Fuente de El ángel caído -- Ricardo Bellver, 1877
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El diablo es el Mal Absoluto, al decir de los expertos. También aseguran que los tiempos inciertos y precarios son los preferidos por Lucifer para hacer de las suyas. Como estos que nos toca vivir. Un país sin gobierno --en “funciones” pero funcionando a su manera, véase el feo affaire del funcionario Soria--, bloqueado por dirigentes incapacitados para el mando --¡Ah, los gerifaltes de antaño…! --, abocado a acudir a las urnas una y otra vez, poniendo en peligro la Fe en la Recuperación Económica y la Indivisibilidad de la Nación, parece el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de un Mal, si no Absoluto --concepto un tanto anticuado en la modernidad líquida donde ya nada es estable-- sí fragmentado, voluble, y por tanto más difícil de detectar. Y de exorcizar. Claro que, en ese caso, “Doctores tiene la Iglesia” como afirma el refranero español.
“150 futuros exorcistas en Roma, porque “el demonio no es un mito”, según el papa Francisco. Aprender a distinguir y tratar los casos de posesión demoníaca de los casos de enfermedad psíquica es el objetivo del curso ‘Exorcismo y oración de liberación’ celebrado del 13 al 18 de abril en Roma y organizado por la Universidad Europea, promovido por el Instituto Sacerdos y apoyado por la Congregación para el clero del Vaticano.” (Infocatólica, 20-4-2015)
El Papa popular a veces exhibe unas maneras resbaladizas de viejo jesuita, de ejercicios espirituales con escenografía tenebrosa, que casan mal con ciertos mitos --estos sí-- escorados a la izquierda respecto de las modernidades papales. Algunos simpatizantes de Francisco no deben de conocer bien el poder del Maligno. Tampoco el del Vaticano.
Pero, ¿dónde se encuentra Satán? La pregunta es necesaria para poder exorcizar una presencia tan peligrosa. Aterradora, incluso, puesto que amenaza por igual a los buenos creyentes como a las ovejas descarriadas: es decir, la ciudadanía entera. La prueba es que en los últimos comicios muchas de esas ovejas, poseídas por el Mal, han optado por opciones políticas que ponían en cuestión el Orden Legítimo, al que han lanzado un enorme vómito verde.
“¡¡¿Has visto lo que ha hecho la cochina de tu hija?!!” (El Exorcista, William Friedkin, 1973)
Hay que tener cuidado, porque esa presencia luciferina es ubicua, sutil, e incluso seductora. Dicen. Y puede adoptar mil formas: íncubos, súcubos... y periodistas.
La revista CTXT solicitó al Congreso de los Diputados una acreditación para que el periodista Guillem Martínez (acreditado por su profesionalidad y larga experiencia) informara a sus lectores de la última tentativa de investidura. Se denegó con el pretexto de que “estaban siendo restrictivos”. Tras el escándalo y la campaña en las redes -- #QueremosContextoEnElCongreso fue trending topic en redes sociales durante varias horas-- el Congreso rectificó.
“O Colexio de Xornalistas de Galicia critica que o Congreso non acredite ao semanario 'Ctxt' para a investidura” (Galiciaconfidencial, 29-8-2016)
“El diablo conduce una guerra de dos mil años (...) con los artificios de siempre, (...) reivindica derechos inexistentes y ataca con la mentira para debilitar el anuncio luminoso de la verdad de la creación y de la salvación.” (Monseñor Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor y director del curso papal para exorcistas)
Para ser periodista hoy en un medio destacado se exige ser un exorcista machacón y vociferante
Parece que nuestros próceres consideran que el templo sagrado de la Democracia pudiera sufrir una posesión demoníaca en el caso de que cierta prensa se colara en él de rondón. Porque el Congreso ya está ocupado por otra prensa, la del bando de los exorcistas que lleva aplicando a la ciudadanía casi cinco años de ejercicios espirituales rama ignaciana --con atrezzo de calavera--. Entre atronadores discursos, conminan al personal a enmendarse y expulsar a las tinieblas exteriores a los pecadores partidos “no-constitucionalistas” e incluso a Pedro Sánchez --a pesar de su ligero parecido con el padre Karras, y puede que hasta con su final--, declarado culpable de devaneos demoníacos por no apoyar la investidura del Legítimo Elegido. En caso contrario, todos sufriremos eterno tormento en las Calderas de Pedro Botero, avisan, y entonces dan más miedo que cualquier contorsión diablesca. A imagen y semejanza de su Enemigo, viven sumidos en una oscuridad permanente, de aquelarre. De hecho, para ser periodista hoy en un medio destacado se exige ser un exorcista machacón y vociferante; son mayoría en la prensa de la Verdad Revelada. Eso sí, de faltar a sus votos y a la disciplina eclesiástica son rápidamente suspendidos a Divinis.
“Fernando Berlín: "La distancia entre la línea editorial de la SER y la mía era cada vez más amplia". El director de La Cafetera explica en su programa que ha sido despedido por motivos ideológicos y anuncia que al menos dos colaboradores más saldrán de la emisora en los próximos días.” (Público, 5-9-2016)
Para luchar contra Satán se ha puesto a disposición del usuario una batería de jaculatorias, hisopos de agua bendita, despidos fulminantes y los mil exorcistas de la prensa afín, el plasma, la amenaza con retirar publicidad institucional, la ley mordaza. Hasta negar una simple acreditación. ¿Responsabilidad informativa? ¿Prensa independiente? ¿Libertad de expresión? ¡¡Añagazas del Maligno!!
El diario La Razón lleva mucho tiempo apuntado a la moda exorcista, tanto que hasta aparece en su sección “Lifestyle”, dedicada a la belleza, los cotilleos y otros temas veraniegos:
“Diario de un exorcista. El padre Salvador Hernández se ha convertido en una eminencia a la hora de luchar contra el maligno y los espíritus del más allá. (...) Igual que el demonio posee a sus víctimas, se apodera de casas, lugares, libros y todo tipo de objetos. A esto se llama infestación diabólica.” (La Razón, 29-8-2016).
En el parque madrileño del Retiro, muy cerca del Congreso de los Diputados, habita una de las tres estatuas en el mundo dedicadas al Diablo. La capital de España –esto deberían de saberlo sus señorías-- acredita en sus principales y más famosos monumentos una evidente simpatía por el Diablo y por el Mal en general, como demostró Alex de la Iglesia en la icónica El día de la bestia (1995). La infestación diabólica no solo se encuentra retratada en el Ángel Caído esculpido por Ricardo Bellver --inspirado por los versos de “El paraíso perdido” de Milton--, sino también en la figura del héroe de Cascorro, Eloy Gonzalo; un peligroso expresidiario reclutado para redimir pena en la guerra de Cuba y muerto de disentería –no en hazaña bélica-- en el infierno cubano. Y, por supuesto, ahí está la diosa Cibeles, la imagen de las postales matritenses. La pagana diosa frigia --¿con gorro republicano?-- era una Magna Mater furiosa: sus sacerdotes debían castrarse ante ella violentamente. (Una idea para las celebraciones, un tanto vandálicas con el monumento, del Real Madrid)
Pero los madrileños, castizos ellos, no se asustan al ver al Príncipe de las Tinieblas entronizado y elevado en su ciudad: pasean domingueros junto a él y la chavalería rodea en bici o patinete su pedestal. Le han dado al diablo una acreditación eterna.
El diablo es el Mal Absoluto, al decir de los expertos. También aseguran que los tiempos inciertos y precarios son los preferidos por Lucifer para hacer de las suyas. Como estos que nos toca vivir. Un país sin gobierno --en “funciones” pero funcionando a su manera, véase el feo affaire...
Autor >
Pilar Ruiz
Periodista a veces y guionista el resto del tiempo. En una ocasión dirigió una película (Los nombres de Alicia, 2005) y cada tanto publica novelas. Su último libro es "La Virgen sin Cabeza" (Roca, 2003).
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