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Devoro la nueva novela de Milena Busquets, También esto pasará (Anagrama), novedad de marzo en la Argentina y sensación en la última Feria de Fráncfort, donde se compran y venden los derechos de publicación de los libros que leeremos en la siguiente temporada. Allí el original de la segunda novela de esta autora catalana nacida en 1972 fue vendido a 27 países y Hogarth Press (el sello independiente fundado por Virginia Woolf en 1917) llegó a pagar medio millón de dólares por él. ¿Lo vale el libro de Busquets? Sí.
No sólo por el despliegue de una voz personal para contar la historia que nos propone (finalmente, eso es el estilo: la marca propia, el sesgo inconfundible, la mirada singular sobre las cosas del mundo), sino también y, especialmente, porque se adentra en los entretelones de una relación primaria, fundante y siempre conflictiva: la que une a una mujer con su madre (cauce que formatea sin remedio y sed de mar abierto, a la vez), aunque el relato nos ubique aquí en el después del vínculo y en clave de desesperado adiós.
La novela -que ha canibalizado la vida de su autora, hija de la legendaria fundadora de Lumen, la editora y escritora Esther Tusquets, fallecida en 2012- comienza con el funeral de la madre de Blanca, la protagonista. Una mujer de 40 años muy parecida a la escritora ("Todo soy yo", admitió en una entrevista reciente) quien descubre que lo contrario de la muerte no es la vida sino el sexo, un euforizante mejor que cualquiera para embrutecer el desgarro, que guiará reencuentros con exmaridos y coqueteos terapéuticos con allegados dispuestos y extraños guapísimos. No está mal, he conseguido ser una niña hasta los 40 años, dos hijos, dos matrimonios, varias relaciones, varios pisos, varios trabajos, esperemos que sepa hacer la transición a adulto y que no me convierta directamente en una anciana. No me gusta ser huérfana, no estoy hecha para la tristeza, confiesa la narradora.
Mientras esto sucede -la pena-, la bitácora del duelo toma la forma de una larga carta a esa madre omnipresente y arrolladora, en la que se mezclan postales de su enfermedad y su vejez, el frenesí del día a día, el asombro ante la juventud irreverente de los hijos propios, las reflexiones que suscitan los hombres que pasan por su cuerpo y un tono que maneja con excelencia la distancia extrañada (¿soy yo quien sufre? ¿es verdad tu muerte?) en la que nos sumen las pérdidas que nos despojan. Pero no estoy acostumbrada a dar pena y se me revuelven las tripas. ¿Puedes mirarme como hace cinco minutos, por favor? ¿Puedes volver a convertirme en un objeto, en un juguete?¿Algo que obtiene y da placer, y que no está triste, y a lo que no se le ha muerto el amor de su vida mientras ella, volando por las calles de Barcelona en moto, no llegaba a tiempo?, piensa cuando descubre en la mirada de Óscar, uno de sus ex, con quien reincide periódicamente (a pesar de estar liada con un hombre casado y de que él tenga novia), cierta conmovida ternura ante su orfandad.
Blanca llevará a Cadaqués, donde solía pasar sus veranos de infancia, los huesos de su madre y la resaca por su muerte. Bajo ese sol que todo lo cura se contará las costillas, las contradicciones y las pecas, mientras el tiempo pasa, los exmaridos confraternizan, los hijos propios y ajenos crecen y el dolor si no se apacigua se atonta, se extenúa de tanto mar, tanto calor y tanto vino blanco.
Honesto y cáustico pero haciendo gala de una aparente ligereza (se ha comparado su tono con el de Françoise Sagan, aunque haya también oportunos latigazos de sentido como los de Marguerite Duras), el libro de Busquets seguirá sacando ampollas. En muchos, por la vocación cotilla de saber algo más de la mujer que inspira el réquiem. En otros, porque se verán a sí mismos girando en falso.
Quizás no haya otro modo de contar el dolor salvaje de perder a una madre. Ni quepa otra música para despedirse de la juventud, que de eso se tratan, a la hora de la verdad, aquella muerte y esta novela, que la intensidad del jazz y su espíritu de improvisación libérrima, mientras desfilan los novios de entonces y cala en las páginas cierta melancolía superada al desandar las tardes (¿qué tal John Coltrane interpretando My Favorite Things como banda sonora?).
Blanca está sola por primera vez en su vida. La partida de su madre ha vaciado el espejo de su imagen, un reflejo en el que somos siempre dos hasta que nos faltan (Mi lugar en el mundo estaba en tu mirada y me parecía tan incontestable y perpetuo que nunca me molesté en averiguar cuál era). Porque de eso va, sin poder ahorrarte el acíbar, la muerte de los padres: de aprender que el salto es sin red y que los que seguimos somos nosotros.
Desde enero, cuando salió en España, También esto pasará agotó su primera tirada en una semana y lleva vendidos 30.000 ejemplares, informa la editorial. En Buenos Aires, el boca a oído crece como se alza una ola que se acerca, inmensa, a la playa. El boom está servido.
Devoro la nueva novela de Milena Busquets, También esto pasará (Anagrama), novedad de marzo en la Argentina y sensación en la última Feria de Fráncfort, donde se compran y venden los derechos de publicación de los libros que leeremos en la siguiente temporada. Allí el original de la segunda...
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Raquel Garzón
Raquel Garzón es poeta y periodista. Se especializa en cultura y opinión desde 1995 y ha publicado, entre otros libros de poemas, 'Monstruos privados' y 'Riesgos de la noche'. Actualmente es Editora Jefa de la Revista Ñ de diario Clarín (Buenos Aires) y Subdirectora de De Las Palabras, un centro de formación e investigación en periodismo, escritura creativa y humanidades.
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