Los modelos familiares más abiertos y flexibles, determinantes en la igualdad educativa
Los jóvenes que conviven en estos entornos arrojan mejores resultados académicos, mientras que los centros donde es común este modelo son más equitativos en sus calificaciones
CTXT / Observatorio Social ‘la Caixa’ 24/05/2019
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Implicarse en el proceso educativo de los hijos, motivarles o fomentar su trayectoria escolar tiene efectos positivos en el desarrollo académico, cognitivo y social de los menores. Pero no solo importa el cuánto, sino también el cómo. Así lo asegura el estudio La implicación familiar en la educación: una herramienta de cambio. Según la investigación, los estudiantes que viven entornos familiares más comunicativos y flexibles arrojan mejores resultados que aquellos que crecen en hogares más controladores y directos.
El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Oviedo y de Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias, señala que estas tendencias en los menores se trasladan, además, a niveles superiores, como es el caso de los centros educativos. De esta forma, aquellas escuelas donde predominan los alumnos de familias con un estilo más abierto pueden tener hasta 20 puntos de diferencia en los resultados respecto de aquellos donde el modelo es menos comunicativo y cerrado.
Según los autores, los distintos tipos de implicación de los padres en la educación de sus hijos también tienen efecto en la propia equidad de los centros, siendo las escuelas con entornos familiares más flexibles las que cuentan con menores diferencias en los resultados académicos de su alumnado.
La motivación individual no es, en cualquier caso, la única forma de implicación que pueden tener los padres en la trayectoria académica de sus hijos. La participación de los progenitores dentro de las escuelas, acudiendo a reuniones o prestando su colaboración, también influyen positivamente.
Teniendo en cuenta que más del 90% del alumnado percibe un apoyo constante de su familia en los estudios –especialmente de las madres–, analizar los estilos y modos de implicación de los progenitores ofrece, según los investigadores, una mejor predicción de los efectos positivos y negativos de los ambientes familiares en el rendimiento de los alumnos.
Así, los progenitores más controladores tienden a centrarse por ejemplo solo en la tareas escolares: hasta un 60% de los alumnos asegura que al menos uno de sus padres revisa de forma habitual si realizado los deberes, y cuatro de cada diez jóvenes reconoce que recibe ayuda con sus tareas casi a diario. Por su parte, los padres más comunicativos optan por centrarse en otros aspectos como las relaciones personales, la motivación o la autonomía.
Precisamente, trasladar estos perfiles y sus variables –nivel de control y nivel de comunicación– al conjunto del alumnado de los centros permite apreciar, de forma más amplia, la idoneidad de un modelo u otro de implicación.
Los resultados del estudio indican que aquellos centros donde predominan los perfiles parentales más controladores y menos comunicativos tienen un promedio de puntuación en lengua castellana de 490 puntos. En el otro extremo, las escuelas donde los perfiles son menos controladores y más comunicativos ascienden la calificación media a los 509 puntos. Una diferencia de casi 20 puntos que muy similar si se analizan los índices de equidad de los centros.
Es decir, son los centros donde acuden alumnos con padres más flexibles y abiertos los que arrojan mejores resultados educativos y una menor brecha en el desempeño de los alumnos.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto La implicación familiar en la educación: una herramienta de cambio, de Rubén Fernández Alonso, Marcelino Cuesta y Pamela Woitschach, de la Universidad de Oviedo, y Marcos Álvarez-Díaz, de la Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.