“La Organización Mundial de la Salud advierte de que el abuso de la carne procesada puede producir cáncer” (26 de Octubre de 2015). 

Una institución internacional atiza un papirotazo científico a un gran lobby y los españoles, en respuesta, hacen arder las barbacoas con declaraciones oficiales u oficiosas proclamando la inocencia de la panceta, los chuletones y el jamón con el motín de Esquilache en el inconsciente colectivo, a pesar de que la relación directa entre la ingesta desmesurada de carne y el cáncer colorrectal haya sido comprobada desde hace décadas. La recomendación sanitaria se contesta de la misma manera que al ilustrado Carlos III y a su ministro Esquilache cuando intentaron convertir los chambergos en sombreros de tres picos y recortar las capas por aquello de europeizarse y evitar la impunidad de los crímenes de quienes iban embozados. Los madrileños --encendidos desde los púlpitos-- no dudaron en amotinarse ante la imposición de una moda de procedencia extranjera. 

El pueblo hispano sigue siendo muy afecto al embozo y al chorizo de su pueblo al decir de la actualidad y de las encuestas electorales que dan por ganadoras listas plagadas de chacinas. No hacen más que seguir los preceptos de la Iglesia católica y aplicar el pragmatismo latino de san Agustín: Errare humanum est, divinum ignoscere. Los expertos en Satanás, cual OMS del alma, no están para minucias, sino muy ocupados en erradicar las costumbres en verdad perjudiciales:

“Vestirse de muertos y de zombis es descorazonador y triste”, dice en Twitter el obispo de Cartagena. 

“Halloween satánico”. Tal es la normalización del Halloween que incluso se ha introducido en organizaciones católicas suplantando la Fiesta de Todos los Santos del 1 de noviembre. Es lo que ha sucedido en Cádiz con dos cofradías –la de la Piedad y la del Despojado–, que habían organizado espectáculos relacionados con esta fiesta “pagana” y que tuvieron que ser cancelados a instancias del Obispado y del Secretariado de Cofradías y Hermandades de la Diócesis gaditana (..) que alertó de que Halloween “es la fiesta más señalada del calendario satánico”.  (La Razón, 29 de octubre, 2015).

Algunos se preguntarán por qué razón la jerarquía católica ha de pronunciarse contra una fiesta que tachan de pagana si no lo hace a causa del Año Nuevo chino ni la Nochevieja occidental ni otras festividades ajenas a la tradición cristiana. En el caso de Halloween censuran una celebración que nada tiene que ver con la suya salvo en la coincidencia del día vacacional y por tanto no cabe, desde el punto de vista doctrinal, ninguna ofensa contra la moral cristiana. Pero aquí no hay argumento que valga: las luces de la razón nunca han sido su fuerte. Salvo la de La Razón, siempre presta a denunciar la contemporánea persecución de cristianos –menú carnívoro e hipercalórico-- en el circo romano de la política. 

“Podemos quiere derogar los artículos del Código Penal de ofensa a sentimientos religiosos.  Los artículos que podrían entrar en conflicto con los ideales de Podemos serían en principio algunos de los relativos a la Sección segunda del Capítulo IV del Código Penal. (…) delitos contra la libertad de conciencia, el respeto a los difuntos y a aquellos en los que ahora pone el foco Podemos: los concernientes a los sentimientos religiosos, entre los que se encuentran los artículos por los que podría ser condenada (la concejala) Maestre.” (La Razón, 2 de noviembre de 2015).

“El belén de Cibeles, en la cuerda floja. Carmena planea eliminar el Nacimiento y dice que el Ayuntamiento “no debe representar sólo el patrimonio de los católicos”. (La Razón 28 de octubre de 2015)

En el cuerpo de la noticia se explica que el ayuntamiento madrileño solo planea un cambio de ubicación, no sin que antes el periódico de “Quo vadis, Marhuenda?” preste voz a la oposición para acusar al equipo de la alcaldía de “sectarios”, de “falta de respeto a los madrileños” y “un ataque a las creencias de la mayoría que en esas fechas celebra la Navidad”. 

Por supuesto, también el ABC tiene que decir algo respecto a estas costumbres importadas y, sin sutilezas, desvela la metáfora escondida bajo el disfraz castellanizante de “Jálogüin”:

“O si consideramos que con tal de dar calabazas, calabazas de Jálogüin, a la lista municipal más votada tenemos alcaldes que dan miedo, como la mentada Carmena, Colau, Kichi... Y las tiendas mientras hartándose de vender metemiedos de Jálogüin, ¿no te digo lo que hay? (Antonio Burgos, “Jálogüin separatista”, ABC, 2 de noviembre 2015).

Adictos a las dietas choriceras, los defensores de la tradición para quienes todo cambio huele a azufre tocan a rebato ante la repentina invasión de zombis, brujas y demonios. Con estos monstruos paganos no vale ni el truco ni el trato: lo que pretenden es asaltar el poder.