Y Susana lloró. Crónica del despropósito
Con 25 votos de diferencia, la jefa del PSOE andaluz consuma el golpe a Sánchez y se hace con el control de un partido roto
Cristina S. Barbarroja 2/10/2016
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Dicen que Susana Díaz lloró, pero nadie vio rodar lágrima alguna por las mejillas de la Trianera. Fue una intervención teatral en la que la andaluza, con tono y gesto de saeta, habría dicho algo así como “están matando al PSOE”. En tercera persona. Como si ella no tuviera que ver con el crimen en que se convirtió --y en eso no le faltaba razón-- la reunión más grotesca en el siglo de historia del Partido Socialista. Casi doce horas de un Comité Federal, que ni siquiera llegó a constituirse, y que acabaron con el “ha sido un honor” de Pedro Sánchez y la elección del asturiano Javier Fernández como presidente de la gestora que se encargará de dirigir el PSOE hasta el próximo Congreso Extraordinario de fecha incierta.
132 votos en contra de celebrarlo en octubre, como pretendía la Ejecutiva en funciones de Sánchez, frente a 107 a favor, pusieron fin al despropósito. Una sucesión interminable de encuentros bilaterales, recesos, idas y venidas por el hall, el patio y el sótano de una sede bunkerizada, a la que ni siquiera se permitió el acceso a quienes allí trabajan. Solo los miembros del Comité, empleados de prensa y los responsables de seguridad, que no quitaban ojo a las decenas de militantes que, en la calle sí, eran unánimes contra “el golpe”, “contra el PPSOE” o contra “Felipe González: chivato y golpista”.
No se vio por la calle Ferraz al exsecretario general del PSOE, ni a José Luis Rodríguez Zapatero, ni a Alfredo Pérez Rubalcaba, a pesar de su campaña mediática por el susanismo y el mantra “con 85 diputados no se puede gobernar”. Dejaron su guerra en manos de “la autoridad”, la andaluza presidenta del Comité Federal, Verónica Pérez, quien trató de abrir el cónclave a las cuatro de la tarde, siete horas después de lo previsto, en un intento frustrado por su compañero de Mesa y rival, Rodolfo Ares. El socialista vasco llegó a arrebatarle el micrófono para evitar que fuese ella quien dirigiera la asamblea.
Fue el primer momento de tensión, narrado por la prensa desde los bares frente al bunker en los que a esa hora ya comenzaban a agotarse las existencias de vino blanco, cola y croquetas. Ares robó el micro a Pérez y Sánchez robó el micro a Ares. La primera propuesta para el desbloqueo del secretario general --en funciones para los suyos, sin autoridad para los contrarios-- era la de readmitir a los 17 dimitidos de la Ejecutiva. Ni con esas. Nuevo receso y primeras salidas a la calle de algunos valientes, caras no demasiado conocidas del Comité, como la andaluza Amparo Rubiales, que sentenciaba: “La cosa está mal, muy mal”.
Y entonces –dicen-- Susana Díaz lloró. Y José Antonio Pérez Tapias, indignado, abandonó la reunión: “El Partido Socialista está roto”. Los partidarios de Pedro Sánchez habían colocado una urna para que se votara en secreto su propuesta de primarias y Congreso Extraordinario en octubre. Y la andaluza –dicen que entre lágrimas-- pidió “transparencia” y aceptó la votación, pero a mano alzada, claro, no fuera a traicionarla algún leal. A las ocho de la tarde se resolvieron, en diez minutos, las doce horas de bloqueo. La mitad (más 25) del partido se cargó a Pedro Sánchez con su “no”.
“Mis padres me enseñaron que lo más importante es mantener la palabra (…), la que di a los militantes en cuanto a la posición que tenía que mantener el Partido en el proceso de investidura de Rajoy. Desgraciadamente no ha salido vencedora y, por tanto, he anunciado al Comité Federal la dimisión de la Comisión Ejecutiva y también de mi persona como secretario general”, anunciaba Sánchez ante la mirada de su fiel escudero, César Luena, y entre los gritos dolientes de quienes en la calle seguían la comparecencia en sus smartphones.
¿Fin del despropósito? Probablemente no. El próximo sábado la gestora que dirige Fernández, con la asistencia de la mano derecha de Díaz, el andaluz Mario Jiménez, tiene que convocar un nuevo Comité Federal. La tarea es decidir qué hacer con el Gobierno de España. Y si lo sucedido este sábado en la sede del PSOE no fue un simple golpe para cargarse a la dirección, si, como ha sostenido el susanismo, “primero el país, luego el partido”, aprobarán abstenerse en la votación de la candidatura a la Presidencia de Mariano Rajoy.
Y luego está la renovación de la dirección del grupo parlamentario que hasta ahora dirigían los sanchistas Antonio Hernando y Oscar López. También, la incógnita de si sus fieles seguirán la disciplina de partido o no en la votación. Y, por último, el Congreso Extraordinario del PSOE. Algunos decían ayer: “Sánchez está muerto”. Pero si algo ha demostrado el madrileño es que tiene tanta moral como el alcoyano y, como se evidenció en la calle, el respaldo de la militancia. Si se opta por las primarias, que no están recogidas en los estatutos, no es descartable que el irreductible vuelva a presentar batalla a Susana Díaz. Ay, Esperanza de Triana.
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