1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

RELATOS MELÓMANOS

León Benavente. Más que vecinos, ser brigada

Juanjo Cubero 14/01/2017

<p>León Benavente.</p>

León Benavente.

FURIBUNDO

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

_________________

En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos vuestra ayuda para convertir el local en una redacción. Si aportas, grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.

Donación libre: 

______________

Ocurrió así. Dormí con la puerta abierta aquella noche porque no había nadie en casa. Estos se habían pillado vacaciones de Navidad y yo era el único del piso que pringaba. Todo fue raro desde el principio. Cuando desperté, quedaban todavía veinte minutos para que sonara la alarma del móvil. A mí eso ya me desconcertó porque no me había ocurrido en la vida. Mi sueño es tan profundo que ni se inmuta al chocar con las placas tectónicas. Me he despertado con pollas pintadas en la cara, con pasta de dientes en el pelo, con lagartijas en los calzoncillos, pero siempre en el momento que yo he considerado oportuno.

Al doblar la almohada y dar media vuelta para agarrarme a esos benditos 1200 segundos como si fueran un esquife en mitad del océano, los escuché. No sé si procedían del baño, del pasillo o del salón. Tal vez de la cocina o de la terraza lavadero. Unos golpecitos pequeños, como cuando evitas pisar un suelo recién fregado, y escrupulosamente exactos, como un metrónomo. Los conté. Sonaban cada dos misisipis. En un primer momento creí que era la lluvia. Miré por la ventana del patio interior. No. El suelo estaba seco. Aquello sonaba fuera de la habitación. Alguien había entrado en casa y andaba campando a sus anchas.

Con una valentía desconocida, incluso para mí, pero de la que ahora me enorgullezco, decidí enfrentarme a esos ruidos sin pensar demasiado en lo que me pudiera encontrar. El espectro de posibilidades era amplísimo. Desde un ladrón desorientado al que le han dado las coordenadas incorrectas, a unas ratas que rebañan restos de comida china en la basura de la cocina. Luego caí en la cuenta de que quizá mi ex había cumplido su amenaza y me había enviado por fin al cobrador del Frac o directamente al mismísimo toro Ratón y que éste aguardaba en el pasillo, bufando cada dos misisipis. 

Me incorporé a cámara lenta y me armé a conciencia: cogí escuadra, cartabón y un par de bolis Bic. Luego puse, con cuidado, un pie en el suelo. Sentí frío. Fue en ese momento cuando el plano se volvió cenital y comprobé que la habitación estaba completamente inundada, como las viviendas que aparecen en los reportajes tras el paso de la gota fría. 

Había tanta agua que noté, al posar los dos pies, cómo el oleaje me arrastraba hacia el interior de la casa. El pasillo tenía manchas de chorros, como si alguien con serios problemas de próstata hubiese estado meando toda la madrugada. Me agarré como pude a los marcos de la puerta y crucé hasta uno de los cuartos de baño. Allí me di de bruces con la zona cero. El agua caía desde el techo y golpeaba el váter, la lavadora y el suelo como un redoble circense antes del gran salto final. Las grietas eran tan profundas que dejaban ver los cimientos del piso de arriba. La humedad había dibujado el árbol genealógico de las caras de Bélmez en la pared y un saco entero de ropa embarrada flotaba bajo el lavabo, junto a un calefactor eléctrico, botes de gel, champú y toallas de playa.

Lo peor de todo era el olor. Había una peste insoportable, como cuando te encuentras un bicho muerto paseando por el campo.

Pensé en agobiarme. Bueno, primero decidí grabar un vídeo para enviarlo al grupo de wasap que tengo con los del piso. Luego me hice un par de selfies, un café y ya, por fin, pensé en agobiarme tranquilo. No sólo no podía bajar a cenar a casa en Nochebuena porque tenía turno de madrugada en un Carrefour 24 horas, sino que encima me esperaba una mañana entera de negocios con el seguro, la casera y los vecinos de arriba. 

***

Habíamos llegado a ese piso a principios de octubre, así que aún no tenía el gusto de conocer a los individuos con los que compartíamos contenedor en la escalera. Llamé con insistencia, pero nadie abría, a pesar de que desde fuera se escuchaba Tipo D de León Benavente a toda hostia.

Grité y golpeé la puerta a puñetazos. Encima que me habían jodido la Nochebuena, aquellos cantamañanas no quería dar la cara. Al momento silencio, ruido de pasos, una mirada escrutando por la mirilla, un par de vueltas de llave en la cerradura y una puerta que se abre despacio. Se asomó tranquilamente un señor de unos ochenta años. Parecía un abuelo entrañable. Se daba un aire a Leonard Cohen. Luego descubrí que se le achinaban los ojos al sonreír, como a Enrique Morente. Supuse, por eso, que se llamaba Federico.

—Disculpe. Soy el vecino de abajo. Debe de haber tenido usted algún grifo abierto durante la noche. Tengo la casa inundada.

—No me diga, pero eso no es posible. Adelante, por favor. 

Entré directamente al baño y cerré la llave de paso.

 —¿Su cisterna no vertía agua esta noche? No se puede imaginar la que tengo montada en el piso.

—Pues yo no he notado nada. Pero no se preocupe que mi sobrina trabaja en el seguro. En estos casos ella se encarga de todo. Por cierto me llamo Lucio. ¿Cuál es su nombre, vecino?

Sentí tal pereza que pensé en inventarme una nueva identidad como cuando salíamos por la noche a vacilar. “Me llamo Luis y estudio cuarto de arte dramático en la Cristina Rota ¿No te sueno del último videoclip de Love of Lesbian? Soy Jorge y trabajo en una discográfica. Yo descubrí a Vetusta Morla. Me llamo Andrés y todo lo que ves aquí es mío. Soy el dueño del garito”.

Decidí ser sincero.

— Soy Javier. 

—Encantado, Javier. Pues bajo con usted y llamamos de inmediato a mi sobrina. Lo que si me gustaría es pedirle un favor. No le diga nada a la presidenta de la comunidad. Esa mujer es una bruja. ¿Sabe que una vez me acusó de haberle metido un palillo en su cerradura para que no pudiese salir de casa?  

***

Lucio caminaba con un bastón, aunque no se le veía especialmente torpe.

Tenía una labia acojonante. Me dio todo tipo de detalles de la vida de su sobrina en lo que esperábamos el ascensor. Terminaba las frases con una risa exagerada y mezclaba temas sin titubear. Pensé que padecía algún tipo de demencia. 

—Mi sobrina nos puede atender a esta hora sin problema. En el banco solo hay viejos como yo molestando —se echó a reír y en mitad de la carcajada le dio un ataque de tos del que salió trastabillado—. Ella tiene un pisito por la avenida General Perón, ¿sabe? Voy una vez al mes a comer allí. Cojo aquí abajo el 149, que pasa cada 10 minutos. Los domingos lo tengo más difícil porque Carmena ha quitado ese autobús.  No sé lo perdonaré jamás.

Me hundí al volver a casa. Creo que antes no di los detalles suficientes para que pudiérais calibrar la magnitud de la tragedia. Lo que realmente parecía es que en ese piso alguien había tirado los dados de Jumanji. Allí habían aparecido cocodrilos, lianas y cazadores furtivos. El olor a humedad, insisto, era horrible. Para intentar enmendarlo, rocié entero un ambientador de rosas y puse a quemar un par de barritas de incienso. Aquella mezcla de sabores convirtió el baño en un foco de infección severo. Decidí precintar la zona con esparadrapos y cinta aislante. Luego busqué en Internet qué criterios hay que cumplir para que el Estado declare una zona como catastrófica. A ver si por lo menos podíamos ganarnos una paguita.

Lucio se disculpó un millón de veces y me juró que vendría con un fontanero lo antes posible. Yo me tumbé un rato en el sofá. No me encontraba demasiado bien. Me metí en petardas.com. Necesitaba aliviarme, sacar toda la tensión que tenía dentro y quedarme tranquilo.

*** 

Lo único que hizo el fontanero fue darme el pésame y certificar que ese cuarto de baño había que mantenerlo bien precintado o empaparlo con gasolina y prenderle fuego. “Hasta que no se seque del todo no puede llamar usted al pintor. Aquí tiene la factura: son 75 euros. El seguro no cubre mi desplazamiento en Nochebuena”.

No me apetecía discutir. Le di el dinero y subí con él a casa del vecino, aunque, en realidad, tampoco es que tuviera demasiado interés en conocer las causas que habían provocado aquella ruina.

Lucio me invitó a fumar en la terraza mientras el fontanero destripaba su baño. El piso tenía la misma disposición que el nuestro,  pero era completamente distinto. Por allí habían pasado pocos albañiles en las últimas décadas. Vi muebles preconstitucionales —a la Pepa— en el salón y unas cenefas horterísimas en la cocina. La sala de estar me recordaba al plató en el que posan los bisabuelos en las fotos que mi yaya tiene colgadas en el comedor, en el que, por cierto, esta noche cenará toda mi familia. 

Lucio me ofreció uno de esos cigarros que cambian de sabor al pulsar la boquilla y comenzó a divagar sobre fútbol.

—Yo ya no voy al Bernabéu porque me agobian las aglomeraciones, pero me trago todo lo que echan por televisión. Me encanta el Villarreal. Me gusta su entrenador y me alegro de que le vaya tan bien porque Marcelino me caía fatal. ¿Qué me dice de lo que hizo el año pasado con el Sporting? 

No tenía ni idea de lo que me estaba hablando, pero uno no puede mostrar debilidad nunca. Y menos ante un vecino que te acaba de joder la Navidad.

— Es imperdonable.

—Lo que no entiendo es como Lopetegui no tiene a Trigueros y a Bruno fijos en el centro del campo de la selección.

—Estoy de acuerdo—Iba a razonar mi respuesta, pero, otra vez, me interrumpió—.

—Oiga, Javier. Déjeme invitarle a cenar esta noche. Le he fastidiado la Nochebuena y me siento un poco culpable. Véngase a casa. Total, voy a cenar solo y tengo marisco para un regimiento.

Aquello me pilló a contramano. Entraba a trabajar a la 12 de la noche en el Carrefour que tengo debajo de casa—si hago un butrón en el salón caigo en los congelados— así que podía excusarme, pero, no sé, me apeteció decirle que sí. No fue conmiseración, aquel hombre me despertaba curiosidad. Creo que mi respuesta le pilló un poco por sorpresa porque fue el único momento en el que le vi quedarse callado. Me ofreció otro cigarro y fumamos un rato más en su terraza, mientras veíamos a la gente pasar apresurada por la glorieta de Quevedo. Por un instante pensé que éramos los Underwood planeando cómo asaltar la Casa Blanca en la madrugada de Washington. 

*** 

Lucio preparó una cena más que decente. Bebimos buen vino, charlamos —le escuché— durante horas. Yo ya no sabía si aquel hombre hablaba en serio. Cada cosa que me contaba parecía mas estrambótica.

Había sido durante años corresponsal en España de algunas revistas de boxeo americanas. Me enseñó, de hecho, un montón de fotos de boxeadores que yo, por supuesto, no era capaz de reconocer. Si acaso una con Alí.

—Le conocí en Kinshasa en el mítico combate con Foreman. Nos hicimos amigos. Visitó Madrid en el 76 para presentar su biografía y yo formé parte del séquito que le acompañaba por la ciudad. Vino a cenar a casa, con mamá. Estuvo toda la noche sentado en el sofá en el que tú estás ahora.

Su madre había muerto hace cinco años. Vivía solo en aquel piso desde entonces.

—Papá tenía una tienda de fotografías en Montera. Cuando era joven, aquella era una calle con mucho glamour, no como ahora. Había putas sí, pero cada uno teníamos la nuestra, la de confianza. Ahora a Montera no voy porque me da pena, pero a putas sí que sigo yendo, ¿eh? Llamo a un teléfono de contacto, de estos que aparecen en los periódicos y listo. A veces me conformo con que me digan guarradas por teléfono, otras les hago venir hasta aquí. No me ha escuchado nunca, ¿verdad?

No podía parar de descojonarme. Aquel hombre estaba, definitivamente, frontalizado.

—Oiga, Lucio, le gusta León Benavente, ¿no? Esta mañana los estaba escuchando cuando llegué. 

—Me hacen gracia, sí. Me parecen muy ingeniosas las letras. ¿Sabe que estuve viéndolos hace unas semanas en Pamplona?

—¿Qué me dice? 

—Me daba cierto morbo escucharles cantar allí aquello de “quiero ser español” y “quiero ser del Opus Dei”. Pensé que podría ser divertida la respuesta del público.

—Y, ¿qué pasó? 

—Nada. No hubo jaleo. El concierto estuvo muy bien. Sacaron, además, a la chica de El Columpio Asesino en Ser Brigada. El final fue apoteósico. No sabía yo que Abraham Boba era tan estrellita sobre el escenario. Se le ve siempre tan modosito con Nacho Vegas.

Yo seguía alucinando. 

—Pero, ¿dónde se sienta usted en los conciertos?

—Arriba, con los paralímpicos —volvió a echarse a reír—. 

Siguió tratándome de usted hasta el final.

—Por cierto, ¿se queda en Nochevieja en Madrid? Podemos volver a cenar juntos.

—Qué va, Lucio. Me bajo a mi tierra. 

***

La Nochebuena en el supermercado no fue tan dura. Llegué a casa con ganas de mañaneo. Cuando ya estaba a punto de subir en el ascensor, vi que una vecina entraba en el portal. La esperé. 

—Ya me han contado que ayer tuvo usted folclore, ¿no? 

—¿Cómo dice?

—Sí, con el vecino. Este año ha sido usted el afortunado.

—Ah… las goteras. 

—Algo hay que hacer con este hombre. Su familia no se ocupa de él y no hay manera de meterlo en una residencia. Siempre la monta en Navidad para que alguien le haga compañía esos días. ¿Le invitó a cenar, ¿verdad?

—Sí.

—A mí me hizo lo mismo hace dos años porque me puso un palillo en la cerradura de mi puerta. Al vecino de arriba le quemó una vez el buzón con cartas dentro. Algún día vamos a salir todos ardiendo.

No supe qué decir. Creo que ni me despedí de aquella señora. Abrí la puerta de casa y, tras comprobar que ese olor tan nauseabundo no había desaparecido, me fui a la terraza a echar un pitiAl rato vi que Lucio salía del portal con traje oscuro y camisa gris, como Leonard Cohen. Seguramente iba a misa. 

Mantuve cierta relación con él durante el tiempo que el seguro solucionaba el problema de las goteras. Luego fuimos perdiendo el contacto. Hace tiempo que no nos vemos. Esta Navidad creo que no me toca pringar.

_________________

En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos vuestra ayuda para convertir el local en una redacción. Si aportas, grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.

Donación libre:...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Juanjo Cubero

Periodista y melómano.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí