EL DECAMERON (XXIII)
Jornada vigesimotercera. Covid-P de la M
En Italia se pactó que el PCI no entrara jamás en el Estado. En Esp se pactó, parece, que ese articulario eurocomunista no saliera jamás del Estado. Se trata de enviar a la basura ese pacto. Que Italia envió al guano en los 90
Guillem Martínez Madrid , 6/04/2020
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1- Sí hace un par de semanas les dije que estamos viviendo una Edad de Oro de las ex, ahora, chorrocientos días después, podemos hablar propiamente de una Edad de Platino. Las llamadas se suceden y crecen. Sin ir más lejos, hoy me ha llamado Lulú, mi ex-geranio. Ha vertido melancolía y, una cosa ha llevado a la otra, hemos acabado practicando telesexo. Es decir, polinizando. Algo aburridísimo. Una buena polinización para una planta –un polinizazo, dicen ellas– puede durar 15 días, por lo que a los 15 minutos he acabado fingiendo un polinigasmo. Y arreando. Luego, me ha llamado mi Roomba. Ser frío –una máquina, no te digo más–, ha vertido melancolía y, una cosa ha llevado a la otra, me ha endiñado los papeles del juzgado para una paga compensatoria. Por lo demás, he seguido con mis prácticas deportivas en mi micro-piso. Hoy, traineras. En eso han llamado a la puerta. Pom-pom. Era La Muerte y tres amigotes suyos. Todos a caballo. “Hola, Martínez, ¿dónde podemos aparcar los caballos?”. Le digo que en las Quimbambas. “Preferimos el belvedere”, me dice, la cachonda. Que si pueden quedarse unos días. Que vale. Les he invitado a comer. Meditación: nunca invites a comer a cuatro esqueletos, que lo dejan todo perdido y, tal y como están mis relaciones con mi Roomba, eso es un desastre. En la comida –saumon à l'oseille et à la manière des frères Troisgros–, los tres jinetes se me han presentado, para romper el hielo. El del caballo bermejo ha dicho: “Yo soy La Guerra”. La verdad, acojona. El del caballo negro: “Yo soy El Hambre”. La verdad, acojona más. Por fin, ha tomado la palabra el del caballo blanco, sin duda el más duro. Ha dicho: “Yo soy el cuarto jinete del Apocalipsis”. Momento en el que, para hacer una pausa dramática que nos ha dejado de pasta de boniato, ha bebido un chupo de mi Chablis Louis Moreau, que ha caído, chof, al suelo a través de su mandíbula. Después, con la parroquia entregada y temerosa, ha proseguido: “Yo soy Los Leotardos de Polifibra”. Hemos gritado de terror todos, y eso que el resto le conocían de toda la vida. Bueno, ya les iré explicando.
2- La cosa está mejorando. Puede ser. Es a ojímetro. En todo caso, no hay estadísticas. Las CC.AA. pasan del peluquín. Supongo que para evitar concienciación de muertes. Y posibles responsabilidades penales, ya puestos. Ambas cosas, en los geriátricos, sobre todo. Que se sepa. ¿Ha fallado el federalismo? No. No lo hay. Es más, donde lo hay, ha funcionado. En Alemania va a tutiplén, coordinados por la autoridad sanitaria. En los USA, sin coordinación posible, ha posibilitado que algunos estados actúen con mayor premura y acierto que los chupatintas de Washington. Lo mismo ha pasado en los EE.UU. de México, donde algunos estados han acotado el desparrame de su presi, y en Brasil. Este fallo local –no es un fallo; es una patología; un peligro en una epidemia– indica un sistema decadente, también en crisis, unas administraciones territoriales que, acostumbradas a una escasa competencia, carecen de ella, cosa que solventan con discursos propagandísticos, patriotismo y paracientíficos. MAD, en ese sentido, no se diferencia de Cat, salvo en la intensidad.
3- La ausencia de colaboración, ese indicio de decadencia política en un sistema, es, por otra parte, planetario. La ONU no ha hecho ningún pleno extraordinario. Sí, no serviría para nada. Pero quedaría mono. Que no se haya hecho, en una pandemia sanitaria y económica, canta. La Traviata. Los Estados no colaboran, salvo para proceder a mentir en sus estadísticas, y para emitir sálvense-quien-puedas. No hay líder planetario que abra la boca de la cara. En Europa, la situación es peor, en tanto contradice la propaganda oficial de años. No hay foros. La Internacional Socialdemócrata no existe. No hay intercambio de ideas o palabros en la cosa Liberal, Popular o Demócrata-Cristiana. Las derechas populistas emiten, sí. Pero no ideas. La sensación es que hay mayor aislamiento entre los Estados europeos que en los 70. Sí, está la UE. Pero como el Jinete del Apocalipsis de los Leotardos de Polifibra, da canguelo. Los Estados europeos no sólo no intercambian carbón y acero, sino que se mangan las mascarillas. El Sur –Sur = eurobonos + Plan Marshall– carece de voz, si exceptuamos a Conte. Lo que no tranquiliza. Por ausencia de otra persona, ese rol puede ser asumido por Sánchez. Este domingo publicó en El Paísun articulete, sencillo como un botijo, en el que planteaba una agenda europea básica, explicable, batallable. Parece, no obstante, que no quiere tirarse al ruedo. No entiendo de toros, pero me parece que un ruedo es un sitio redondo en el que puedes triunfar. O morir.
4- La cosa está malita. Un informe de Deutsche Bank plantea dos escenarios inmediatos. Uno más chungo que el otro. Aquí hemos venido a divertirnos, por lo que les cantaré el mega-chungo, el Deutsche Bank en modo Cuatro Jinetes propone una caída media del PIB europeo del 16%. En Alemania, que están más cachas, del 10%. En Esp, del 18%. El paro en la eurozona sería del 15-20%. Italia brillaría con una deuda atroz, y Esp lo haría con el mercado de trabajo más pulverizado del continente. El principal banco europeo –los malos, vamos– propone eurobonos, un seguro de desempleo común y algo parecido a una unión fiscal. Así está el patio.
5- Este informe propone lo que algunas voces –de derecha e izquierda– proponen. Una refundación. La refundación del capitalismo esa que Sarkozy proponía en 2008. No se hizo. Se decidió refundar la banca en algunos países. Y colonizar Grecia. Se decidieron recortes. Epidemia. Literalmente –por los recortes, desapareció la inteligencia sanitaria ante una epidemia, y la posibilidad de salvar a más personas de los grupos de edad más afectados; en Cat y MAD, por ejemplo, se ha decidido matarles; o, al menos, se ha hecho–. Una juerga, vamos.
6- Una refundación –y esto, me temo, es lo que más la dificulta– es un cambio cultural. Algo inasumible en algunos tramos biográficos. Y en biografías enteras, educadas para una cultura que no contemplaba para nada ese cambio. Me temo que afecta al grueso de la cultura europea. Culturas, no obstante, sensibles al cambio cuando el destino te pone un cuchillo en el cuello. Como parece que hace el Deutsche Bank. Quizás en Esp eso no pasa. O, al menos, aún no pasa. Debe ser el carácter calderoniano. O las derechas salvajes y gagás locales. El PSOE, esa mole, parece haber cambiado, al menos. Y con rapidez.
7- El termómetro de todo ello es la cosa Pactos de la Moncloa que se ha empezado a emitir estos días.
8- Los P de la M que se pretenden, diría, no son unos P de la M 2.0. O, si lo son, estamos perdidos. Por lo que es injusto llamarlos P de la M. Es como si en Nuremberg se firmara un Plan Marshall, la creación de eurobonos, y una fiscalidad común y, a todo ello, se le llamara Leyes de Nuremberg.
9- Diferencias P de la M de la actual edición. Los propone una coalición de izquierdas. Y no el posfranquismo. El rol involucionista fáctico, en esta edición, no es tanto el Ejército, sino el mundo financiero –más Deutsche Bank/sensible a la realidad que el político local, lo que tampoco es necesariamente mucho localmente, ahora que lo pienso–, y la Justicia. En aquellos pactos se limitó el margen de la oposición al franquismo posible que participaría en la Transi. Desapareció, zas, la mayor central sindical de aquel momento, la CNT. Sobre la que –se dice rápido– luego se aplicó terrorismo de Estado. Se domesticó al PC, que se hizo responsable del Estado, ese irresponsable. Del que nunca se responsabilizan, por cierto, las derechas esp. Salvo el PNV en ocasiones. Aquellos pactos, en fin, modularon la Transi. Hay, en fin, generaciones que vieron las estrellas con aquellos pactos, entre las que me incluyo, y que jamás podrán escuchar hablar de ellos sin que se les erice el vello. Supongo, por tanto, que llamarlos P de la M es un intento de fascinar a las derechas utilizando un mito suyo. Lo que, a su vez, explica el carácter cerrado de las derechas locales. Con la que está cayendo, aún hay que seducirlas para que vean que todo ha cambiado, que los discursos políticos de hace tres semanas han desaparecido. De la realidad, al menos.
10- La cosa está así. Los ingresos fiscales van a caer en picado. Ñaca. Y el gasto va a subir como para una boda. El endeudamiento crecerá hasta el 10%. Algo asumible, con el precio del dinero actual. Es sostenible. Durante un añito. Ese es el margen de tiempo para que la UE se estire o se desintegre. En casa somos partidarios de que se estire, de que no abandone a los Estados malitos a sus dinámicas. Que en Esp, por tradición, serían involucionistas. Fijo. Mientras eso llega, la idea es pactar un diagnóstico común. Pactar una refundación, asumible por la CE78 –con cuyo lomo el constitucionalismo nos pega en la frente desde hace décadas–, pero jamás practicada. Inasumible culturalmente para las derechas locales, diría. Pactar un cambio cultural, vamos. Que atienda a dos cacharros. El aumento del gasto hasta proporciones de economía de guerra –el 20% o más; económicamente, no sanitariamente ni políticamente, esto es una guerra–. Y la lucha contra la temporalidad, la lacra y la esencia desestabilizadora y de desplome del mercado laboral esp. Para ello sería conveniente desprecintar los tramos sociales de la CE78. Inútiles, testimoniales hasta hoy. En Italia se pactó que el PCI no entrara jamás en el Estado. En Esp se pactó, parece, que ese articulario eurocomunista no saliera jamás del Estado. Se trata de enviar a la basura ese pacto. Que Italia envió al guano en los 90.
11- Es un cambio. Un cambio en las derechas e izquierdas locales. Con el que ambos packs pierden sus zonas de confort. Las izquierdas pierden su discurso sentimental y asentado en el léxico, pierden la posibilidad de jubilarse en Gas Natural, y tienen que afrontar un discurso económico, arriesgado. Las derechas a su vez, también pierden. Pierden su programa anterior –austeridad, neolib, confusión Estado-empresa, sobres–. Pierden su programa actual –Gobierno de Unidad Nacional, y superar el marrón de la crisis que se avecina con bandera y leña al mono, que es de goma–. Pero ganan centralidad, capacidad de reformularse para varias décadas. Porque, supongo, sabían que el neolib, ese fuego que todo lo quemaba, no era, en tanto que fuego, para toda la vida. Pueden optar, por así decirlo y en fin, por un momento, Adenauer después del yuyu. El neolib –salgan a calle y véanlo; ay, no, que no pueden– es eso. Yuyu.
12- Casado se ha pronunciado en contra de ese pacto que excluye sus planes de pasado y de futuro. Denle tiempo. Hasta ver que eso es lo que sucede en toda Europa. Si aún sigue así tras el tiempo, córtense las venas. En la ya tradicional reunión de los domingos, Sánchez propuso la cosa P de la M a los presis autonómicos, esa cosa que no existía en el 77. Los chicos PSOE, que sí. Los chicos PP, que algunos. PNV, importante, que no. No obstante, ha argumentado que en ese pacto debería contemplarse la cosa territorial, congelada desde el 81. JxC –no importante, hace años que de Cat no sale nada que no sea propaganda, ni que tenga dos dedos de frente–, que no.
13- Casandra –piticlín-piticlín– me habla, por cierto, de esa reunión de los domingos con presidentes dados al fake estadístico. “En los USA, cuando la Gripe A, hubo varios Estados republicanos que se aplicaron al fake. Obama acabó con ello retransmitiendo esas reuniones en directo”. Mola Casandra. Pregunto a Casandra por otra cosa que se habló en esa reuni. La confinación de enfermos asintomáticos en hoteles, polideportivos y campos de concentración para japoneses en Nevada. Como ven, esa idea no me cae muy bien. Casandra, no obstante, ve la medida positiva. Al decirlo, cierra sus párpados y sus pestañas, que son como pai-pais, y crean una corriente de viento que hace volcar un petrolero en el Pacífico.
14- “No es un abuso de derecho si sirve para salvar vidas y no se plantea sine die, se hace con evidencia científica y se complementa con tests, esa cosa de la que no hay producción masiva, ni siquiera en Alemania. Es un escándalo, por cierto, que la privada disponga de esos tests, cuando la privada debería estar intervenida por las autonomías”. Tras jurar en arameo por MAD y Cat, Casandra prosigue. “Es una buena idea. En hoteles mejor, pues se garantiza WC individuales, que es lo que mola. Pero la medida sería infinitamente mejor si hubiera objetivo, si fuera por grupos vulnerables. Seleccionar, a partir de censo, a mayores de 60 años, y personas convivientes y cuidadoras. En segundo lugar, otros grupos de riesgo: asmáticos, con EPOC, enfermedades pulmonares crónicas, enfermos vasculares y cardiovasculares, diabéticos y pacientes de oncología”.
15- Mañana más. Ahora voy a fregar el Louis Moreau 2018 –88,80 euros el botello, brrrrr, tirados– que impregna mi suelo. Los Cuatro Jinetes, esos mamones, van por la segunda caja.
1- Sí hace un par de semanas les dije que estamos viviendo una Edad de Oro de las ex, ahora, chorrocientos días después, podemos hablar propiamente de una Edad de Platino. Las llamadas se suceden y crecen. Sin ir más lejos, hoy me ha llamado Lulú, mi ex-geranio. Ha vertido melancolía...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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