Alma colchonera
Milagro en París
PSG 1 - Atlético de Madrid 2
El PSG hizo todo lo que hay que hacer para ganar un partido, excepto lo más importante: meter goles. Los de Simeone, al contrario, hicieron poco, salvo lo más importante: meter goles
Ennio Sotanaz 7/11/2024
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La RAE define el término milagro como un “suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa”. Eso es lo que ha hecho el Atleti en París. Si la justicia tuviese algo que ver con el fútbol, habría que decir que la derrota del PSG es objetivamente injusta. Los de Luis Enrique han hecho todo lo que hay que hacer para ganar un partido, excepto lo más importante: meter goles. Los de Simeone, al contrario, han hecho muy poco para ganar, salvo lo más importante: meter goles. Y sí, todo tiene matices, pero no tantos.
Que nadie se confunda: el Atleti está mal. O muy mal, allá cada uno. Si la imagen en lo que llevamos de temporada no está siendo particularmente brillante, el primer cuarto de hora de hoy puede encabezar el podio de los horrores. Ya conocemos la incapacidad del equipo para dar dos pases seguidos bajo presión, pero si a eso le sumas una defensa confeccionada con retales y una actitud algo contemplativa, el resultado puede ser demoledor. El Atleti salía con una especie de 4-4-2 que no fue tal, porque el dominio del PSG era tan abrumador que Gallagher, supuesto centrocampista, tenía que desdoblarse a la izquierda para colocarse casi de carrilero. Raro. Aunque dio igual, porque por ahí entraba Dembélé como si delante tuviese becarios. Lo pasó muy mal Javi Galán.
El Atleti, para variar, lo único que hacía era defender. Y no particularmente bien. Cada vez que recuperaba el balón lo despejaba o lo perdía. Desespera ver la incapacidad del equipo para jugar la pelota al ritmo que marca el fútbol moderno, pero no es algo nuevo. Pasados los diez minutos, Barrios tuvo un error garrafal y regaló un balón en el centro del campo, que afortunadamente no aprovechó la delantera parisina. No fue algo puntual, ya que, apenas un minuto después, Lenglet superó a su compañero en incapacidad y se quedó parado dentro del área mientras sacaba el balón. Eso permitió que Dembélé se lo robase y se lo diese a su compañero Zaire-Emery para que éste abriese el marcador. Les recuerdo que los centrales rojiblancos eran hoy el propio Lenglet, el quinto central del Barça en los últimos años, y Witsel, un mediocentro de 35 años.
Afortunadamente, y esa es una de las claves del partido, el Atleti consiguió hilvanar una jugada pocos minutos después de ir perdiendo. Fue la primera del partido y la última de la primera parte. Giuliano lanzó un fuerte disparo desde la derecha que Donnarumma no atajó, lo que permitió una posterior triangulación. El balón llegó rechazado a los pies de Nahuel, que con la zurda consiguió empatar el partido.
Las cosas se calmaron algo en ese punto. El Atleti aumentó la agresividad y también comenzó a defender algo mejor. Seguían sufriendo por la izquierda, y el centro de la defensa era un flan, pero colectivamente se veía al equipo más compacto. Eso sí, de jugar hacia adelante nada. Ni una triangulación, ni una combinación rápida. Cada intento de contraataque era una especie de Julián contra el mundo.
Cada intento de contraataque era una especie de Julián contra el mundo
No varió mucho el panorama tras el descanso. En el minuto 57, Hakimi ejecutó un buen disparo tras una jugada personal, pero se topó con un gran Oblak, que fue el mejor del partido. Barcola volvió a intentarlo pocos minutos después, con otra gran parada del esloveno. La jugada del francés fue buena, pero se vio facilitada por la dejadez de un De Paul que volvió a llegar tarde a la ayuda. Simeone lo vio y lo sustituyó por Koke a la jugada siguiente. La entrada del capitán colchonero aportó, por fin, algo de sentido al centro del campo rojiblanco y el encuentro empezó a parecerse más a un partido de fútbol con dos contrincantes. Bien es verdad que era el PSG el que dominaba el balón, pero se llegaba a intuir lo que podía hacer el Atleti. Desgraciadamente, las malas decisiones de Riquelme, que salió junto a Koke, o de un Griezmann que no estaba muy fino, abortaron cualquier contraataque.
Llegando al final del partido, el PSG puso toda la carne en el asador y los colchoneros tuvieron que volver a recular, sin conseguir impedir una buena batería de ocasiones para los locales. Marquinhos remató solo en el área en el minuto 72, topándose con Oblak. Hakimi lo hizo en el 76, tras la enésima cantada de Lenglet, con el mismo resultado. Con todo, mi sensación en ese momento era que con un Atleti más lúcido, con el Atleti de antes, el partido estaba para llevárselo. Aunque no parecía que fuese a ser así, porque el equipo sufrió una auténtica agonía en los minutos finales, alcanzando su cenit en un balón que se paseó por la portería de Oblak ya en el tiempo de descuento.
Pero fútbol es fútbol, que diría Boskov, y en la jugada siguiente, en una salida rápida del equipo, Griezmann cruzó un balón a la banda derecha que recogió Correa. El argentino regateó a su rival dentro del área y batió a un Donnarumma que seguramente pudo haber hecho más. Era el segundo tiro a puerta y el segundo gol de los rojiblancos.
Lo que te quitó el Lille te lo da París, dirá alguno. Es verdad. Se ha ganado muchas veces así, dirá otro. Bueno, en eso no estoy tan de acuerdo. Este equipo no transmite y tiene muchos problemas, que van desde una plantilla mal confeccionada hasta serías dificultades para fabricar fútbol. Eso sí, quizá el día en el que uno puede disfrutar de un milagro como éste, no sea el mejor para discutirlo.
La RAE define el término milagro como un “suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa”. Eso es lo que ha hecho el Atleti en París. Si la justicia tuviese algo que ver con el fútbol, habría que decir que la derrota del PSG es objetivamente injusta. Los de Luis Enrique han hecho todo lo que hay que hacer para...
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