1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

RELATOS MELÓMANOS

Un disco de Jorge Drexler me trajo hasta aquí

Juanjo Cubero 5/10/2016

FURIBUNDO

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 

Es martes, 27 de septiembre de 2016 y Diego Bernal rebaña el tomate que cae de una rebanada demasiado tostada, mientras apura un zumo de naranja teóricamente poco concentrado. A continuación, cebará prolijo el mate, preparará el termo, se ajustará la corbata frente al espejo y, antes de irse, abrirá la ventana para comprobar si definitivamente la mañana clareó.

Diego Bernal se percatará de que al otro lado de la calle hay un operario colgado de una farola. El tipo estará instalando el enésimo cartel publicitario con el rostro de Luis Suárez. El jugador del Barcelona ha promocionado ya aerolíneas, bebidas azucaradas, una red de locales de pagos y cobranzas, equipamiento deportivo y centros auditivos. Esta vez sostiene un celular y Diego Bernal se preguntará si acaso Suárez no publicitó ya en su momento la otra empresa de telefonía móvil que opera en Uruguay.

“No tengo la certeza, pero podría ser” le contestará luego su compañero de trabajo Pablo Grimaldi cuando le plantee la cuestión “teniendo en cuenta que acá, en el paisito, las agencias de publicidad no andan sobradas de ídolos”.

Diego Bernal se dispondrá a abandonar su departamento en la calle Soriano -no excesivamente lejos de la Ciudad Vieja- pero se percatará de que la radio permanece encendida en el living. Dará media vuelta y cuando esté a punto de girar la rueda para acallarla –se trata de un aparato antiguo, pero no obsolescente- surgirá una canción.

Diego identificará al instante las notas que preceden a un texto indisoluble en su recuerdo: “El deseo sigue un pulso paralelo. Y la historia es una red y no una vía”.

Se sonreirá y dejará sonar la canción un poquito, concretamente hasta que llegue esa parte de “La vida también es aquellos mensajes (…) Clara, evidente, manda la libido. La fidelidad, brumosa palabra, con su incierta lista de gestos prohibidos muerde siempre menos de lo que ladra”.

Bernal atrancará la puerta del departamento, bajará las escaleras y caminará dos cuadras para tomar un ómnibus hasta el puerto. Allí subirá al buque en el que labura cinco días por semana.

Casi dos años antes, en la medianoche española del 23 de octubre del 2014 —jueves— Diego Bernal embarcaba en un Airbus A330 de Aerolíneas Argentinas, operado por Air Europa, con destino al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en Buenos Aires.

Su asiento 27 A, con vistas privilegiadas al océano, carecía de compañeros de viaje, así que las previsiones de Diego eran bastante halagüeñas: podría pasarse las doce horas venideras en posición horizontal, sin rubores.

La escucha de 12 segundos de oscuridad había confirmado sus sensaciones a ras de cielo. Estaba obsesionado con el disco

Diego Bernal trabajaba en el Museo del Greco, en Toledo, España, y entre sus obligaciones figuraba la de acompañar a las pinturas en los viajes a exposiciones temporales. Ejercer, por ejemplo, de guardaespaldas de la Vista y plano de Toledo le había permitido, entre otras cosas, bañarse en las playas de Creta, visitar la plaza Garibaldi o encallar en los cayos de Florida.

En esta ocasión, Diego debía custodiar Las lágrimas de San Pedro hasta el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires donde se había organizado una muestra que conmemoraba el IV centenario de la muerte del artista.

Cada vez se le hacía más cuesta arriba viajar sin Candela a Diego. Insistió mucho, pero a ella no le concedieron tantos días libres. “No todos tenemos trabajos tan interesantes como el tuyo” le había soltado en un tono un tanto apesadumbrado en la terminal aquella noche.

Diego maldijo no haber traído somníferos porque a pesar de que el avión había despegado en un horario muy propicio, no lograba engatusar al sueño. Se levantó infinidad de veces, recorrió el pasillo central, fue al baño, volvió a su asiento, se apretó dos güisquis, escrutó la revista de la aerolínea, diseccionó las instrucciones para los aterrizajes de emergencia, recordó aquella escena de El club de la lucha en la que Tyler Durden explica que respirar por una mascarilla le hace a uno ser más dócil y aceptar su destino; se atemorizó, creyó por un momento que el avión perdía altura, acribilló a preguntas a la tripulación, logró tranquilizarse, se propuso dormir, recolocó el manual de emergencias en el bolsillo del asiento y comprobó que allí dentro alguien había olvidado un disco: 12 segundos de oscuridad de Jorge Drexler.

Apenas conocía Diego Bernal a Jorge Drexler. Nunca le vio en directo, ni siquiera había escuchado con sosiego alguno de sus discos, pero el inoportuno insomnio acrecentó su curiosidad.

Sacó el libreto del estuche, comenzó a leer uno a uno los textos e intentó imaginar las melodías que con esas estrofas se podían trenzar.

La primera canción con la que tropezó estaba en las páginas centrales y su título aparecía en letra negra, sobre fondo blanco: El otro engranaje. Le entusiasmó ese texto escrito, según se detallaba en el libreto, en pleno vuelo Madrid · L.A.

“El deseo sigue un curso paralelo y la historia es una red y no una vía (…) Y bajo los congresos, las giras, rodajes, las ferias agrícolas y convenciones, gira inexorable el otro engranaje, la noria invisible de las transgresiones” .

Pasó un par de páginas y se apuntó en su cuaderno de viaje, donde coleccionaba garabatos, conversaciones ajenas y reflexiones personales, el desenlace de La infidelidad en la era informática.

“La obsesión desencripta lo críptico, viola lo mágico, vence a la máquina y tarde o temprano nada es secreto en los vericuetos de la informática”.

Lo que un principio pudo parecer un pasatiempo para estimular cuanto antes la caída de unos párpados impertérritos, se convirtió pronto en una apasionada lectura. También hubo desconcierto y perplejidad. Exudaban los textos una franqueza que Diego no recordaba haber leído en largo tiempo en una canción.

Continuó manoseando el libreto. “El velo semitransparente del desasosiego un día se vino a instalar entre el mundo y mis ojos. Yo estaba empeñado en no ver lo que vi, pero a veces, la vida es más compleja de lo que parece”.

La vida es más compleja de lo que parece había sido escrita en el Cabo Polonio, un lugar situado en el país más chiquito de Latinoamérica, entre los dos más grandes, a apenas 90 kilómetros de la frontera con Brasil.

Nunca le vio en directo, pero el inoportuno insomnio acrecentó su curiosidad

Tras un escrutinio minucioso, Bernal concluyó que el Cabo constituía el corazón del disco. Allí habían sido armadas muchas de las canciones de 12 segundos de oscuridad. En otras, la inspiración había pillado a Drexler a miles de pies del suelo. De hecho, a Diego Bernal le pareció muy revelador encontrarse una composición titulada Transoceánica, escrita durante un vuelo a Los Ángeles, cuyas primeras letras decían “voy en este vuelo transoceánico oyendo tus versos melancólicos”.

En cuanto llegara a Buenos Aires Bernal necesitaba ponerle música a estos textos que ya le arrebataban.

La mañana del 25 de octubre de 2014 —sábado—,  Diego Bernal entregó 100 euros a un quiosquero de la calle Florida de Buenos Aires. Los 1500 pesos argentinos que el tipo le devolvió doblados por la mitad y enrollados en una goma resultaron un cambio extraordinariamente ventajoso en comparación con el que ofrecían en la sucursal oficial del Puerto Madero. A las 12.10, y con Las lágrimas de San Pedro ya a resguardo en el Museo Nacional de Buenos Aires, Bernal tomó por vez primera el buque que parte en dos el río de la Plata. Disponía de dos días sin obligaciones laborales, así que decidió viajar hasta el Cabo Polonio. La escucha de 12 segundos de oscuridad había confirmado sus sensaciones a ras de cielo. Estaba obsesionado con el disco.

Diego Bernal disfrutó del paso de la Argentina al Uruguay, incluso hizo buenas migas con el personal del barco. Pablo Grimaldi, camarero de la cafetería de la primera planta y natural de Salto, capital del departamento uruguayo del mismo nombre, le mostraría con todo tipo de atenciones la ruta que debía seguir para arribar al Cabo.

Bernal tomaría un autobús desde la estación de Tres Cruces de Montevideo a las 7 de la mañana del 26 de octubre de 2014 —domingo—, del cual se apearía 5 horas después, en el kilómetro 264.5 de la ruta 10.

En el Cabo Polonio no hay luces encendidas, ni goteras por grifos abiertos. No hay aglomeraciones, pero sí muchos lugares comunes que pueden inspirar el poemario de un diletante. Hay gaviotas que no se apartan a tu paso, silencio, portazos, gatos asilvestrados y atardeceres y amaneceres que parecen zurcidos por Sorolla.

En el Cabo Polonio uno por fin entiende el significado de ver caer sobre sí un diluvio de estrellas.

La fidelidad, brumosa palabra, muerde siempre menos de lo que ladra

Diego Bernal siguió las instrucciones de aquel mesero al pie de la letra. Preguntó por Yanina nada más bajarse del todoterreno en el que había llegado abriéndose paso entre dunas. Le entregó 1000 pesos uruguayos —unos 30 euros— que le permitirían hacer noche en un pequeño ranchito y esperó “porque lo mejor del Cabo está en la madrugada”. Luego pasó la tarde bebiendo y caminando. Avistó lobos marinos, charló con el farero y vio el anochecer parado frente al mar, en la playa del sur. Se resguardó del viento detrás de La Nena y La Juanita, dos embarcaciones ya ancianas, y quedó en completa oscuridad, bajo la majestuosa mirada de un faro que daba la cara cada 12 segundos. En ese momento tan idílico, vergonzoso visto seguramente para los demás, prendió otra vez Diego Bernal la música de Jorge Drexler.

“Gira el haz de luz para que se vea desde alta mar (…) La noche cerrada, apenas de abría, se volvía a cerrar”.  La voz de Drexler le sonaba en el Cabo aún más vencida, al borde incluso de la lágrima en canciones como Hermana Duda. “Ojalá que tú sigas mordiendo mi lengua. Pero esta noche, hermana duda, dame una tregua”.

Tras El fuego y el combustible, el Cabo quedó en completo silencio y Bernal emprendió el camino de regreso al rancho.

Tuvo que esperar Diego Bernal el paso del faro cada 12 segundos para poner “pie detrás de pie, tras el pulso de claridad” porque no había tomado su linterna, a pesar de haber sido advertido de que deambular por el Cabo Polonio de noche era una aventura, a veces, angustiosa. Caminó un par de horas siguiendo la estela que hacía la luz del faro al pasar, haciendo un alto en el camino cuando la luz le vencía y reanudando la marcha cuando la veía venir de lejos, 12 segundos después. Pero no lo logró. No encontró su ranchito. Todos le parecían iguales. Había tomado como referencia unos andamios, pero esos andamios habían desaparecido. Paró en uno cualquiera. Se sentó en el porche, con el abrigo abrochado hasta los labios porque en el Cabo el viento pega fuerte y los portazos son tempestuosos. Esperó ver amanecer, a la intemperie.  Allí cayó dormido.

Diego Bernal llegó a la terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas el día 31 de octubre –viernes- a las 6.50 hora local, con un constipado espantoso que apenas le había permitido dormir en todo el vuelo. Encendió el móvil, también su reproductor de mp3. Pulsó El otro engranaje —se había convertido en algo ya enfermizo— y un mensaje de wasap —porque “la vida también es aquellos mensajes”— interrumpió eso de “El deseo sigue un curso paralelo. Y la historia es una red y no una vía”.

Era Candela: “Cariño, al final Diego llega hoy. Nos vemos mejor mañana, ¿vale? No me escribas en todo el día, por favor. Pasaré con él la noche”.

No me escribas en todo el día, por favor. Pasaré con él la noche

En un primer momento, Diego no pareció entender. Candela siempre se refería a él con el término cariño, por lo que no le cabía en la cabeza que hiciera mención después a un tal Diego. Marcó su número, y cuando ella estaba a punto de contestar, de repente, comprendió todo. Colgó. Se sentó sobre la cinta a esperar las maletas y puso otra vez la música. “El deseo sigue un curso paralelo. Y la historia es una red y no una vía”. Diego no pudo evitar sonreír al escuchar esa parte de “La fidelidad, brumosa palabra, con su incierta lista de gestos prohibidos muerde siempre menos de lo que ladra”. Nunca más volvió a ver a Candela. 

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Juanjo Cubero

Periodista y melómano.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí