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En estos días se ha sabido el resultado de la consulta de Podemos a sus bases y simpatizantes sobre los posibles pactos de gobierno. Más allá de la contabilidad de síes y noes, el dato que me interesa es el de participantes: 147.511 personas. O sea, un 37,9% los 393.538 inscritos en la web del partido. Un 72,2% de las 207.060 personas que la han utilizado el último año. No sé lo que dirán los tertulianos de los viernes, pero a mí me parece un datazo. Uno lo ve y se atrevería a decir que la democracia participativa funciona.
En estos días, también se ha sabido el resultado de la votación ciudadana sobre los presupuestos participativos de Madrid. En esta segunda fase, 23.825 madrileños han dado 168.811 apoyos a las 5.184 ideas propuestas. En mayo, tras la criba técnica del ayuntamiento, otra vez todos los empadronados en la ciudad podrán votar dónde y en qué gastar los 60 millones de euros reservados para estos asuntos. Pero vuelvo al ahora y, lo mismo que en el párrafo anterior, el resultado me da igual; me fijo en la cifra de participación. Y, en este caso, uno diría que es flojillo, que la democracia participativa no termina de arrancar.
¿Acaso es más importante lo votado en el referéndum de Podemos que lo que se votaba en Decide.Madrid.es? No lo creo. Son cosas distintas pero, desde luego, proponer y votar lo que puede ocurrir en tu ciudad es una estupenda oportunidad de formar parte de ella, de hacerla a tu manera, de mejorarla. Dejarla pasar es una pena.
Es posible que haya muchos madrileños que no se hayan enterado de que esto estaba ocurriendo. Es probable que la comunicación no haya llegado a todo el mundo. El Ayuntamiento de Madrid, que está haciendo cosas bien, regular y mal, está apostando fuerte por la democracia participativa. Quiere adelantarse en un tema en el que hay ciudades metidas (París, Reikiavik, Bolonia…) pero ninguna de forma tan ambiciosa como la que pretenden Pablo Soto y su equipo. Demasiado ambiciosa, quizás.
Está claro, se ha visto, que poner en marcha una web no es suficiente. Que hay que dinamizar colectivos, asociaciones y comunidades, que los procesos son antes offline que online, que hay mucho trabajo didáctico por hacer y que la comunicación necesita sobrepasar los canales tradicionales. Pero conviene no centrar la responsabilidad del asunto sólo en el emisor y repartirla también al receptor y al medio.
En España se habla mucho de política. Las noticias de las secciones de nacional son casi todas políticas. Los debates políticos son en prime time. En la calle se discute tanto del Madrid y el Barça como de Sánchez e Iglesias. Los líderes políticos son tan conocidos como las estrellas del pop. Pero, ¿es eso la política? No sé yo. Desde luego, no la única.
Aquí nos encanta apoyarnos en la barra para discutir sobre los temazos de la macropolítica, pero cuando nos toca arremangarnos para formar parte de un colectivo, ponernos a trabajar en una solución para el barrio o perder diez minutos en hacer un par de clics para decidir sobre presupuestos participativos nos entra la flojera o hacemos como que nos viene pequeño. Más o menos como cantaba Chenoa: estamos de vuelta cuando ni siquiera hemos llegado.
En democracia, igual que en el deporte, lo importante es participar. Lo de ganar viene después. Son los políticos de oficio los que están obsesionados con ganar; somos nosotros los que, en realidad, tenemos todas las de perder… y las de ganar. Por eso nos merece la pena participar mucho más que yendo al colegio electoral, porque es por nuestro bien. En realidad, que el concepto democracia tenga que llevar el apellido participativo demuestra que algo hemos estado haciendo mal.
La buena noticia es que los tiempos están cambiando. No sólo porque la tecnología lo hace más fácil, también porque la tendencia parece imparable y ahora tenemos algo esencial: gente en puestos de mando que cree que es la gente la que debe decidir. La pelota empieza a estar en nuestro tejado.
En estos días se ha sabido el resultado de la consulta de Podemos a sus bases y simpatizantes sobre los posibles pactos de gobierno. Más allá de la contabilidad de síes y noes, el dato que...
Autor >
Pedro Bravo
Pedro Bravo es periodista. Ha publicado el ensayo 'Biciosos' (Debate, 2014), sobre la ciudad y la bicicleta, y la novela 'La opción B' (Temas de Hoy, 2012). En esta sección escribe cartas a nuestro director desde un lugar distópico que a veces se parece mucho a éste.
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