Determinación
Teresa Perales: medalla a la resistencia
La nadadora consigue en París su metal número 28 en los Juegos Paralímpicos, e iguala a Michael Phelps
Ricardo Uribarri 5/09/2024
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Son muchos los motivos que hay para hablar de Teresa Perales. No hay más que echar un vistazo a su palmarés para comprobar sus cualidades deportivas, a las que ha acompañado siempre una determinación y una capacidad de superación dignas de elogio. Basta con recordar que solo hay dos deportistas a nivel mundial que tengan más medallas olímpicas o paralímpicas de verano que ella. O que ha sido capaz de subirse al podio, al menos una vez, en las siete ediciones de los Paralímpicos en las que ha participado, uniéndose al selecto club nacional en el que están Puri Santamarca y Miguel Luque. A sus 48 años la nadadora aragonesa sigue siendo competitiva, como ha demostrado al conseguir en París un viejo anhelo: la medalla número 28 que le permite igualar a Michael Phelps, el deportista con más metales en los Juegos Olímpicos.
En un palmarés tan majestuoso como el de Perales, que además de las medallas paralímpicas incluye otros 22 mundiales y 43 europeos, no debe ser fácil quedarse con uno. Pero sin duda este último, el bronce conseguido en una de sus pruebas favoritas, los 50 metros espalda, donde ha logrado seis medallas paralímpicas, será siempre uno de los más especiales. No sólo por el simbólico hecho de alcanzar de nuevo la cifra total de Phelps (en 2012 ya le igualó en aquel momento a 22 medallas), sino también por la dificultad que ha tenido el camino recorrido para conseguirla. Ella misma reconoce que ha sido el ciclo más complicado de toda su vida deportiva. ¿Por qué?
Reconoce que ha sido el ciclo más complicado de toda su vida deportiva, tras perder gran parte de la movilidad de un brazo
La discapacidad de Perales ha ido en aumento en los últimos años. A los 19 años sufrió una enfermedad del sistema nervioso que apenas tres meses después le quitó la capacidad de andar, y la dejó en una silla de ruedas. Después de ganar una plata en Tokio 2021, donde sufrió un episodio de convulsiones, crisis espásticas y una fuerte hiperactividad muscular, que la llevaron a tener que estar ingresada varios días en la capital japonesa, tuvo que ser operada de una luxación en su hombro izquierdo que se produjo meses antes a causa de un espasmo muscular. Sin embargo, el problema en ese hombro ha seguido agravándose por culpa de los espasmos que le ocasiona su neuropatía, hasta hacerla perder gran parte de la movilidad del brazo de ese lado.
Eso le obligó a nadar impulsándose solo con el brazo derecho, lo que hizo que fuera reclasificada en la clase S2, que es para los nadadores que tienen una coordinación muy limitada del torso, de las piernas y de las manos y a un nivel bajo de los brazos. Sin embargo, en febrero de este año, durante una nueva revisión, los jueces decidieron subirla a la clase S3, una resolución con la que no estuvo de acuerdo, por lo que presentó una reclamación. En el pasado mes de abril, durante el Europeo, de nuevo fue examinada y finalmente volvió a S2, la categoría que le permitía competir en condiciones más o menos similares a las de sus rivales.
En una entrevista a TVE, Perales confesaba la dificultad añadida que ha debido afrontar antes de llegar a París. “He tenido que aprender a nadar por tercera vez en mi vida. La primera fue cuando lo hice de pequeña, la segunda cuando me quedé en la silla sin mover las piernas y ahora lo he tenido que hacer otra vez sin mover un brazo. Es complicado. Invito a la gente a que se tire a la piscina y naden solo con un brazo sin mover las piernas ni el otro brazo”. Así se presentó en París, donde tras competir en los 100 metros espalda y quedar quinta, afrontaba su gran oportunidad en los 50 metros de esa misma modalidad.
La española era, de largo, la más veterana de la final de 50 metros espalda
Las expectativas de medalla parecieron rebajarse tras la disputa de la semifinal, en la que logró el sexto mejor tiempo de las ocho finalistas. Pero en la gran final volvió a sacar su lado más competitivo para conseguir el tercer puesto con solo dos centésimas de margen respecto a la cuarta clasificada, gracias a bajar más de dos segundos la marca que había hecho en la prueba anterior. “He nadado los últimos metros sin coger aire para poder llegar y tocar”, confesó. Conviene decir que la española era, de largo, la más veterana de la prueba. Le sacaba 16 años a la siguiente, e incluso había alguna rival que era 32 años más joven. Ni siquiera ese hándicap le impidió subirse una vez más al podio. Detrás quedaban los duros entrenamientos de cuatro a siete horas diarias todos los días de la semana durante este año.
Este bronce paralímpico, que se une a los 7 oros, 10 platas y 10 bronces conseguidos con anterioridad, tiene además para Perales el componente sentimental de llevar en su composición un trozo del hierro fundido con el que se construyó la Torre Eiffel, que es el lugar donde hace 20 años su marido, Mariano, un productor de televisión que la conoció tras solicitarle una entrevista, le pidió matrimonio, y que se ha convertido en el pilar de su vida junto a su hijo Nano, el mismo al que, con dos años, le pidió un día que le acercara la silla y cuya respuesta con toda naturalidad fue: “Claro, mamá, es que tú no puedes caminar”.
El caso de Perales, igual que el de todos los deportistas paralímpicos, es un ejemplo de cómo hacer frente a las adversidades en la vida. Para ella “rendirte es perder, lo demás solo es no ganar”, un lema para aquella jovencita que soñaba con ser médico para irse de misionera y ayudar a los más necesitados, que perdió a su padre con 15 años por una leucemia (“lo peor de mi vida porque no tiene vuelta atrás”) y que con 19 se vio incapacitada para andar. La misma que se veía obligada a salir por el garaje de su casa porque los vecinos no quisieron costear una rampa para salir del portal y evitar los 25 escalones que había desde el ascensor hasta la calle, y la que mandó a “freír espárragos” al novio que tenía entonces porque se avergonzaba de que anduviera rara y se cayera en la calle. La que tenía que aguantar las miradas de pena y lástima, sustituidas ahora por las de orgullo y felicidad. La que descubrió en una piscina de Salou, a la que se tiró con chaleco salvavidas, que el agua era un elemento donde encontrar la felicidad, cuando de pequeña no le gustaba nada. Ahí no necesitaba la silla ni tenía que mirar a la gente hacia arriba.
Desde entonces, no ha dudado en tirarse a la piscina en todos los ámbitos de su vida. Una de sus frases favoritas es que “la silla de ruedas solo está en el culo, no en la cabeza”. Diplomada en fisioterapia, coach, conferenciante, diputada por las Cortes de Aragón, directora general de Atención a la Dependencia del Departamento de Servicios Sociales y Familia, escritora… Ella ha sido la primera deportista con discapacidad en recibir el Premio Princesa de Asturias de los Deportes en cuyo discurso de agradecimiento afirmó “quién me iba a decir cuando oí ‘no vas a volver a andar’ que mi silla me iba a traer hasta aquí”.
Su próximo proyecto es impulsar una fundación que llevará su nombre y que estará centrada en la inteligencia emocional y la inclusión. Eso fuera de la piscina, porque dentro ya sueña con llegar a Los Ángeles 2028, en los que serían sus octavos Juegos, y conseguir allí la medalla número 29, que le permitiría superar a Phelps, ese espejo que le viene motivando e impulsando desde hace años y cuya guinda final sería, como ella deja caer, que se la ponga el mítico nadador de Baltimore. Habrá quien crea que es demasiado ambiciosa o vanidosa. Ella dice que es su “forma de dar gracias porque estoy viva”.
Son muchos los motivos que hay para hablar de Teresa Perales. No hay más que echar un vistazo a su palmarés para comprobar sus cualidades deportivas, a las que ha acompañado siempre una determinación y una capacidad de superación dignas de elogio. Basta con recordar que solo hay dos deportistas a nivel mundial...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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