Me piden que escriba sobre el 15M. Al hecho de haber estado implicada en la organización de la mani del 15M en Barcelona, en las acampadas y múltiples proyectos vinculados al 15M, se une el hecho de ser actualmente concejal en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona. Sospecho que esperan que hable de un 15M dentro de la institución, de cómo la revuelta municipalista es una evolución del 15M. Pero no lo haré. Ya se ha escrito y opinado mucho sobre este tema, con menor o mayor acierto. Prefiero remitirme a una metáfora relacionada con el software para explicar qué ha sido del 15M, un 15M que además, puso en el orden del día las prácticas tecnopolíticas que diferentes comunidades llevaban practicando desde hacía años; consiguiendo pequeñas victorias y, principalmente, introduciendo formas de hacer basadas en la colaboración, la generosidad, la réplica, la escalabilidad de las prácticas... 

Hay proyectos de software lilbre que acaban teniendo forks. De un mismo código fuente acaban desarrollándose diferentes proyectos. Un fork a veces puede suponer un divorcio en el sentido más dramático de la palabra: no te quiero volver a ver, ya no tenemos nada que ver la una con la otra. Otras puede suponer que se desarrollan dos o más proyectos diferentes que finalmente vuelven a converger en un mismo proyecto. O bien, se desarrollan diferentes proyectos en paralelo que se retroalimentan entre sí, donde colaboran aprovechando parches y mejoras del proyecto hermano.

El salto institucional es un fork del 15M en este último sentido. Bebe de un código fuente que tenía en su ADN el reclamo de protagonismo ciudadano en la vida política, el rechazo frontal a prácticas corruptas, a unas instituciones alejadas de las necesidades de la ciudadanía; y por tanto de los derechos fundamentales; la exigencia generosa de cambiar las prácticas y las maneras de hacer. El salto a las instituciones no es LA evolución lineal del 15M, es un fork, bebe del habernos demostrado que podíamos imposibles; y ahora necesita de la retroalimentación de otros forks que surgieron del 15M: mareas, movimientos, PAHs, cooperativas... Pero no olvidemos que el 15M generó miles de movilizaciones, pero no era un movimiento «al uso». Era un clima, un clima que atravesó el imaginario político colectivo y cambió la vida de mucha gente, y el panorama político institucional. El fork institucional necesita de los otros forks que surgieron del clima 15M para retroalimentarse y seguir pudiendo imposibles. Necesita de una ciudadanía crítica, exigente, ansiosa de otras formas de hacer política; con prácticas replicables.

De hecho, uno de los elementos que facilitó la replicabilidad del 15M y de sus prácticas fue precisamente su mediatización, a través de los grandes medios de comunicación, y también de redes autogestionadas; una vez el foco de atención se centra únicamente en el fork institucional, la replicabilidad de los otros forks disminuye. Y corremos el peligro de que se instale la sensación de que «ahora sí que hay unos que me representan», de que «esta gente seguro que lo arreglará» o, en el caso más hobbesiano «ya no son de los nuestros porque la institución transforma a cualquiera por mucho que lo intentes».  5 años después, el 15M tiene muchos forks, y todos ellos necesitan el mismo foco de atención, y se necesitan los unos a los otros para conseguir objetivos comunes: recuperar nuestras vidas, poner la política al servicio de la gente, y cambiar las maneras de hacer. 

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Gala Pin  es concejal de Participación y del distrito de Ciutat Vella en el Ayuntamiento de Barcelona. Ha participado activamente en movimientos en defensa de la cultura libre, el movimiento vecinal y el derecho a la ciudad, y en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.