externo, ajeno a la nación.
El libro, y esas perlas, fue reeditado en 1976. Un año después, Pujol se presenta a las elecciones –que resultaron constituyentes– de 1977
9- El libro, y esas perlas, fue reeditado en 1976. Un año después, Pujol se presenta a las elecciones –que resultaron constituyentes– de 1977. Para borrar rapidito el recuerdo de aquel libro escribe una serie de artículos en El País, en los que aparece la máxima, muy inclusiva, del pujolismo ante el tema de los desplazamientos humanos hacia Cat: “Es cat aquel que vive y trabaja en Cat”. Pujol otorga la ciudadanía plena a los que acceden a la sociedad cat desde otra. Es más, parece haber rechazado su racismo inicial mucho antes, en los sesenta, tras su encarcelamiento. En 1964, de hecho, aparece un libro fundamental, que supuso un cambio absoluto ante el tema en Cat: El altres catalans, de Paco Candel, un novelista en la órbita PSUC. Se trata de un volumen en el que se otorga carta de ciudadanía y de igualdad a la emigración andaluza, en aquel tiempo ya un sujeto social, comúnmente marginado, y fundamental para las movilizaciones en las fábricas y los barrios. El libro explica la emigración, y la necesidad cívica de una sociedad abierta, que sepa acogerla. Pues bien, Pujol participa económicamente en ese éxito editorial, costeando el costoso proceso de elaboración de aquel libro-reportaje. Pujol, aquel racista de los años cincuenta, que se retrotraía a los clásicos del género, ¿había caído de la mula en los sesenta? Parece que no.
En 2010 la campaña de Mas giró sobre la idea de introducir carnets para inmigrantes, que ganarían puntos según se fueran integrando. Socorro
10- Convergència es la lista que, en las municipales de 1978, incorpora más alcaldes franquistas. Lo que no es malo. Es incorporar a la democracia un colectivo que podría haberse quedado en otro sitio. Esa incorporación supone, no obstante, la incorporación de más cosas, de cosmologías anteriores, incluso del llamado franquismo sociológico. Como la percepción racista del xarnego/murciano salvaje, incivilizado, anarquista, izquierdista, violento, ajeno al orden cat. Y Pujol no deja de incorporar esa amenaza, que va gestionando en el tiempo. Por ejemplo, a través de su esposa, que periódicamente habla contra els castellans y, posteriormente, contra los musulmanes. Pujol, en ese trance, defendía a su esposa, en tanto emitía opiniones, decía, muy extendidas en Cat. Para agregar, luego, que las políticas de CiU al respecto eran más abiertas. Tras la salida de Pujol de la política, el partido intentó gestionar esa dualidad comunicativa, a través de campañas electorales abiertamente racistas. Verbigracias: el eslogan de las Generales de 2008 fue: A Catalunya no hi cap tothom/En Cat no cabe todo el mundo. En 2010, con una CDC ya sin nada que decir ni hacer tras los recortes, y a punto de lanzarse a emitir procés, la campaña de Mas giró sobre la idea de introducir carnets para inmigrantes, que ganarían puntos según se fueran integrando. Socorro.
11- Esa ambigüedad fue rota en 2023, tras la cancelación de Pujol, en un primer acto de reconocimiento, que fue, a su vez, la presentación del libro de conversaciones entre Pujol y el catalanófilo nipón Ko Tazawa, L’ultima conversa. En el acto, un acto para el perdón de Pujol, al que asistió lo que en Cat se denomina societat civil, y que suele ser un grupo no civil, incivil, incluso, vinculado a empresas y al Estado/Gene, se expusieron, con total éxito y ausencia de críticas, las ideas definitivas de Pujol frente a la inmigración, que de pronto eran básicas en su ideario político, en su legado. Aparten a los niños. “Estamos” –los cats, como, según sus extremas derechas, los esp, los franceses, los italianos…– “a punto de quedar minorizados, muy minorizados, dentro de Cat”. Se trata de las teorías de la sustitución francesas. Con la diferencia de integrar, entre los sustituyentes, a la inmigración no solo musulmana, sino sudamericana, negra y asiática, pero también a la emigración esp, inexistente, ya sucedida hace décadas, existente únicamente en sus descendientes. Junts fue muy sensible a las palabras de su remoto fundador. En 2023 y 2024, como otras extremas derechas europeas, hace bandera de la inmigración, de su aumento, de su carácter inasumible e inintegrable.
El fin del procesismo parece estar conduciendo a un auge de la identidad –esto es, de la expulsión de los diferentes–, y cierto aislacionismo, la idea trumpista de que el mundo no nos quiere
12- Esta idea de la inmigración como límite y peligro para Cat ha sido una constante implícita del procesismo, esa cosa en la que la aproximación y el alejamiento a las propuestas gubernamentales fueron vistas, desde la política, las redes y los medios públicos y concertados, como aproximación o alejamiento a la catalanidad. ERC participó, en algunos tramos, de ese punto de vista racista. El caso es que desde medios, y desde redes, se practicó la expulsión –esa cosa más esp que las lentejas, al menos desde 1492– de ciudadanos críticos y escépticos con el procesismo y sus ceremonias católicas. Aún dura la dinámica, parece. El fin del procesismo parece estar conduciendo, en su derecha, a un auge de la identidad –esto es, de la expulsión de los diferentes–, y cierto aislacionismo, la idea trumpista de que el mundo no nos quiere, por lo que tenemos que encerrarnos en nosotros y hablar de categorías nacionales, étnicas incluso, que nadie más entiende.
13- La política cat apuesta, al fondo a su derecha, por esas formas supremacistas europeas y americanas, sustentadas en el uso de la inmigración. Junts está en abierta competencia, en ese tema, con Aliança Catalana, al punto de haber votado en el Congreso, ante ese tema, con PP y Vox. ¿Eso ha calado en la sociedad? La ambigüedad sostenida ante el tema, por décadas, convertida ya en algo explícito, ¿ha cuajado, como señala el CEO/una suerte de CIS cat?
14- Y la buena noticia es que no, o no de manera fundamental. El prestigioso Institut de Ciències Polítiques i Socials, vinculado a la UAB, acaba de publicar una demoledora encuesta al respecto, que dibuja una sociedad más fuerte de lo previsto ante la política, en la que se señala que 6 sobre 10 cats con derecho a voto –el 60%, vamos– tiene posicionamientos proinmigración. Lo que supone un posicionamiento más elevado que hace 30 años. De hecho, el ICPS no preguntaba sobre el tema desde 2007. Y el haberlo retomado ahora ha provocado sorpresas: en el año 2000 el 30% rechazaba la inmigración, mientras que hoy esa opción, con la que está cayendo en informativos y en redes y discursos políticos, ha caído un 22%. En 2007, el 45’7% no quería una mezquita próxima. En 2023, solo el 24,2% no la acepta, mientras que el 96% no ve un problema en tener un vecino inmigrante. La encuesta, un cúmulo de buenas noticias, indica que el debate migratorio es, sencillamente, una voluntad política, no social. Y que no está calando.
15- Hablo con Oriol Bartomeus, junto a Lucía Medina, uno de los padres de la criatura/la encuesta ICPS. Piticlín piticlín. “La encuesta pone de manifiesto que una cosa son los planteamientos de los portavoces mediáticos –de partidos, de medios, o en redes–, y la otra son las personas. ¿Pueden coincidir? Sí. Pero también pueden diferir, como en este caso. Hay un discurso construido a nivel macro, que no es el que hay a nivel micro –por lo que hemos visto–. El discurso macro puede influir en el micro. Claro. Pero no siempre. Y, visto lo visto, no ahora –o no aún–”. A lo que Bartomeus agrega: “Chimpón. Me voy a cenar”.
16- La amnistía, frustrada, no ha supuesto que la Judicatura, y el procesismo dejen de decir que lo volverán a hacer –a hacer de actores políticos, de lo macro frente a lo micro–. Ignoro aún lo cierto y lo falso en este pacto PSC-ERC. Pero sería deseable, también, que supusiera un paso atrás de la política respecto de la sociedad. No pedir disculpas –los adultos, snif, no hacemos eso–, pero sí dejar de polarizar la sociedad para fines electorales, y no estructurales. Dejar de expulsar ciudadanos de la sociedad, dejar de emitir pasaportes, dejar de decidir qué es y quién no es. Y que, ya puestos, en esta emisión, en la que la Gene dispone, nominalmente, de más herramientas de las que dispusieron la CNT y el PSUC, exista algo parecido a la acogida de ciudadanos en Cat, y no una agenda para su rechazo. Cat se juega su existencia en eso. En ser una sociedad abierta. Cat carece de sentido, de su propia tradición histórica, si carece de una sociedad abierta. Y hace años que eso no sucede.
1- Han pasado cosas, lo que es algo sorprendente y de consecuencias incalculables en los países que consisten, precisamente, en que no pase nada.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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