Los alumnos de rentas más bajas multiplican por 6 el riesgo de mal rendimiento
En 2015, cerca de la mitad de los jóvenes de 15 años pertenecientes al cuartil más bajo había repetido algún curso, por el 8,7% del cuartil más alto
CTXT / Observatorio Social ‘la Caixa’ 7/12/2018
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Diez años. Ese es el límite de edad en el que las desigualdades de origen socioeconómico se empiezan a manifestar de forma definida en el sistema educativo. Una brecha que se cronifica con el paso de los años y que es casi imposible de hacer desaparecer. En España, la posición social de los alumnos es uno de los principales determinantes en el riesgo de no acabar los estudios de secundaria, según recoge el artículo Desigualdades socioeconómicas y rendimiento académico en España, del profesor de economía de la Universitat de Barcelona Álvaro Borja Choi de Mendizábal.
Según la investigación, la desigualdad de origen en la escuela puede provocar, por ejemplo, que un alumno perteneciente a un nivel socioeconómico humilde tenga seis veces más posibilidades de tener un rendimiento académico muy bajo. Una situación en la que además no solo influye la renta: el nivel educativo de los propios padres, su situación laboral o los bienes culturales del hogar también son factures importantes de influencia.
La fuerte relación que existe entre el nivel socioeconómico de los estudiantes en nuestro país y su rendimiento es un extremo demostrado por numerosos estudios, como los que ofrece el informe PISA de la OCDE. Según los datos del organismo, a la edad de 15 años existe una brecha de dos años de escolarización (equivalente a 82 puntos en el indicador del informe) entre los alumnos que tienen altos niveles socioeconómicos y los que los viven en hogares más humildes.
Este tipo de desfases entre unos estudiantes y otros se repite en otros resultados asociados al rendimiento académico: en 2015, cerca de la mitad de los jóvenes de 15 años pertenecientes al cuartil más bajo del estrato socioeconómico había repetido algún curso, por el 8,7% del cuartil más alto.
El estudio advierte que, en el caso español, la titularidad y composición de los centros educativos también es un rasgo definitorio en las desigualdades que provoca el origen social. Las escuelas privadas suelen obtener mejores resultados académicos que los centros públicos, pero se debe exclusivamente al sesgo socioeconómico que arrastran –los centros privados concentran a los alumnos más pudientes–. Si se elimina o descuenta el efecto del nivel socioeconómico, los resultados se igualan en incluso son mejores en los centros públicos.
A nivel internacional, la comparativa del impacto de estas desigualdades y condicionantes en España es fluctuante con respecto de los países del entorno. Si se usa como referencia el índice ISEC de PISA, se observa que la diferencia en competencias científicas al aumentar el nivel económico, social y cultural de los alumnos es menor que en conjunto de la OCDE.
Por otro lado, si se analiza qué peso tiene la desigualdad de origen socioeconómico entre los resultados de alumnos, la media de España –13%– sí que se sitúa ligeramente por encima de la del organismo internacional. Por último, si se observan las diferencias de rendimiento en los extremos –esto es, entre los alumnos del cuartil más bajo y el más alto– el comportamiento de nuestro país es casi idéntico a la media de la organización.
Por último, la investigación hace un repaso del impacto que ha tenido la crisis de 2008 en la brecha de rendimiento académico atribuida al origen social y económico de los alumnos. El empeoramiento de la situación de los hogares, con un alto grado de destrucción de empleo y una degradación de las condiciones laborales, afectó más a los alumnos con un nivel socioeconómico bajo. En esta situación también influyó el descenso constante de la inversión pública en educación, que se redujo un 15% entre 2009 y 2014.
Sin embargo, la falta de oportunidades laborales que se generalizó para la juventud en esos años ha podido tener un efecto positivo en términos educativos, con un descenso continuado de la tasa de fracaso escolar.
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El estudio se publicó en el Observatorio social ‘la Caixa’.