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El balonmano español sigue tras el reciente Europeo de Polonia anclado entre los mejores. Una vez más se ha codeado con los grandes e incluso en algunos casos sonados les ha superado. Vivimos una época dulce en cuanto a nuestro equipo nacional. Es el momento de considerar y dar el valor necesario a unos jugadores que mantienen nuestro listón de rendimiento en niveles de privilegio. Negar la evidencia, minimizar la plata conseguida, es de una injusticia descorazonadora.
Vivimos épocas de máximas exigencias deportivas. Sólo vale ganar. Analizamos con máximo rigor las tácticas y rendimientos. Deseamos la victoria pero exigimos calidad, virtuosismo y somos punzantes a la hora del análisis y juicios de valor. No voy a negar la evidencia, España no ha jugado bien en el pasado Europeo. El equipo no estuvo cómodo casi nunca sobre la pista y los errores/precipitaciones pesaron más que los buenos momentos, que también los hubo: el debut ante Alemania, la primera parte frente a Dinamarca y la semifinal con Croacia. Momentos álgidos de los Hispanos que nos llevaron una vez más a convivir entre los mejores
Tras la final perdida, con una imagen impropia de un equipo con aspiraciones al oro, y cuando el ánimo de todos los que nos encontrábamos en Cracovia estaba bajo mínimos, la imagen de tristeza, impotencia, rabia y dolor sentido de los jugadores en el podio y en las horas posteriores, así como sus declaraciones en los distintos medios de comunicación, volvieron a demostrar la grandeza de este grupo de jugadores, sus valores. Eran plata pero su sentimiento estaba lejos del reconocimiento deportivo. Ganadores natos, su dolor se reflejaba por detrás de unas sonrisas que no podían ocultar la realidad.
España pierde la final ante Alemania porque sus armas en esos momentos son insuficientes. No hablo del planteamiento ni del rendimiento estratégico. Lo he dicho en infinidad de ocasiones: España con su estilo ha conseguido éxitos en momentos inesperados como consecuencia de esa esencia de nuestro balonmano que tan bien han sabido desarrollar jugadores y técnicos. Pero nos han estudiado y, sabedores de nuestras virtudes, los rivales se centran en el trabajo sobre nuestras carencias, que sí, las tenemos.
El lanzamiento exterior. Todas las selecciones grandes, aspirantes a los puestos de honor en todos y cada uno de los campeonatos, tienen en su juego la posibilidad de ese recurso. Primeras líneas poderosos con lanzamiento más allá de nueve metros fundamentales a la hora de culminar una jugada ofensiva o desatascar un ataque. España adolece de ese recurso y lo sufre. Nuestros jugadores de primera línea atesoran una calidad incuestionable. Ven el balonmano como nadie pero siempre en permanente y desgastador contacto con los muros defensivos.
Nuestro balonmano está lejos en estructura de potencias como Alemania, Francia o Dinamarca pero rivalizamos con ellas sobre la pista
Alemania con su defensa al límite del reglamento, literalmente desquició a nuestros jugadores, que no consiguieron con el resultado en contra procesar mentalmente un partido que se les iba de las manos. Nuestras virtudes necesitan claridad de ideas, acierto, velocidad y finalización. Todos los objetivos hacia donde dirigió su estrategia el técnico islandés. Anulados éstos, sólo se podía reaccionar con algo que no tiene el equipo y de ahí la derrota, la tristeza, el dolor de la impotencia.
Estoy convencido que los Hispanos nos van a seguir dando muchas alegrías. Continuarán en la pelea haciendo gala de sus valores y su capacidad y lo demostrarán muy pronto en el preolímpico de Suecia. Otra cita marcada en el calendario. En Malmö, los dias 8, 9 y 10 de abril, España deberá lograr su pasaporte olímpico ante la anfitriona Suecia, Eslovenia e Irán. Sólo dos plazas para la cita de Río 2016 que nuestros Hispanos no se quieren, ni deben perder. Y no será nada fácil.
Me ha gustado mucho el Europeo y reconozco que por las múltiples ausencias de jugadores clave en muchas e importantes selecciones debido a las lesiones, era escéptico a la hora de un juicio previo. Pero el juego de equipos como Noruega, Suecia o Alemania me ha hecho disfrutar. Berge, Olsson y Sigurdsson, sus técnicos, han plasmado todos sus conceptos tácticos en un producto maravilloso de balonmano trabajado en la creación de juego y la búsqueda de soluciones. Y cada uno con su estilo muy particular. Jugadores como Sagosen, Lukas Nilsson o Wolff, entre otros, quedarán en el recuerdo de un buen Europeo.
Todo ello da mucho valor a la plata conseguida. Días pasados veía el recibimiento de los tres equipos del podio en sus respectivos países. Ver la explosión de júbilo en Berlín y Zagreb con miles de aficionados celebrando el oro y el bronce en torno a las selecciones de Alemania y Croacia me hacía valorar todavía más lo conseguido por España. Nuestro balonmano está lejos en estructura de potencias como Alemania, Francia o Dinamarca pero rivalizamos con ellas sobre la pista. Para que el esfuerzo de nuestro equipo durante años de estar entre los mejores no se quede en nada debemos aunar esfuerzos, buscar soluciones entre todos los estamentos para volver a crecer y crear estrategias deportivas a corto y largo plazo. Siempre vale una plata... SIEMPRE
El balonmano español sigue tras el reciente Europeo de Polonia anclado entre los mejores. Una vez más se ha codeado con los grandes e incluso en algunos casos sonados les ha superado. Vivimos una época dulce en cuanto a nuestro equipo nacional. Es el momento de considerar y dar el valor necesario a unos jugadores...
Autor >
Luis Miguel López
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