
Entrada del palacio de Ugarit. / Disdero (Wikimedia Commons)
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
En el siglo XVIII, cuando se formula, se palpa incluso, la idea de modernidad, se descubre y comprende, con terror, lo contrario: el derrumbe, la idea de que toda civilización que nace, crece y sorprende, debe morir tarde o temprano, precisamente derrumbada, como Roma, el primer gran derrumbamiento, el primero que se comprende como tal en el siglo de las luces, aquel con el que el siglo de las luces imaginó la oscuridad. Desde entonces hemos visto otros derrumbes. Pero ninguno de ellos ha sido como el primero de todos, el más aparatoso, el más descomunal, desconocido completamente en el XVIII, vislumbrado en el XX y empezado a comprender únicamente en el XXI. Ese gran derrumbe sucedió en torno al año 1177 a.C. Fue un derrumbe como ningún otro, una de las más estériles y aparatosas explosiones jamás vista, sin duda el punto y aparte más profundo jamás conocido. Se trata del final de la Edad de Bronce. Con aquel final abrupto, un mundo globalizado, interrelacionado, que practicaba el comercio y la política acaso sin fronteras, desapareció. De todas las civilizaciones conocidas entonces en el área mediterránea oriental –hititas, cananeos, micénicos…– solo sobrevivió una, si bien seriamente debilitada y cambiada –Egipto–. No se sabe a ciencia cierta qué pasó, la razón de todo ello. Se creyó en un principio que todo fue una crisis climática, luego que una serie de desastres naturales. Finalmente, se pensó que aquel final fue consecuencia de una serie de invasiones imparables, a tierra quemada, protagonizadas por los denominados Pueblos del Mar, como les llamaron los egipcios. Es decir, les llamaron los pueblos del Gran Verde, que es como ellos denominaban al Mediterráneo, ese fondo incomprensible, aterrador, de un verde oscuro más insondable que el negro. Hoy se cree que, en realidad, lo que sucedió fue todo eso, pero a la vez. Un cambio climático, terremotos y las invasiones, en ocasiones pacíficas, de diversos pueblos, tal vez originarios de Italia, que huían del hambre y de la sequía, de manera desesperada, sin mañana. En todo caso, las personas que asistieron a aquel gran final, no pudieron entender, como sucede siempre, la sincronía única que estaban presenciando. Desaparecieron por todo lo expuesto, pero también por su ignorancia y sorpresa ante lo que iban a vivir, que les resultó incomprensible. De hecho, he empezado a escribir estas líneas para hablar del único testimonio escrito que nos queda al respecto. Se trata de un testimonio de la época que explica lo sucedido y vivido a tiempo real. Es un texto casi periodístico, descubierto en Ugarit, una ciudad Estado, resdescubierta en el actual Líbano, en 1928. Más concretamente, se trata de una tablilla de barro, hallada en 1986.
Ugarit, una gran ciudad comercial, de unos 8.000 habitantes, fue destruída completamente entre el 1190 a.C. y 1185 a.C. Los restos encontrados hablan de una severa y metódica violencia arrolladora. Como en todas las ciudades antiguas que fueron cercadas, se han encontrado, enterrados en el jardín de las casas, pequeños tesoros, escondidos por sus propietarios, en la creencia de que no morirían, y que volverían para recuperarlos. Siempre, por otra parte, se entierran los tesoros en el jardín. Aún hoy, cuando los tesoros no son más que secretos, que nadie debe saber, y el jardín es ese punto de tu alma, fértil, con tierra blanda y olor a bosque, que nadie conoce. Tras su destrucción, Ugarit fue abandonada por más de 600 años. Hasta el periodo persa, otra época, otro mundo dominado por el hierro, por otras lenguas, otras costumbres y otras ropas. La tablilla en cuestión fue hallada en el horno de cocción de cerámica, donde se disponían las tablillas para ser endurecidas, junto a otras 700 tablillas más, que nunca llegaron a cocerse. Se trata de una carta que el rey de Ugarit quería enviar al rey de Chipre, pidiéndole auxilio, y que nunca llegó a ser remitida. En esa carta, y este es su gran valor documental, se ofrece una explicación de lo que en verdad pasó, de lo que se estaba viviendo, de la percepción sobre el desastre. Se explica, en fin, como un balbuceo, que “ya se ven las naves”. Es decir, se explica poco, casi nada. Tan solo una de las causas del desastre. Y, aún así, desde lejos, sin ver del todo lo que se describe, que carece de forma, color, sonido y futuro.
Los fines de época son así. Se ve poco y mal, desde muy lejos, pues los ojos que observan son, precisamente, de otra época. Además, se explica poco y mal lo visto, pues lo que se quiere describir carece de las palabras adecuadas, en tanto que esas palabras infalibles y certeras solo nacen con la nueva época. Los derrumbamientos no son casuales, pues empiezan por las palabras. Sin las palabras adecuadas, oportunas, inequívocas, todo cae, todo se derrumba.
En el siglo XVIII, cuando se formula, se palpa incluso, la idea de modernidad, se descubre y comprende, con terror, lo contrario: el derrumbe, la idea de que toda civilización que nace, crece y sorprende, debe morir tarde o temprano, precisamente derrumbada, como Roma, el primer gran derrumbamiento, el primero...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí