En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Por segunda vez en menos de una semana, el Atlético de Madrid ha hecho un partido espectacular. Ha ganado por cero goles a cinco a un Valladolid en crisis, que básicamente no ha sido capaz de comparecer. Como ocurrió en Praga, la versión que hemos visto de los rojiblancos es esa que aparece en los sueños de sus aficionados, pero que era una quimera hace poco más de un mes, cuando el equipo coleccionaba pesadillas con cada partido. ¿Qué ha cambiado? Difícil pregunta. Simeone dice que era simplemente cuestión de tiempo. Yo tengo otra teoría.
El cambió creo que comenzó el día que el entrenador argentino aceptó renunciar a la idea que a principio de temporada tenía para el equipo. Cuando dejó de insistir en esa grandilocuencia artificial de extremos y rotaciones, que no estaba funcionando, para agarrarse a la fiabilidad defensiva de siempre y olvidarse de todo lo demás. Sacrificando lo que hiciese falta: sistema, elogios o jugadores. Sonaba mal, pero ha funcionado. Sobre una base tan rudimentaria, se ha construido otro equipo. Uno que además tiene poco de rudimentario. A rebufo de esa defensa solvente, ha aparecido un centro del campo renovado. Uno moderno y más ilusionante. Barrios, Gallagher y De Paul suenan a otra cosa. Si a eso le sumas la fuerza de Llorente, el ímpetu de Giuliano, un Julián Álvarez en modo estrella y un Griezmann con gasolina, lo que tenemos es un equipo que no pierde desde que tocara fondo en el Benito Villamarín.
Lo crónica del partido podía ser la misma que la de hace cuatro días, con unos pocos matices. La salida del equipo fue algo más tímida, por ejemplo. Como si estuviese intentando descifrar primero lo que tenía delante. Entre eso y un par choques que ralentizaron el juego, pasaron veinte minutos antes de que ocurriera algo. Lo que tardaron los de Simeone en adelantar la presión e ir a morder. Julián Alvarez, soberbio otra vez, fue el primero en probar a Hein con un tiro lejano. Poco después, se acabó el partido para los pucelanos. Un córner que sacó Griezmann, Julián que metió un buen balón a Llorente llegando en velocidad, un pase al centro del área y Lenglet que abrió el marcador con un remate en boca de gol.
Y sí, he dicho que se acabó el partido porque fue así. Los vallisoletanos desaparecieron del terreno de juego. En contra de lo que había sido la norma en los últimos tiempos, el Atleti siguió jugando, siguió siendo ambicioso y siguió dominando el balón. Giuliano marcó un nuevo gol pocos minutos después, pero el árbitro lo anuló por fuera de juego. Dio igual. El mismo Simeone se llevó otro balón en la jugada siguiente para que Griezmann pudiera rematar a puerta. El portero rival consiguió parar el primer disparo del francés, pero no el posterior rechace de Julián Alvarez. Y va siendo hora de destacar la labor de ese tal Giuliano Simeone. No es alto, ni parece tener una calidad superlativa, pero es una de las claves de este renacer colchonero. En parte por su fuerza, por su velocidad endiablada y por esa capacidad sobrehumana para no desfallecer. En parte, más importante, por la influencia anímica que ejerce sobre sus compañeros. Hay futbolistas que parecen vampiros emocionales y que son capaces de transmitir melancolía al equipo. Giuliano es todo lo contrario.
El Atleti era un vendaval por entonces. Lejos de abusar del fútbol control, jugaba como los ángeles. Una gran acción personal de Javi Galán por la izquierda acabó en un pase de la muerte que De Paul llevó hasta la red para hacer el tercer tanto. Y podían haberse ido al descanso con otro gol más, si el árbitro no hubiese anulado un excelente remate de Giménez a la salida de un córner por un fuera de juego del tamaño de una tirita.
La segunda parte fue poco más que un paseo. Los pucelanos intentaron estirar la presión y aumentar la intensidad, pero todo se fue al traste cuando Griezmann se puso a hacer magia. Una nueva anticipación de Giuliano en banda, otra más, acabó con el balón en las botas del francés, que haciendo la pared con Julián en el área, decidió resolver la jugada como solamente pueden hacerlo los genios. En una secuencia imposible, más propia de un ballet que de un campo de fútbol, giró su cuerpo 360 grados para acabar convirtiendo el cuarto tanto con un sutil giro de su bota. Una maravilla.
Simeone movió la plantilla cuando todavía quedaba media hora por delante. El equipo aprovechó para relajarse, bajó el pistón y no ocurrió mucho más, hasta que Sorloth redondeó el marcador, ya en los minutos de descuento, aprovechando un regalo de Correa tras un buen pase profundo de Gallagher.
Sólo el tiempo dirá si estamos ante el rumbo definitivo o esto es un simple despertar puntual. En cualquier caso, es más divertido esperar el veredicto coleccionando goleadas.
Por segunda vez en menos de una semana, el Atlético de Madrid ha hecho un partido espectacular. Ha ganado por cero goles a cinco a un Valladolid en crisis, que básicamente no ha sido capaz de comparecer. Como ocurrió en Praga, la versión que hemos visto de los rojiblancos es esa que aparece en los...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí