Fondo de armario
Ciencia y ficción
Los relatos del autor estadounidense Ted Chiang mezclan literatura, humor y ciencia en estado puro, en una combinación de escritor de ciencia ficción y científico que escribe en su tiempo libre con un alto valor literario
Raúl Gay 14/10/2015
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Ted Chiang
Traducción de Luis G. Prado
Bibliópolis, 2004
256 páginas
Ted Chiang (Port Jefferson, Nueva York, 1967) tiene 48 años, ha escrito 13 relatos y ha ganado 12 premios diferentes de literatura de ciencia ficción. Todo un éxito. La mayor parte de sus historias fueron publicadas en revistas y reunidas en este volumen. Son relatos de muy diferente estilo y contenido, que hablan de religión, tecnología, privacidad, inteligencia, matemáticas, lingüística, física… Todos tienen en común una presencia importante de conceptos científicos de calidad; parece que Chiang no es tanto un escritor de ciencia ficción como un científico que escribe relatos en su tiempo libre. De todos los recopilados, quiero destacar cuatro:
El volumen se abre con Babilonia, una reescritura del mito bíblico. En el libro de los libros, la historia ocupa apenas tres párrafos y se centra en el enfado de Dios. Chiang va al detalle y, como Bertolt Brecht en Preguntas de un obrero que lee, pone el foco en las miles de personas que construyeron la Torre de Babel. Siglos de trabajo, miles de cuadrillas de albañiles que emplean meses únicamente en subir, debates sobre lo que pensará Dios de la iniciativa... Toda una ciudad dedicada a la Torre “por amor a Yahvé”. La historia se inicia cuando la torre ya está casi terminada, ha llegado al cielo y sólo queda hacer un túnel en la bóveda celeste. El protagonista es un albañil egipcio que dedicará años a subir; este ascenso es casi un relato de viajes, con sus etapas, paisajes, personas que habitan en diferentes alturas de la torre...
Chiang se separa del mito para ofrecer un final sorprendente, en el que la religión se une con las fuerzas de la física.
El segundo relato lleva por título Comprende y recuerda a la novela Flores para Algernon, de Daniel Keyes. La hormona K, diseñada para tratar daños cerebrales, tiene como efecto secundario un aumento de la inteligencia. La historia está contada en primera persona por Leon, uno de los conejillos de indias que prueba la hormona tras un accidente. Al descubrir su potencialidad, el Ejército y la CIA se toman interés en los experimentos y Leon decide huir.
Gracias a la hormona y a un duro entrenamiento, se convierte en una especie de semidiós. Logra un control absoluto sobre su cuerpo, sus pulsaciones, sus ritmos vitales; también conoce el funcionamiento de su mente como nadie pudo nunca. Igual que los programadores manejan un sistema operativo, así Leon domina su propio cerebro. Comprende las ciencias y descifra problemas físicos y matemáticos, crea por diversión un nuevo lenguaje, es capaz de leer los pensamientos y sensaciones de las personas gracias a las hormonas que emiten…
Estoy diseñando un nuevo idioma. He alcanzado los límites de los lenguajes convencionales, y ahora frustran mis intentos de seguir avanzando. Les falta la capacidad de expresar los conceptos que necesito, e incluso en su propio campo son imprecisos y poco manejables. Apenas sirven para hablar, y mucho menos para pensar.
Utiliza toda su inteligencia como un fin en sí mismo, para seguir aumentándola y conocer sus límites. Pero hay un problema: no es el único en tomar la hormona K. El duelo entre ambos superhombres es inevitable.
La historia de tu vida da título al volumen y es uno de los relatos más largos y complejos. Una madre habla a su hija, fallecida años atrás, y recuerda cómo fue concebida. Una escena cotidiana, casi sacada de un relato de Alice Munro; pero en la normalidad se abre una grieta:
Sé cómo termina esta historia; pienso mucho en ello. También pienso mucho en cómo comenzó, hace sólo unos años, cuando unas naves aparecieron en órbita y unos artefactos aparecieron en las praderas. El gobierno apenas dijo nada sobre ellos, mientras que la prensa amarilla no dejó casi nada sin decir.
El cuento se parte en dos y Chiang alterna escenas en las que la mujer rememora la vida de su hija (nacimiento, colegio, la rebeldía adolescente…) con escenas de su trabajo de intérprete y enlace entre los terrícolas y los extraterrestres. Lo extraño se convierte en normal; mediante el recurso a la ciencia, a las explicaciones lingüísticas y los debates sobre física, la presencia de los visitantes casi es ordinaria.
Parecía un barril suspendido en la intersección de siete miembros. Poseía simetría radial, y cualquiera de sus miembros podía servir como brazo o como pierna. El que tenía ante mí caminaba sobre cuatro piernas, con tres brazos no consecutivos recogidos contra sus costados. Gary los llamaba “heptápodos”.
La mujer aprende su lenguaje y este aprendizaje modifica su forma de pensar. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, escribió Wittgenstein; un nuevo lenguaje, tan extraño a los humanos, cambia su forma de entender el mundo.
El último relato muestra un futuro no muy lejano en el que una tecnología puede eliminar la capacidad de apreciar belleza o fealdad en las personas. Aquellos que la utilizan tienen la cualidad de la caliagnosia (del griego belleza y desconocimiento). Así no hay discriminación por aspecto, todos son un poco más iguales. Una forma de combatir el aspectismo, considerado el nuevo racismo: La belleza ciega a las personas, impide ver cómo son realmente.
El cuento está narrado como un documental, con entrevistas muy cortas y cruzadas. Una joven se rebela, se quita el chip implantado desde su infancia y comienza a ver los rostros tal y como son. Hablan miembros de una escuela en la que todos los niños son caliagnósicos. También una universidad plantea una votación para decidir si los alumnos deben ser caliagnósicos por obligación. Este debate se extiende al país entero. Entran en juego las farmacéuticas, temerosas de perder el negocio si nadie tiene necesidad de maquillarse o ponerse cremas; la religión se pone de parte de la tecnología en su defensa del mundo interior frente al cuerpo, los medios de comunicación presionan en ambos extremos...
Ted Chiang ha escrito un puñado de historias de calidad que nos acercan a un mundo parecido al de Black Mirror, donde la tecnología modifica al humano y la sociedad, o al de Fringe, donde una brecha se abre en lo cotidiano. Hay ciencia en estado puro, hay humor ("Nadie sabe por qué los extraterrestres no querían hablar con nosotros en persona. Quizá temían a los piojos"), y hay alto nivel literario. Sólo se puede lamentar que el autor no sea más prolífico.
Ted Chiang
Traducción de Luis G. Prado
Bibliópolis, 2004
Autor >
Raúl Gay
Periodista. Ha trabajado en Aragón TV, ha escrito reseñas en Artes y Letras y ha sido coeditor del blog De retrones y hombres en eldiario.es. Sus amigos le decían que para ser feliz sólo necesitaba un libro, una tostada de Nutella y una cocacola. No se equivocaban.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí