Inmersión en la burbuja Macron
Los sondeos apuntan a que el candidato liberal ganaría en una segunda vuelta ante cualquier rival. La duda es si logrará pasar en la primera
Enric Bonet París , 21/04/2017
Emmanuel Macron se dirige a sus simpatizantes en el mitin de Bercy (París) el pasado 17 de abril.
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Una Macro(n)discoteca gigante. Mientras en los mítines del izquierdista Jean-Luc Mélenchon suena música alternativa y en los del sofisticado socialista Benoît Hamon se escucha rock indie, al centrista Emmanuel Macron apuesta por el dance. Ese estilo que los sibaritas musicales detestan pero que todo el mundo baila. Esta es la música política con la que el candidato de En Marche! (En Marcha!) llama a las puertas del Elíseo. Puede que la mayoría de los franceses no comparta los ambiguos valores de un liberal que dice ser “de izquierdas y de derechas”, pero muchos de ellos pueden terminar decantándose por él porque representa el voto útil ante la amenaza del nacionalismo extremo del Frente Nacional, de una derecha republicana cada vez más xenófoba o del izquierdista Mélenchon.
“La mayoría de los simpatizantes de Macron son personas que se sienten ganadoras de la globalización”, explica el periodista de ‘Mediapart’ Mathieu Magnaudeix
Según los últimos sondeos, Macron se impondría con claridad en la segunda vuelta del 7 de mayo a cualquiera de sus rivales: la ultranacionalista Marine Le Pen, el conservador François Fillon o el republicano y ecologista Mélenchon. Pero antes, el líder centrista debe superar la primera ronda y no está del todo claro teniendo en cuenta que los cuatro están casi empatados con una intención de voto en torno al 20%. ¿La burbuja Macron terminará pinchando ante la realidad electoral?
Son las tres de la tarde del 17 de abril. La hora en la que Macron debería empezar su último gran mitin en París y el pabellón de Bercy parece una macro(n)discoteca. La música dance que suena a todo trapo ameniza la espera. Las gradas medio vacías se van ocupando poco a poco. Dos horas antes de que comience el acto, centenares de personas hacen cola en el exterior y entran después de haber superado los severos controles de seguridad —como Fillon o Le Pen, Macron es uno de los candidatos amenazados por un posible atentado yihadista, como el que se produjo este jueves por la noche en los Campos Elíseos en París—. La sala, con una capacidad para 20.000 personas, termina llenándose. Macron celebra su última gran reunión con los marcheurs a pocos días de la primera vuelta de las presidenciales.
“He venido para apoyar a nuestro campeón, que representa el desafío del sistema y el espíritu de una generación”, afirma Joe Morel, 50 años, cuyo discurso sigue al pie de la letra el relato construido por el extenso equipo de comunicadores de En Marche!. Este francés de origen congolés, que ejerce como médico humanitario, ha venido desde Metz (nordeste de Francia) para asistir por tercera vez a un mitin de Macron. El recinto reúne a jóvenes, jubilados, franceses de orígenes diversos o mujeres con pañuelos cubriendo sus cabellos. En los mítines del exministro de Economía, se observa la diversidad cultural de la sociedad francesa. Hay color. Y no sólo porque la mayoría de los asistentes lleve una de las camisetas azul, rosa, amarilla o blanca que le han dado en la entrada.
El líder centrista espera aprovechar la sospecha que planea sobre el candidato de Los Republicanos para seducir al electorado conservador
“La mayoría de los simpatizantes de Macron son personas que se sienten ganadoras de la globalización”, explica el periodista de Mediapart Mathieu Magnaudeix, que sigue al líder centrista durante la campaña. “La mayoría de ellas quiere ver nuevas caras en la política, pero no quiere cambiar el sistema económico”. Buena parte de los marcheurs también comparten que es la primera vez que militan en un partido.
“Toda mi familia forma parte de En Marche!, mi madre, mi hija…”, explica Lynda Aitmesghat, que roza la cincuentena. Esta enfermera, que trabaja en un hospital privado en el norte de la región parisina, reconoce que hasta principios del año pasado no le interesaba la política francesa, “estaba asqueada”. Pero cuando Macron creó su movimiento en la primavera de 2016, decidió comprometerse como animadora en un comité local. “Un partido tradicional nunca habría dado tanto poder a una persona desconocida que jamás antes había participado en política”, declara.
Un movimiento ciudadano con una estructura vertical
Para inscribirse en el movimiento de Macron sólo hacen falta un par de clics en su página web, como sucede con Podemos. Más de 200.000 personas forman parte de En Marche!. Una cifra sólo superada por los 435.000 inscritos en la Francia Insumisa de Mélenchon. O los 230.000 del partido Los Republicanos, que sí pagan una cuota de inscripción. Varios centenares de marcheurs participan en los más de 2.600 comités locales.
“Nos encargamos de colgar carteles, repartir panfletos en la calle o animar talleres para formar a nuevos militantes”, explica Aitmeshgat. Fundamentales para hacer campaña en el conjunto del territorio francés, los círculos de los fans de Macron cuentan más bien poco en las decisiones de un movimiento ciudadano organizado de forma vertical. El programa lo han elaborado esencialmente expertos como el prestigioso economista Jean Pisani-Ferry o el antiguo consejero socialista Jacques Attali. La mitad de los candidatos a las elecciones legislativas de junio serán personas que no han ocupado antes cargos políticos, pero los elegirá un comité de sabios, presidido por Jean-Paul Delevoye, un antiguo ministro conservador de Jacques Chirac.
“No creo que el movimiento sea demasiado vertical”, afirma, sin embargo, Jean-Élie Le Corre, 30 años. Este desarrollador de aplicaciones para iPhone presume de haber participado en la Grande Marche, una operación de puerta a puerta en la que los voluntarios macronistas entrevistaron durante el verano pasado a 100.000 franceses para conocer las demandas de los ciudadanos. “Si apoyo a Macron es porque es el único candidato europeísta”, asegura Le Corre, mientras recuerda su estancia como Erasmus en Valencia.
En el mitin de Bercy, Le Corre forma parte del equipo de voluntarios, los helpers (ayudantes en inglés), según el argot de En Marche!, un movimiento que presume de ser una startup en la que no escasean los anglicismos. Junto con el equipo de seguridad, los helpers se encargan de hacer el pasillo de honor a su candidato, que llega al pabellón dos horas más tarde de lo que se había anunciado.
El candidato de “una nueva generación”
Tras haber realizado un último mes de campaña gris, con insulsas participaciones en los debates televisivos y actos poco exitosos, como su mitin en Marsella del 1 de abril, donde no consiguió llenar una sala para 3.000 personas, Macron recibe en Bercy un auténtico baño de masas. Ante un público devoto, se presenta como el candidato de la renovación, de una “nueva generación”, que “devuelva a Francia su optimismo y su fe en el futuro”.
Presume, asimismo, de utilizar constantemente la locución “en même temps” (“al mismo tiempo”), un ejercicio que le reprochan sus rivales como muestra de su ambigüedad ideológica. “Como el general de Gaulle elijo lo mejor de la izquierda, lo mejor de la derecha y lo mejor del centro”, proclama ante la ovación del público que ondea banderas francesas y de la Unión Europea. Macron pretende encarnar la nueva política francesa que busca seducir a un electorado decepcionado con las formaciones tradicionales y la división entre la derecha y la izquierda. Según los estudios del centro de análisis Cevipof, sólo el 12% de los franceses confía en los partidos políticos y el 75% de ellos considera que las nociones de izquierda y derecha no quieren decir gran cosa.
Las críticas a sus rivales escasean durante el discurso del líder centrista y, cuando aparecen, se concentran en Fillon. Al candidato de la derecha republicana le acusa de haber hecho de “la negación de la verdad el principio sistemático de su comunicación”, por la campaña en contra de la justicia y los medios que este ha llevado a cabo desde el estallido del Penelopegate, el escándalo por los supuestos empleos ficticios como asistentes parlamentarios de la mujer y los hijos de Fillon, que ha sido imputado por ello.
Para atraer a los antiguos votantes socialistas, confía en que el miedo a que se vuelva a repetir, como en 2002, una segunda vuelta entre la derecha y la extrema derecha los decante por él
El líder centrista espera aprovechar la sospecha que planea sobre el candidato de Los Republicanos para seducir al electorado conservador. Además cuenta con el apoyo público de destacadas figuras de la derecha. El último, el antiguo primer ministro Dominique de Villepin. Para atraer a los antiguos votantes socialistas, confía en que el miedo a que se vuelva a repetir, como en 2002, una segunda vuelta entre la derecha y la extrema derecha los decante por él.
“Tengo miedo de los Trump, Putin o Erdogan, y Macron es el único capaz de defender la democracia en Francia”, asegura Patrick, un jubilado parisino. Ante la amenaza del Frente Nacional y la fragmentación del paisaje político francés, considera que sólo el candidato de En Marche! “puede volver a unir a todo el mundo”. Simpatizante histórico del Partido Socialista, Patrick votó a Manuel Valls durante las primarias de la izquierda a finales de enero. Pero lamenta que el candidato socialista, Hamon, —vencedor de las primarias— “no está a la altura, ya que defiende un programa irrealizable”. Así que apoya de forma incondicional al líder centrista.
Menos convencida se muestra Delphine Olivier, directora de recursos humanos de la multinacional catalana Lecta. Esta fillonista consternada reconoce que Macron “tiene un gran talento como orador, pero no va al fondo de las cosas”. Aunque Fillon la ha decepcionado por su implicación en el Penelopegate, “su programa es el más me convence”. Acompañada en el mitin por su novio fotógrafo, que forma parte de un comité local de En Marche!, presume de que “todos mis amigos dicen que votarán a Fillon”.
“No estoy nada convencido sobre las perspectivas electorales de Macron. Ha hecho una campaña muy de derechas. Para nada liberal de izquierdas, sino conservadora”, explica Marc Endeweld, autor de la biografía L’ambigu monsieur Macron. Según este periodista del semanario Marianne, el giro a la derecha del candidato centrista, que inicialmente se declaraba como un liberal tanto en materia económica como de derechos civiles, se ve reflejado en su posición muy crítica con el multiculturalismo o su idea de aprobar una nueva reforma laboral por decreto ley. Una estrategia conservadora que, según Endeweld, “puede alejar a una parte de los votantes de izquierdas”.
“La candidatura de Macron tiene fragilidades. Quiere ganar representando el centro, pero este espacio siempre ha sido pequeño en Francia”, explica Magnaudeix. En las presidenciales de 2007, los sondeos atribuían más de un 20% de los votos al centrista François Bayrou, que aspiraba a clasificarse para la segunda vuelta. Al final tuvo que conformarse con el 17% de los sufragios y la tercera posición por detrás de Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal.
¿Conseguirá esta vez el líder de En Marche! que un candidato centrista alcance la segunda vuelta de las presidenciales? ¿La burbuja Macron se convertirá en realidad? La respuesta la tendremos este domingo. Entonces, sabremos si una mayoría de franceses quiere bailar el dance de la Macro(n)discoteca.
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