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A mi madre le gusta recordar que de niña me quitaba los zapatos para entrar a mi habitación. Teníamos allí una moqueta color cereza que sufría como ofensas la suela de los zapatos y ella nos había adoctrinado bien: por entonces, cuando todavía su melena era color caoba y no había virado al rubio, enceraba el parquet del resto de la casa una vez por semana, de noche, mientras los demás dormíamos, y nos obligaba a usar patines para no rayar ese espejo de madera. Por fortuna se relajó cuando crecimos, pero aprendí esa metódica relación con el espacio como un sinónimo de serenidad: cuando el estrés se come mis ideas, ordeno algo. ¿Por qué recuerdo esto ahora?
Hace días que me persigue una frase de Amélie Nothomb: "Todo lo que amamos se convierte en una ficción". Algo que no cesamos de contarnos a nosotros mismos y de recrear, allí donde la memoria falla y presenta baches, apunta la escritora belga. "Lo que has vivido te deja una melodía en el interior del pecho: ésa es la que, a través del relato, nos esforzamos en escuchar", se explaya en su reciente e inspirador La nostalgia feliz, que narra el regreso a su Japón natal, tras 16 años de ausencia.
Hay otra razón que desata mi memoria: hoy, 18 de abril, hace tres años que murió mi padre, un desordenado fenomenal y el dueño de la risa que más extraño. Su energía creativa era sólo comparable a las capas geológicas del caos que alimentaba su escritorio: décadas de papeles, libros, fotos, lápices, casetes, grabadoras e ideas apuntadas en libretas reinaban en ese salón, donde el ordenador siempre estaba encendido ("Estoy escribiendo algo") y sonaba un bolero a cualquier hora del día (de Tito Rodríguez a Manzanero, aunque su preferido era Pedro Vargas).
Una semana antes de morir, en su media lengua (un derrame cerebral lo había dejado con una afasia mixta que le impedía comprender y expresar ciertas ideas; lo mataron cuatro tumores de cerebro visibles sólo dos meses antes del fin), papá llegó a consolarme, previendo su partida, con palabras que rescato de mi diario de entonces. "Todos vamos a ser muy felices. Se ha hecho todo, todo, todo lo posible. Va a andar bien. Muchas gracias, m' hijita".
En el amor no hay ceremonias inútiles me digo al poner en orden, a modo de homenaje, mi propio espacio de trabajo. Para que los suyos puedan seguir girando por siempre en el espléndido embrollo que recuerdo, son mis libros los que mudan de anaquel, mis apuntes los que acuesto en distintos cajones, mis escritos los que dejan libre el espacio a la tarea de mañana.
A mitad de la faena, bajo una pila de notas, encuentro algo que olvidé haber guardado: una lista de deseos -"El próximo año quiero..."- que mi hijo completó a fines de ese doloroso 2012, a bordo de un avión. Como parte de una campaña de imagen, LAN repartía entre sus pasajeros ese listado en el que había que marcar propósitos para estrenar el almanaque. Tenía 7 años cuando eligió entre ellos: disfrutar más tiempo con mi familia, hacer nuevos amigos, formar una familia y recibirme. Y agregó a mano en el espacio dedicado a adicionales: "Aprender cosas nuevas y trabajar de constructor". ¿Por qué la conservé?
La vida sana en bellezas simples sus heridas. "Se trata de escribir este sonido con los medios propios del lenguaje", retoma Nothomb. "Esto implica recortes y aproximaciones. Podamos para desnudar la confusión que se ha apoderado de nosotros".
Relatarnos es, a veces, pacificar. Elegir el recuerdo que nos cura.
A mi madre le gusta recordar que de niña me quitaba los zapatos para entrar a mi habitación. Teníamos allí una moqueta color cereza que sufría como ofensas la suela de los zapatos y ella nos había adoctrinado bien: por entonces, cuando todavía su melena era color caoba y no había virado al rubio,...
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Raquel Garzón
Raquel Garzón es poeta y periodista. Se especializa en cultura y opinión desde 1995 y ha publicado, entre otros libros de poemas, 'Monstruos privados' y 'Riesgos de la noche'. Actualmente es Editora Jefa de la Revista Ñ de diario Clarín (Buenos Aires) y Subdirectora de De Las Palabras, un centro de formación e investigación en periodismo, escritura creativa y humanidades.
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