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“I want to believe” (quiero creer), era lo que rezaba el póster que el agente Mulder (Expediente X) tenía en su despacho. Sentía tanta pasión por lo que hacía, que quería que fuese verdad. Y eso es lo que le pasa a muchos seguidores colchoneros con este Atleti de Simeone. Ha sido tan grande, tan emocionante y nos ha hecho sentir tan orgullosos, que mucha gente no quiere que el proyecto deje de estar vivo. Algo que sin duda será más fácil si el equipo continúa acumulando victorias y sumando de tres en tres, que es lo que ha hecho hoy en Mallorca, en un partido con muchos grises y en el que el mejor, otra vez, ha sido Jan Oblak.
La primera parte ha vuelto a ser otro de esos pedazos de historia colchonera que es mejor olvidar. Sin llegar a las cotas de indigestión de otras veces, volvió a ser soporífera. La novedad, eso sí, fue que el Atleti intentó llevar la iniciativa, pero ese juego lento, espeso y absolutamente carente de ideas que ya conocemos es lo que vimos la mayor parte del tiempo. Entre la parsimonia, la poca verticalidad y la sonrojante falta de precisión, el equipo parecía incapaz de hacer algo con la pelota, más allá de perderla entre las piernas de un Mallorca que tampoco necesitaba mucho para desarbolar a su rival. Bien plantado en el campo, a los de Arrasate les bastaba con juntar líneas, igualar el ritmo trotón de su rival y esperar a que los propios colchoneros regalasen el balón.
Poco a poco, las fuerzas se fueron igualando y los dos equipos comenzaron a mirarse sin hacerse daño. El Mallorca intentaba no rifarla, lo que era muy fácil, porque el Atleti no presionaba. Los de Simeone se colocaban en una especie de 4-4-2, que mutaba a 5-3-2, y que solamente servía para defender relativamente bien. Los extremos no encaraban, ni combinaban. El centro del campo jugaba en horizontal de forma intrascendente. Griezmann tenía que bajar tanto a intentar combinar, que Julián se quedaba demasiado solo. Al final, tuvo casi más peligro el propio equipo balear. Primero en forma de sensación, a través de jugadas a balón parado. Después, con la única ocasión de los primeros 45 minutos: un remate de cabeza de Larin, tras un buen pase de Darder, que Oblak mandó a córner en otra gran intervención.
La segunda parte comenzó de la misma forma y apenas vimos algo distinto hasta que pasó un cuarto de hora, que fue cuando ocurrió lo que definió el partido. El Mallorca no terminó bien el saque de una falta en la que perfectamente podrían haber expulsado a Lenglet por segunda amarilla y el balón acabó en las manos de Oblak. El esloveno, por segunda vez en siete días y escuchando la voz de los que pedíamos algo de velocidad en el equipo, sacó un balón largo hacía Giuliano que parecía imposible. Pero ese concepto no existe para el joven vástago del Cholo. En parte por fe del delantero, en parte por error de Maffeo, el balón salió limpio para el pequeño Simeone, que se lo cedió a Julián para abrir el marcador y ganar el partido.
En otro brote verde que me gustaría destacar, el Atleti jugó mejor a partir del gol. Hubo un cuádruple cambio que no movió mucho el esquema, pero sí el brío del equipo. Koke se quedó con el balón para distribuirlo y el equipo tuvo buenos minutos. Lástima que Riquelme, que ofensivamente estuvo errático e intrascendente todo el partido, fue demasiado egoísta en una buena salida del equipo. Falló un gol clarísimo cuando tenía a Correa para empujarla en línea de gol.
Desgraciadamente, a partir del minuto 80 el dominio se diluyó. El Mallorca metió una marcha más y el Atleti decidió juntarse en su área para defender. Y no lo hizo mal, pero un error de Witsel pudo costar muy caro. En una jugada parecida a la del gol colchonero, amplificada por fallo garrafal del belga, el balón llegó a los pies de Abdón que tuvo la mala suerte de toparse con un Oblak en estado de gracia.
Y poco más. El Atleti se va a un nuevo parón de selecciones (¡qué tortura!) haciendo los deberes a última hora y conservando esos puestos de Champions que parecen ser el Santo Grial para la directiva de este Club. Queda mucho trabajo por hacer, pero hay que reconocer el aspecto defensivo del equipo ha mejorado hasta ser uno de los mejores equipos europeos en ese aspecto, el de encajar pocos goles. Eso sí, ahora queda todo lo demás, que no es poco. Con todo, elijo creer.
“I want to believe” (quiero creer), era lo que rezaba el póster que el agente Mulder (Expediente X) tenía en su despacho. Sentía tanta pasión por lo que hacía, que quería que fuese verdad. Y eso es lo que le pasa a muchos seguidores colchoneros con este Atleti de Simeone. Ha sido tan grande, tan emocionante y nos...
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