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Hay partidos que quedan en la memoria colectiva de los aficionados por haber conseguido una victoria importante a través de un juego preciosista. Y hay otros que se recuerdan porque el resultado a favor llegó de forma épica tras poner más corazón, ganas e inteligencia que tu rival cuando tenías todo en contra. Las dos maneras pueden resultar igual de satisfactorias, pero el grado de emotividad y efervescencia que provoca la segunda es difícilmente igualable. No creo que los seguidores rojiblancos se hubieran marchado más felices del Metropolitano si su equipo hubiera ganado 3-0 tras dar un recital de juego que tras asistir a una victoria por 2-1, con el gol del triunfo conseguido en los últimos minutos, después de jugar casi una hora con uno menos. En las clases prácticas de entrenadores debería ser obligatorio ver el vídeo de este partido como ejemplo de qué hay que hacer para remontar un encuentro estando en inferioridad.
El partido tuvo dentro de él varios partidos. El primero, cuando ambos equipos estaban once contra once y el Bayer Leverkusen fue claramente mejor. Con la confianza en un sistema de juego que le había llevado a presentarse en el compromiso con 11 triunfos consecutivos, salió al campo con la idea de tener la posesión, de combinar llevando el balón de un lado a otro y de presionar alto para incomodar a los rojiblancos. Simeone planteó un 5-4-1 con Nahuel haciendo de tercer central, Giuliano cerrando el carril derecho, Llorente de interior diestro, Griezmann de interior zurdo, Barrios y De Paul en el medio y Julián arriba. La idea inicial no funcionó. El Atleti ni robaba ni mantenía el balón, se limitaba a esperar en su parcela, confiando en que llegara su momento. Galán sufría mucho en su banda con la velocidad y el desborde de Frimpong y nadie le ayudaba en la tarea de frenar al neerlandés.
El Bayer dio un primer susto con un gol anulado a Tella por un fuera de juego previo de Grimaldo. Pero lo peor estaba por venir. Los jugadores colchoneros llegaban tarde a los duelos, a los intentos de corte de los pases y en una de esas disputas, Barrios golpeó con la plancha por detrás en el gemelo a Mukiele. El árbitro le enseñó la amarilla, pero el VAR le avisó para que fuera a ver la acción y finalmente le mostró la tarjeta roja. Era el minuto 24 y el Atleti se quedaba con 10 ante un equipo que estaba siendo mejor.
Curiosamente, la expulsión de Barrios no tuvo el efecto que se esperaba. Ahí se jugó un segundo partido, en el que el Bayer siguió teniendo el mando, pero era un control estéril, sin generar demasiado peligro exceptuando algún tiro lejano bien resuelto por Oblak. Quizá lo vio tan controlado y tan a su favor que se relajó. Incluso tuvo el Atleti algún momento de poder combinar con el balón aunque sin mayor peligro que un tiro de Galán desde fuera del área que se fue muy alto. Los del Cholo estaban capeando el temporal y confiaban en llegar al descanso sin mayores daños. Pero justo en el minuto 45, Mukiele, un defensa, metió un centro lateral al área que encontró solo en el segundo palo a Hincapié, otro defensa, y Oblak no pudo parar el remate de cabeza cruzado del ecuatoriano. Giuliano se fue demasiado al centro para cubrir a Tella, estando ya pendientes de él Giménez y Nahuel y se olvidó de Hincapié. Cuando quiso reaccionar, ya fue tarde.
Las cosas al descanso no podían estar más feas para el Atleti: un 0-1 ante un buen equipo y uno menos en el campo. Sin embargo, Simeone habló en el vestuario con los jugadores y el equipo que saltó en la segunda parte no estaba derrotado. Tenía claro qué debía de hacer. No encajar un segundo gol, luchar por cada balón, ganar centímetro a centímetro del campo e intentar provocar una segunda amarilla a algún rival para igualar las fuerzas. Además, Galán, con un golpe, se quedó fuera y entró en su lugar Reinildo, un cambio providencial porque el mozambiqueño logró frenar a Frimpong y por ahí comenzó a igualarse el partido.
Para intentar equilibrar la inferioridad en un partido necesitas un gran compromiso de todos los jugadores y hacer un despliegue físico superior al habitual. Cuando tienes jugadores como Giuliano, Llorente o Julián en tu bando, esa tarea se simplifica. Especialmente destacado es lo del delantero argentino. Que un jugador de su caché corra, presione y trabaje como lo hizo en el partido es digno de elogio y resulta motivador para sus compañeros, porque contagia el esfuerzo.
Y luego tiene el talento, claro. El que unió a la fe de correr a por un balón en largo que le sirvió Griezmann para ganar una disputa en la que apenas tenía papeletas frente a un defensa de la fortaleza física de Tah. Este se equivocó al tirarse al césped para querer cortar el balón, dejando en ventaja al argentino, que dirigió la pelota con la cabeza, entró en el área, se cubrió de la llegada de Grimaldo y conectó un remate picado con la izquierda para poner el empate en el minuto 51.
Xabi Alonso había quitado en el descanso a un defensa, Mukiele, para meter a un delantero centro, Schick, pero este cambio no supuso que el Bayer tuviera más remate. Dominaba, pero sin crear peligro sobre Oblak. El respaldo anímico del empate rearmó a los locales, que iban a por cada balón con una intensidad y unas ganas que lograban equilibrar por momentos la diferencia numérica de jugadores. A destacar también la actuación de De Paul, que apareció mucho y bien para trabajar y para crear cuando era posible. Tuvo incluso el Atleti alguna contra peligrosa a la que le faltó una mejor definición en el último pase. Wirtz se pudo ir al vestuario por cortar un avance de Julián, pero el que sí se marchó antes de tiempo fue Hincapié, que vio la segunda amarilla por cortar un avance de Giuliano justo antes de entrar en el área. Era el minuto 75 y el partido, de alguna manera, empezaba otra vez, con igualdad en el marcador y en el número de jugadores.
Pero para entonces el estado anímico de los rojiblancos era mucho más alto que el de los alemanes, que no se creían cómo se les había complicado el encuentro. Simeone sacó al especialista de los últimos minutos y Correa volvió a ser determinante. En el 89 porfió con un zaguero mucho más alto y fuerte que él como Tapsoda para recoger un envío en largo, se aprovechó de un rechace y en su intento de regate a la media vuelta hizo que el balón le quedara a Julián en el área en posición de encarar al portero. El argentino eludió al guardameta con un regate y con poco ángulo armó rápido su pierna derecha para rematar a puerta y hacer el 2-1 entre la locura de compañeros y aficionados.
Donde a veces no aparece el fútbol, llega el corazón; donde faltan las ideas se echa mano de la constancia para no dejar de creer; y donde existe el talento siempre termina por aparecer. Solo así se logran ocho remontadas y se ganan nueve partidos con goles en los minutos finales en lo que llevamos de temporada. Es el Atleti. Viviendo al límite.
Hay partidos que quedan en la memoria colectiva de los aficionados por haber conseguido una victoria importante a través de un juego preciosista. Y hay otros que se recuerdan porque el resultado a favor llegó de forma épica tras poner más corazón, ganas e inteligencia que tu rival cuando tenías todo en contra....
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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