ANÁLISIS
“Los periodistas son las mayores prostitutas del planeta”
El líder de la extrema derecha austriaca pronunció esta frase cuando negociaba con unos falsos inversores rusos. El ‘Ibizagate’ acaba con la coalición ultraconservadora
Julieta Rudich 26/05/2019
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Un video filmado en Ibiza con cámaras ocultas ha puesto fin a la participación de la extrema derecha en el Gobierno de Austria. Así termina la coalición de conservadores y ultraderechistas que tenía en vilo a media Europa. La alianza ha durado un año y medio en el poder. Es la segunda vez que fracasa el Partido Popular Austriaco (ÖVP) en su intento de gobernar con el Partido de la Libertad (FPÖ), de fuertes connotaciones racistas, xenófobas y autoritarias.
El golpe asestado a los ultras llega en un momento en el que los partidos euroescépticos se coordinan para ampliar su poder en Bruselas mediante las elecciones al Parlamento Europeo que se celebran el domingo. El descalabro del FPÖ, hasta ahora un modelo admirado por las corrientes de la así llamada “nueva derecha”, podría marcar a nivel internacional un punto de inflexión en el trato, hasta ahora condescendiente, que los partidos tradicionales dan a estas formaciones que atacan los fundamentos de la UE. Los frentes se endurecen.
Una de las primeras en comentar el asunto fue la canciller alemana. Angela Merkel advirtió que urge “combatir decididamente” ciertas “tendencias” que atentan contra “las minorías indefensas, los derechos humanos elementales, y en las que la política comprable juega un papel importante”. La jefa del partido CDU, y posible sucesora de Merkel en el Gobierno alemán, Anegret Kramp-Kawesbauer, dijo que el video es “una prueba de que los populistas de derecha en toda Europa están dispuestos a vender los intereses de sus países en provecho propio. A esa gente no se le debería permitir asumir responsabilidades en Europa”.
La publicación del video, el viernes 17 de mayo, fue un bombazo. Un día después se vio obligado a dimitir el número dos del Gobierno de Austria, el vicecanciller Heinz-Christian Strache, líder del FPÖ desde 2005. El video, realizado en una operación encubierta, mostraba al político ofreciendo a una supuesta magnate rusa la concesión de contratos de obras públicas a cambio de respaldo electoral.
Horas más tarde, el canciller Sebastian Kurz, del Partido Popular (ÖVP), anunciaba la convocatoria de elecciones anticipadas, para júbilo de miles de manifestantes que reclamaban el fin de la coalición gubernamental. Y el 20 de mayo dimitían los ministros del FPÖ a cargo de Interior, Defensa, Asuntos Sociales, Infraestructura y Transportes. Las elecciones anticipadas están previstas para principios de septiembre. Hasta entonces manejará el rumbo de la República un gabinete de transición constituido por “expertos y expertas”, anunció el presidente Alexander van der Bellen.
Desde la oposición, el Partido Socialdemócrata (SPÖ) y el minoritario partido ecologista “Ahora”, de Peter Pilz, preparan un voto de desconfianza contra el jefe de Gobierno, Sebastian Kurz. El joven político, de 33 años de edad, un talento en márketing, goza de amplia popularidad, sobre todo desde que decidió poner en el centro de su argumentación el combate a la inmigración ilegal, a la par con sus socios ultraderechistas en la coalición, perfilándose como antagonista de Angela Merkel. Al pactar con los ultras, el joven líder del ÖVP legitimó al FPÖ , al que otorgó ministerios especialmente delicados como Interior y Defensa. La extrema derecha llegó a controlar así, además de la vicecancillería, las tres instituciones de servicios de inteligencia del país. Esta circunstancia condujo a que los servicios de Alemania expresaran en público su desconfianza hacia sus pares austriacos.
En lugar de admitir el fracaso de su proyecto de Gobierno en alianza con el FPÖ, Kurz reaccionó al “Ibizagate” diciendo que había aguantado ya demasiadas cosas insoportables por parte de su socio. Una de las “cosas” a las que se refiere Kurz está relacionada con los atentados cometidos el 15 de marzo de 2019 contra dos mezquitas en la localidad de Christchurch, Nueva Zelanda. Después de la tragedia, en la que murieron 51 personas, se descubrió que el terrorista, Brenton Tarrant, de ideología racista, estaba vinculado al grupo de los llamados “identitarios” que promueven la xenofobia en Austria. El ministro del Interior, Herbert Kickl, era uno de los miembros del FPÖ más cercanos a ese grupo neofascista.
Una reunión de 7 horas en una casa de Ibiza
El vídeo comprometedor fue enviado de forma anónima a dos medios de prestigio de Alemania: el semanario Spiegel y el diario Süddeutsche Zeitung. Después de inspeccionar el material y comprobar su autenticidad, ambos periódicos publicaron fragmentos de la filmación el 17 de mayo, y dieron a conocer por escrito otras escenas que aún no han permitido ver. La grabación, de buena calidad de imagen y sonido, da a conocer de qué se habló en una reunión que fue filmada dos años antes en una casa de vacaciones en la isla española de Ibiza.
El jefe del FPÖ, Heinz-Christian Strache, no sospecha que está cayendo en una trampa cuando, en una tarde calurosa de julio de 2017, a solo tres meses de las elecciones generales austriacas, es invitado a una magnífica residencia ibicenca de paredes blancas y amplia piscina.
La anfitriona es una supuesta multimillonaria rusa que quiere invertir en Austria unos cuantos millones de euros de procedencia ilícita, y su idea es comprar con estos fondos parte de un periódico austriaco muy popular. Se hace llamar Alyona M. y dice representar a su tío, un oligarca cercano al presidente ruso Vladimir Putin. La reunión es informal, se ve a los invitados bebiendo vodka y Red Bull, comiendo sushi y carpaccio. Al líder austríaco de la ultraderecha lo acompaña su hombre de confianza y figura clave de su partido, Johann Gudenus, que estudió en Moscú, habla ruso y es quien estableció el contacto.
Viendo las imágenes, nada indica que se trate de una operación encubierta. Pero tanto la mansión como los autos de lujo estacionados a la entrada fueron alquilados para dar mayor credibilidad a una farsa en la que los anfitriones están desempeñando un rol ficticio. A juzgar por la soltura con que se expresa el austriaco Strache, todo indica que se siente cómodo y no imagina que sus interlocutores son agentes encubiertos. Sin pelos en la lengua, el político y en ese momento candidato a jefe de Gobierno de Austria demuestra su buena disposición a recibir donaciones ilegales para su partido y se declara favorable a manipular a la prensa. La escena, por ridícula que parezca, acaba convirtiéndose en un alarmante testimonio de las pulsiones antidemocráticas de un líder de ultraderecha que conseguiría llegar al poder mediante elecciones democráticas unos meses después de esa fatídica reunión ibicenca.
Las seis cámaras y los micrófonos invisibles, instalados con precisión y distribuidos en varios ambientes de la casa, registran las casi siete horas que dura la conversación.
Despedir periodistas y colocar otros, “formados por nosotros”
Después de tomar un aperitivo en la terraza, el grupo pasa al salón y es allí donde se plantea la posibilidad de que Alyona M. adquiera acciones del diario Kronen Zeitung, un periódico amarillista que leen cada día dos millones de personas en un país de 8,7 millones de habitantes. Se ve a Strache entusiasmado ante la idea de controlar el diario más influyente de la nación a través de los magnates rusos. El Kronen le podría servir de instrumento propagandístico. “Si unas dos o tres semanas antes de las elecciones hay chances de que este diario nos impulse, eso tendría un efecto que los otros partidos no tendrían. Entonces no alcanzaremos ya el 27% sino el 34 % de los votos… En cuanto ustedes hayan adquirido el periódico, nos reunimos y ponemos las cosas en claro… Habrá que despedir a tres o cuatro periodistas y colocar otros cinco que nosotros formaremos”, dice Strache, y agrega: “No será difícil… Los periodistas son las mayores prostitutas del planeta”.
En esta parte de la conversación, el político austríaco anuncia sus intenciones de transformar “el paisaje mediático” siguiendo el modelo de Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, conocido por su política autoritaria y ultranacionalista, que gobierna su país manteniendo el control sobre los medios públicos y privados, haciendo acallar así las voces críticas. Strache también habla acerca de sus planes de seguir el modelo de Orban, reformar la ley de medios que regula la radiotelevisión pública de Austria y privatizar parte del ente público.
Fumando un cigarrillo tras otro y comiéndose las uñas, el líder del FPÖ da a entender a los rusos que les iría muy bien si triunfara en Austria la ultraderecha. En recompensa por el respaldo en la campaña electoral, Strache les sugiere fundar una empresa constructora, a la cual él, en caso de llegar al poder, adjudicaría contratos de obras públicas. “Tenemos un gigantesco volumen para transformaciones de infraestructuras… Si se nos presenta una buena oferta, yo seré el primero en decir que se le adjudiquen encargos”, promete el político austriaco, que se definía como el más limpio y azote contra la corrupción.
La falsa magnate rusa advierte reiteradas veces que sus fondos no son “completamente legales”, pero Strache no se muestra reacio a recibir dinero de proveniencia ilícita para alcanzar el poder. Resulta paradójico que más de una vez se le escuche decir que todo tiene que llevarse a cabo en un “marco de legalidad”, lo que no le impide aconsejar a su interlocutora hacer donaciones a su partido a través de asociaciones sin fines de lucro, para así burlar los controles del Tribunal de Cuentas. A fin de resultar convincente, indica que hay ya grandes inversores que utilizan esta vía de financiación del partido ultraderechista, y cita al fabricante de armas Gaston Glock, a un especulador inmobiliario y a otros empresarios multimillonarios. Todos éstos se apresuraron a desmentir estas aseveraciones apenas estalló el “escándalo de Ibiza”.
Alcohol en juego: el precedente Haider
Al renunciar el 18 de mayo a todos sus cargos (de vicecanciller y líder del FPÖ), Heinz-Christian Strache respaldó sus excusas diciendo que corrió mucho alcohol en aquella cita en Ibiza. Argumentó que se comportó como un “adolescente envalentonado” en “típica pose machista” para impresionar a su atractiva anfitriona. Se disculpó ante su propia esposa en público y dijo haber actuado de forma irresponsable.
También hubo alcohol en juego en el fin de la carrera del antecesor de HC Strache al frente del FPÖ. El carismático Jörg Haider murió alcoholizado al volante el 11 de octubre de 2008. Fue el primer líder de un partido de la derecha radical que consiguió integrarse al Gobierno de un país europeo después de la II Guerra Mundial. Ocurrió en el año 2000, también en aquella ocasión con la ayuda del centro-derecha (ÖVP). Y también entonces la coalición se rompió antes de finalizar la legislatura.
Pero el FPÖ ya se había ganado la admiración de otros movimientos ultranacionalistas porque había superado su aislamiento. Haider logró quebrar el tabú, el acuerdo tácito que impedía a los partidos tradicionales en toda Europa aliarse a movimientos políticos racistas que despreciaran los principios y las instituciones democráticas, como otrora lo hicieran los nazis. Hoy en día el panorama es otro: son muchos los Gobiernos de países europeos que incorporan en sus filas a partidos derechistas que instrumentalizan la xenofobia, ponen en riesgo conquistas sociales y derechos humanos y socavan fundamentos ideológicos de la Unión Europea.
Viena se vistió de fiesta
La expulsión de la ultraderecha provocada por el video de Ibiza puso a media Viena de fiesta. Las expresiones de euforia fueron múltiples. Uno de los más tradicionales cafés de Viena, el Eiles, invitaba a los parroquianos a una copa de prosecco para celebrar “la buena onda de Ibiza”. Para amplios sectores de la población de Austria, ha sido el fin de una pesadilla. En solo año y medio, con el FPÖ marcando la agenda a un ÖVP doblegado a las imposiciones de la ultraderecha, el país empezaba a padecer un fuerte deterioro, incluso en su hasta ahora sólido y tranquilo esquema de seguridad social.
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Autora >
Julieta Rudich
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