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El panorama en Cataluña está desenfocado como la imagen de ahí arriba. Acaba de terminar una votación. En ella le han dicho que no por segunda vez al profeta, que no se lo explica, porque debía conducir a su pueblo a la tierra prometida en el programa electoral. Las cámaras lo enfocan y lo tapan. Probablemente esté sonriendo. Es condición de profeta sonreír cuando las cosas no salen y decir ante todos que más adelante ya saldrán. Lleva sonriendo varios años. En un universo paralelo y jurídico a 600 kilómetros dicen, mientras se produce esta escena borrosa, que el profeta no puede serlo y que cuidado con serlo. La situación es confusa pero aún hay más. En la imagen no lo vemos, como no vemos al profeta, pero hay más protagonistas que discuten entre ellos y con el propio profeta sobre si hay que cruzar o no el mar y cómo cruzarlo. Poner de acuerdo a este grupo será complicado sin que alguien se ahogue. Alguno, suspirando ante el problema irresoluble, se acordará de Gurb, aquel marciano catalán, un tipo que podía dar pautas básicas sobre cualquier tema facilitándolo todo muchísimo. Cruzar mares y cómo cruzarlos estaría chupado con él participando. Se le echa de menos.
Vamos a sentarnos a ver qué hacemos, le diría Gurb disfrazado de Marta Sánchez al grupo. El gigantón de Badalona que no ve el agua aunque tenga los pantalones mojados hasta la entrepierna se sentaría junto a la jerezana que le grita al profeta que se vaya y al simpático bailongo. Enfrente, expectantes ante las palabras de Gurb, el profeta tomaría asiento junto a su silencioso acompañante del que todos sospechan que un día le quitará el puesto de profeta titular y una fila más atrás, el grupo de chicos de Manresa que se empeñan en que las aguas las abra otro. Veamos, dadme esos papeles, pediría Gurb disfrazado ahora de juez que pide ver pruebas. De cada 100 personas de Cataluña, al profeta titular y al profeta suplente los han votado 22, no está nada mal, diría Gurb, y el grupo de los profetas protestaría: 47, nos ha votado el 47%. El marciano catalán disfrazado de juez sacaría la calculadora y explicaría que 47 sería sin contar a quienes no votaron aquel día, que por algo sería y algo tendrán que decir en todo esto. Contándolos a todos son 22 para el grupo de los profetas, sentenciaría Gurb, que seguiría desenredando la situación calculadora en mano. A la chica jerezana la han votado 10 de cada 100, 7 al hombre bailongo, 5 al gigantón de Badalona, otros 5 a aquel señor de allí (Gurb señalaría a un señor mayor e invisible al que todos ignoraban por haberse sentado aparte), 4 personas de cada 100 han votado a los chicos de Manresa, 1 al señor que vivía en un hotel de Madrid y que no está aquí y 1 a partidos pequeñitos como el pirata o el de amar a los animales, que tampoco están. De cada 100, continuaría Gurb explicándose, 18 podrían haber ido a votar ese día pero no quisieron y 27 son niños a los que no les dejaron votar por edad. Sentencio que los niños, grupo mayoritario que debe asumir la responsabilidad de abrir consultas, se reúna con quienes pudiendo votar no lo hicieron. Sumarían el 45%. Si llegan a un acuerdo, que se apunten a un cursillo de natación y vengan aquí a explicarles a ustedes cómo se nada. Gurb golpearía la mesa con una maza de juguete con el logotipo de Cobi, se disfrazaría de nuevo de Marta Sánchez y se subiría a un AVE destino Atocha a arreglar otra situación desenfocada y confusa.
El panorama en Cataluña está desenfocado...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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