RECAPITULANDO (III)
Aburrimiento y electricidad
El juicio existe en Cat, pero es inexistente en Esp. El cansancio dibuja que MAD y BCN ya se aburren de su pasado reciente
Guillem Martínez 2/03/2019

Imagen de la sala del Tribunal Supremo, donde se celebra el juicio al procés, durante la declaración como testigo de M. Rajoy.
SEÑAL DE TELEVISIÓN DEL T. S.En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de fiesta? Pincha ahí: agora.ctxt.es/donaciones
EL FACTOR Zzzzzz. El juicio a Eichmann tenía que ser la pera. Lo fue unas semanas, en las que paralizó el mundo. Luego el mundo quedó paralizado por otra cosa. La carrera espacial. En breve, la carrera espacial aburrió al mundo. El mundo se aburre, en fin. Imagínate en este juicio, que ni es el de Eichmann, ni es la carrera espacial. El juicio existe en Cat –es imposible que no exista; ya les cuento más abajo–, pero es inexistente en Esp. El aburrimiento del juicio dibuja que MAD y BCN ya se aburren de su pasado reciente. Espero.
FISCALÍA. Fiscalía sigue descontrolada. Parece no haber superado el paso de la instrucción al juicio. Parece defender una idea de rebelión que, en tiempos, defendían Gobierno y prensa aledaña, y que acabó defendiendo el rey, cuando era más de sentido común defender otras cosas. Por ejemplo, personas. Hasta ahora, sus interrogatorios parecen haber dibujado varios delitos de desobediencia. Lo que es muy poco cuando se defiende que tomaste el palacio de invierno. La sensación es que no queda claro, ni siquiera, el grado de tentativa –tentativa de tomar la portería del palacio de invierno–. A ver cómo les va con la cosa malversación, muy difícil, aún, de localizar en un Govern que, más que currarse la toma de ningún palacio de invierno, se curró que al palacio ese fueran otros en su lugar, a pasear, y que, si había algún gasto en el camino, lo pagaran las empresas. He hablado con varios jueces, penalistas y tipos y tipas listos sobre cómo puede acabar esto. Con lo que hay, me sale una horquilla que va desde nada/desobediencia hasta de 4 a 10 años. Lo que es como decir 10.000 años, pues es pronto y las sentencias las carga quien las firma.
EL ESTADO. Esta semana se ha podido apreciar no sólo el caos del procecismo, sino de su opuesto más parecido, el Gobierno. Desde el 20S de 2017, la cosa ha quedado así. Dos gobiernos que no querían que la sangre llegara al río, pero que, por lo visto, no sabían evitarlo. Dos gobiernos que sabían que no se estaba tomando ningún palacio de invierno. Dos gobiernos, vamos, que no podían parar. El Govern, no podía parar sin encontrar una pista de aterrizaje. No supo. Y el Gobierno no se la facilitó. Por lo visto, más que por su voluntad, por su inoperancia. El Gobierno estaba sumamente dividido. Por una parte, Rajoy, a su bola, leyendo el Marca. Por otra Soraya SS, la que gestionaba la cosa Cat. Por otra –su nombre no ha salido en el juicio, pero en este juicio no están saliendo todos los nombres, sino los que hay– Cospedal, enfrascada en su guerra particular con Soraya SS–. Por otra, Zoido. Y, por otra, mandos policiales que parece que se enfrentaron a la crisis cat desde mitos nacionalistas muy consolidados –a por ellos, oé–. El resultado fueron dos metidas de gamba. El 20S y el 1-O. Dos fechas que tal vez hubiéramos olvidado sin la inoperancia gubernamental para convertirlas en jalones históricos, vía torpeza y/o violencia policial.
El juicio, por cierto, habla poco del 3-O, el día del discurso del rey. Cuando, al parecer, tras la consciencia de lo ocurrido el 1-O, Rajoy intentaba rebajar la cosa, el rey se presenta con su discurso, que iba en contra de rebajar la cosa. No se le ocurrió decirle que se metiera ese discurso en su subconsciente –prerrogativa gubernamental frente al rey, por otra parte–, y que optara por otro, de más buen rollito. El Gobierno, el Estado, se pareció, en fin, mucho al procesismo: varios grupos e individuos, que no podían explicar a la sociedad lo que en verdad estaba pasando –no estaba pasando lo que ambos decían; no estaba pasando lo que se afirmaba que pasaba en la prensa cat y esp– contradictorios, que no se tragaban entre sí, sin muchas ideas en común y un tanto alelados; unos tipos y tipas que por dinámica de descoordinación, y por mitologías, y por mapas mentales de urgencia –los peores mapas–, no podían parar lo que habían iniciado. El juicio, más que delitos, está fijando una idea del político y del jefe del Estado locales. Personas y entornos de una intelectualidad y capacidad sumamente precarias –políticamente–. Estamos gobernados por incapaces, carentes de reemplazo. Estamos gobernados por personas que, en una crisis democrática, pueden acceder al engaño y a la violencia con una naturalidad ciertamente asombrosas. Socorro.
MARCHENA. Conforme pasan los días, se percibe más que esto es un juicio político. Es decir, un juicio que suple a la política. En él se enjuicia a unos políticos desastrosos y mentirosos. Pero no a otros con el mismo perfil. Los testimonios de Urkullu, Rajoy, Soraya SS y Zoido explican el bando no juzgado, pero que en cierta manera está siendo juzgado por la opinión pública –una opinión pública aburrida, que no sigue el juicio–. Explican que ese bando no juzgado –y esto es dramático– fue incapaz de seguir las instrucciones jurídicas que hubieran impedido un 1-O violento. Es decir, fueron incapaces de hacer cumplir la ley. Lo que apunta que por aquí abajo hay algo por encima de la ley que los gobiernos comprenden, y que parece no ser delito. A Marchena le toca el marrón de solucionar este lío. Marchena es el Estado. En su sentencia tendrá que decidir si el Estado, esa cosa abstracta que, por ahora, se concreta en Marchena, asume el pifostio montado por Gobierno y el rey –el Estado, vamos– como normalidad democrática. Le toca civilizar la cosa, dotarla de un relato. Sabe, no obstante, que su trabajo está deslocalizado. Haga lo que haga, su trabajo acabará rindiendo cuentas a la opinión pública europea. Es decir, al TEDH. Diría que es plenamente consciente, en cada segundo de la causa. Tengo curiosidad por ver cómo se plasma esa consciencia en la sentencia. De qué parte del Estado estará. Del Estado de Derecho abstracto, o del que hemos creado en los últimos 40 años.
DEFENSAS. La defensa netamente jurídica –Xavier Melero– sigue siendo la más brillante. Y efectiva. No sólo ha aligerado el peso sobre las espaldas de su defendido –y, por extensión, del resto de acusados–, sino que en ocasiones ha puesto contra las cuerdas al Gobierno del momento, algo que tendrá repercusiones en la sentencia y, a ver, en la política. Vamos, que un abogado fuera de la cuerda procesista es el que está creando más y mejores soluciones defensivas, y más problemas y contradicciones al Estado. No hay defensa netamente política en este juicio, pero el resto de defensas –Vila y Forcadell, pues menos; son defensas también sexis e interesantes, si bien por ahora menos espectaculares–, parecen lastradas por una contradicción. Sí, el Estado la metió hasta el cuello, pero sus defendidos se metieron en un berenjenal, y todo ello mintiendo. Mintieron a su sociedad. Mucho. Constantemente. Lo que quita brillo a los momentos de discurso político que protagonizan en el juicio. Lo que resta efectividad a unas defensas que destapan menos contradicciones en el Estado que Melero. Sobre cómo lo pretendidamente político está afectando a las defensas: dos miembros de la CUP esta semana se han negado a testificar. Eso no es un derecho político, sino un hecho, diría, incívico. Eran testigos de la defensa. Pero no han llegado a testificar. No han ayudado a las defensas, por tanto. Su decisión, no obstante, se ha celebrado en el procesismo como un acto épico que bla bla bla.
LA TELE. El procesismo suple la exposición a la realidad que podría suponer el juicio explicando otro juicio. Otro juicio en el que la defensa de Melero es política, y similar a la de los otros defendidos, héroes civiles, y no otra variación de político esp psicópata, con acusados que se desdicen de sus hechos y promesas. Para ello, el juicio se retransmite en franja de mañana y tarde –las franjas de la propaganda; las franjas descubiertas por Goebbels tras lo de Stalingrado; las franjas en las que, en los 90's y los primeros 2000, se formuló el constitucionalismo–. Y a lo retransmitido se le dota de opinión, de épica democrática. Como en las retransmisiones de post-atentados en los 90's y en los primeros 2000. Sigue sin haber pista de aterrizaje para el procesismo. No lo es el juicio. Igual lo es la victoria de ERC en las autonómicas, cuando lleguen. PDeCAT ya velará para retrasarlas. Y para seguir explicando este juicio como lo que no es. Y lo que no fue.
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí