-- ¿Y viste alguna estrella fugaz?, me preguntó mi amiga Carmen.

-- Sí... Tres. Dos claras y precisas, cruzando el cielo de la playa de Berria, al lado de Santoña, mientras oía los blues de mi hijo y sus Cocooners en el Titicaca, un chiringuito en la arena... y otra más corta y más dudosa, pero que ya nos hubiéramos conformado otros años con los cielos menos claros.

-- ¿Te acuerdas cuando íbamos a la Virgen del Mar? Nos llevábamos las toallas de la playa para tumbarnos en el prado mismo, esperando las Perseidas…

-- Y no había modo de ver ninguna. Yo creo que San Lorenzo dejaba de llorar, y nosotros no parábamos de reírnos.

-- Fue divertido, ¿verdad?

-- ¿Te das cuenta de la de veces que decimos “te acuerdas” este verano?

-- Pero seguimos riéndonos, ¿a que sí?

Estamos en Terminal, que es un clásico de nuestra vida, y hemos cambiado el gintonic por un ron tostado con limonada natural, la especialidad de la casa. Hace calor, mucho para esta tierra, y amenaza con llover, pero de momento nada. Nubladillo. Y suena el móvil de Carmen, que con un rápido “perdona” se baja del taburete terracero y se separa un poco de las mesas.  

-- Nada, el caso éste…. Perdona, Rosa. Han detenido a un sospechoso, y se lo traerán para acá. De momento le están tomando declaración, y no hay todavía acusación formal. No, yo no tengo que ir a nada, tranquila. Yo no interrogo. Además, hasta que no lleguen….

Claro que le pregunto de dónde, y me dice que de Palencia. Mosquita muerta, el pájaro, añade. Lo niega todo. Y tendrán que carearle con el personal fijo de la Universidad, y con los amigos de Alicia… en fin. No te puedo contar más, y lo sabes.

-- Y las pruebas de ADN.

-- Por supuesto.

Así que lo mejor es cambiar de tema. Comentamos la fiestita de la Luna Llena de Agosto que organizaron Carmen y Marga Sánchez Diezma el jueves. Lancha, marmita, arroz con leche y habaneras… y copas, por supuesto. Y una luna en todo su camino, roja saliendo por el Palacio de la Magdalena, blanca y luminosa rielando sobre las aguas tranquilas de la bahía.

-- Hizo bastante frío –le cuento-- pero nos reímos muchísimo. Hay que ver lo animadas que son las Sánchez Diezma. Están organizando la Asociación de Amigos del Museo de Arte Moderno de Santander. Si en algún momento cumplo mi sueño de pasar largas temporadas aquí…. Sí, mujer, las gemelas. ¿No te acuerdas? En una época decoraron todo Santander, tienen personalidad, y representaron la modernidad, si prefieres, la posmodernidad. Y son unas auténticas animadoras culturales.

Pero no puedo dejar de pensar en el “pájaro” detenido en Palencia, del que Carmen dice que es una “mosquita muerta”.  

-- Tú no puedes vivir sin Madrid– me dice.

-- Pues mira, no sé. Entre que Madrid no es el mismo, y yo tampoco….

-- ¿Y de qué va tu policial de la próxima columna?

-- Uf... me parece que es irremediable: de un crimen en el campus. Una novela rara de mi querido John Le Carré que me he encontrado por ahí... Asesinato de calidad. Una historia de Smiley que esta vez no es espía, sino detective, en uno de esos colegios privados británicos que paradójicamente se llaman public school... Por el módico precio de 125 pesetas –¡menos de un euro actual!-- la vendía Bruguera en edición de bolsillo. La mía es del 78, aunque la primera edición es de Noguer, 1966, en traducción de Maria Lluïsa Borràs, que tiene el copy del 62...  

-- Maria Lluïsa Borràs... ¿No era la crítica de arte?

-- Sí, de La Vanguardia. Murió hace unos años, en 2010, creo. Pero no sé si es la misma que ha firmado muchas traducciones…. Otro misterio para Raquel Escutia.

-- Así que en el campus, eh, me dice disimulando que lee esta serie puntualmente. Pues, me digo: Carmen se va a llevar una sorpresa.