Retratos de la revolución de los afectos
Isabel Muñoz, galardonada con el Premio Nacional de Fotografía, capta con su cámara el rostro de quienes, paso a paso, y desde distintas edades y vivencias, han conocido la igualdad
Francisco Pastor 29/06/2017
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Dos religiosas, enamoradas la una de la otra. Un hombre que esperó a enviudar, de su mujer, para entregarse al amor con otros varones. La cárcel leonesa de Mansilla de las Mulas, donde los internos reconocidos como LGTB pueden compartir celda con sus parejas, o vivir en el módulo que más se ajuste a su realidad de género. Historias como estas pueblan las instantáneas de Isabel Muñoz (Barcelona, 1951) que se expondrán desde el 23 de junio hasta el 1 de octubre en la tercera altura del palacio de Cibeles. “Vengo de un tiempo en que no se podía amar libremente. Me he criado viendo cómo gente a la que quería sufría mucho, y he tratado de dar un homenaje a todas esas personas”, cuenta la artista, apenas un año después de recoger el Premio Nacional de Fotografía por toda una carrera.
Son los ritos y las culturas los que dan nombre a lo que, dentro de nuestra naturaleza, no lo tiene
Han pasado casi un lustro desde que ella y el escritor Arturo Arnalte idearan este recorrido, compuesto por 90 piezas. La más añeja de las instantáneas cumple más de tres décadas: un plano muy corto, de un beso, tomado a principios de los 80. “Las inquietudes que están presentes aquí me han acompañado siempre. No solo de dónde venimos ni a dónde vamos, sino cómo amamos, cómo vivimos y hasta odiamos”, comparte Muñoz. El mencionado encuentro entre dos rostros deja a la imaginación del espectador de qué sexos son sus protagonistas. Como cuenta la autora, ella disfruta de la ambigüedad. Nada es más universal que lo misterioso, reflexiona una artista que ha expuesto en París y en Nueva York.
“Son los ritos y las culturas los que dan nombre a lo que, dentro de nuestra naturaleza, no lo tiene”, apunta la autora. Su muestra retrata a quienes allanaron el camino, pero también a los jóvenes que, hoy, acuden a la abundancia de las nuevas comunicaciones para encontrar el amor, y lo que no es el amor, sin mayor ceremonia. “Desde la feria del libro”, comenta Mili Hernández, una de las activistas —y librera— fotografiada para la muestra, “contemplo pasar a mucha gente, más gais que lesbianas. Ellas ven mi caseta, pasan de lejos, y pienso que solo nos queda esto: perder el miedo, porque lo demás ya está hecho. Lo hemos conseguido”. Las fotografías de bares, restaurantes y otros puntos de encuentro en los que el amor se da a la vista de todo el mundo, tomadas por Muñoz, suscriben sus palabras.
El relevo generacional lo pone, de alguna manera, un emprendedor a quien Muñoz descubrió, curiosamente, en otra feria del libro: la dedicada a la literatura LGTB, levantada a pocos pasos de la plaza de Chueca. Allí, la fotógrafa quiso retratar a Gonzalo Izquierdo y su marido, dueños de la editorial Dos Bigotes. “Hemos disfrutado de muchas conquistas de quienes vinieron antes, y la historia del chico que llega a Madrid y descubre Chueca ya está muy contada. Hoy nos toca reflejar la diversidad, ir más allá del hombre blanco joven y gay”, apunta el editor literario, de 37 años.
Nosotros hemos salido adelante, pero otros, no
Un anciano, delatado por las arrugas en su mueca, posa mirando fijamente a la cámara de Muñoz maquillado y enfundado en una falda de rayas. Las fotografías retratan, asimismo, a los miembros de la Fundación 26 de Diciembre, dedicada a las personas LGTB que alcanzan la tercera edad. Al tiempo, existen denuncias sobre el acoso escolar, y retratos de jóvenes que, desde la valentía, han dado el paso —reconocer una sexualidad minoritaria— que tanto costó a otras personas en el pasado. “Reconozco que, tomando estas fotografías, no he descubierto nada que no supiera. Pero me gusta hablar de amor, y en momentos así, lo he visto. ¡Que una hija me hable, con tanto cariño, de su padre gay! Ha habido momentos muy mágicos”, anota Muñoz. Un hombre, aunque asentado en una silla de ruedas, expresa su salud en el brillo de sus ojos, y acompañado de su pareja.
“Nosotros hemos salido adelante, pero otros, no”, reflexiona Muñoz, y en Brasil, las mujeres transexuales retratadas dan cuenta de esa mirada hacia fuera. Así ocurre también con algunos de los libros publicados por Izquierdo, y firmados por autores rusos o africanos: en las novelas ambientadas en el extranjero, que un personaje pertenezca a la comunidad LGTB condiciona la trama mucho más de lo que lo haría en una ficción castellana. “España se convirtió en el espejo de otras culturas cuando se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo”, siente Hernández. Según la activista, ese World Pride en el que se muestran el trabajo de Muñoz es un premio a quienes perdieron el miedo. Antonio Ruiz, preso en el franquismo durante tres meses por el mero hecho de ser homosexual, posa en la fotografía junto a su ficha policial y otros documentos. Están arrojados al aire y revoloteando a su alrededor.
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Francisco Pastor
Publiqué un libro muy, muy aburrido. En la ficción escribí para el 'Crónica' y soñé con Mulholland Drive.
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