Miren Gorrotxategi / Candidata a lehendakari por Elkarrekin Podemos
“No hay que ser muy astuta para ver que el PNV es el vocero de la patronal”
Gorka Castillo 5/07/2020
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Miren Gorrotxategi (Durango, 1967) es una fustigadora de conciencias. Tal vez porque deja traslucir su contumaz idealismo o, quizá, porque asume su papel de brújula para dejar atrás las discordias que han trazado la trayectoria de Elkarrekin Podemos desde que la formación resultara la más votada en el País Vasco en las elecciones generales de 2016. Como candidata a lehendakari por la formación morada, esta doctora en Derecho Constitucional por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) especializada en justicia social, tiene ante sí una tarea descomunal donde poner en práctica sus habilidades contra la desigualdad rampante pero sin perder un ápice su fama de “optimista y metódica”. Algo que parece insólito en unos tiempos en los que sigue siendo necesario luchar a brazo partido contra la evidencia y es que, en estas elecciones inminentes en Euskadi “vuelvan a gobernar los de siempre”. Gorrotxategi no oculta su frustración por el candado mediático que se ha echado al dramático derrumbe del vertedero de Zaldibar desde hace cuatro meses “en el que hay responsabilidades políticas pero también criminales”, afirma sentada en una austera oficina de la sede de su partido en Bilbao. Cree profundamente en las posibilidades de desbancar al PNV del gobierno si socialistas y EH Bildu aceptan su oferta de conformar una mayoría de izquierda. Algo difícil de imaginar, tal y como evoluciona esta campaña atípica donde el miedo a la crisis venidera se ha convertido en la receta más predicada desde la poderosa patronal vasca y sus aledaños. Preocupada por estos mensajes intencionados, esta aguerrida mujer de ojos vivaces concluye: “No hay que ser muy astuta para ver que el PNV es el vocero de Confebask”.
¿Con qué objetivos llega Elkarrekin Podemos a estas elecciones atípicas?
Es innegable que las circunstancias son excepcionales. Pero no solamente por la crisis sanitaria y económica, sino porque van a celebrarse en un contexto poco favorable, muy poco propicio para una contienda electoral. Nosotras hubiéramos preferido esperar a que terminara la desescalada para decidir si realmente podíamos afrontar un proceso electoral con todas las garantías y, entonces, poner una fecha.
Entonces, ¿cree que no hay garantías?
Podían haberse trasladado perfectamente a septiembre u octubre. Además de la seguridad, temíamos que el PNV aprovechara la situación derivada del confinamiento en un estado de precampaña constante, como así ha sido. Ha hecho una utilización brutal de todo su aparato propagandístico, con buena parte de los medios de comunicación a su disposición y una estrategia de intervención política dirigida a obtener una mejor posición electoral. El ejemplo puede encontrarlo en la apertura de la frontera con Cantabria. Se produjo dos días antes que en el resto del Estado pero, mira usted por dónde, Revilla, que habla mucho, reveló que había sido Urkullu el que le había insistido para adelantarse a la “nueva normalidad”. Todo lo que ha hecho el PNV a lo largo de los últimos meses ha sido una campaña incesante, incluso en el Congreso de los Diputados. En una de sus últimas comparecencias, el lehendakari desgranó el contenido de cada una de las 14 reuniones que ha mantenido en las conferencias de presidentes durante la pandemia para construir una narrativa electoralista pura y dura.
¿Por qué cree que la fecha del 12 de julio beneficia al PNV?
El retorno a las aulas será complicado y vamos a necesitar más recursos para garantizar la seguridad pero el PNV ya ha decidido que lo mejor es reducir las plantillas
Convocar unas elecciones en pleno estado de alarma no es lógico. Es una contradicción en sus propios términos pero tenían prisa por celebrarlas cuanto antes. En mi opinión, se debe a que el conocimiento que tendremos los ciudadanos sobre su gestión de la crisis será mayor en septiembre o en octubre y eso no les beneficia. Ahí tenemos la educación. En septiembre comienzan las clases y nadie sabe aún cómo se va a organizar el sistema público. Sin embargo, el Gobierno vasco ya ha remitido a las direcciones de las escuelas la relación de puestos de trabajo para el próximo curso y lo que se aprecia es que habrá recortes. Es una muestra de sus intenciones. Todos sabemos que el retorno a las aulas será muy complicado y que vamos a necesitar muchos más recursos de los que se han empleado hasta ahora para garantizar la seguridad pero el PNV ya ha decidido que lo mejor es reducir las plantillas en la escuela pública.
¿Teme que estos recortes afecten al sistema educativo público?
Un estudio de Save The Children sobre el impacto del confinamiento en la educación infantil advierte que el llamado “olvido veraniego” –el deterioro de conocimientos y habilidades aprendidas durante el periodo estival– será mayor que otros años y afectará especialmente a la infancia en situación de vulnerabilidad porque, en muchos casos, no han contado con los medios necesarios para acceder a la educación a distancia impartida estos meses. Por lo tanto, será necesario implementar más recursos para reforzar el sistema público, no reducir los que ya había. Es un hecho indiscutible.
El Gobierno vasco tanteó la posibilidad de acabar este curso educativo de forma presencial.
Porque formaba parte de la sensación de falsa normalidad que el PNV trata permanente de trasladar a la gente. ¿Por qué? Porque cuando la Consejería de Educación tomó la decisión de abrir las escuelas estábamos en pleno debate sobre si se podía o no convocar elecciones durante el estado de alarma y el objetivo del PNV era mostrar que en Euskadi había normalidad. La primera consecuencia de la pandemia fue cerrar las escuelas, antes incluso del confinamiento general. Por eso, su apertura también era algo simbólico e indicativo de una situación de normalidad.
El lehendakari también era partidario de flexibilizar la actividad productiva para minimizar el impacto económico de la pandemia. ¿Qué opina?
En Euskadi se han vivido dos momentos clave durante el confinamiento que no gustaron nada al PNV. Uno fue cuando el PSOE y Unidas Podemos negociaron con EH Bildu un acuerdo para derogar la reforma laboral y para elevar el techo del gasto a todas las corporaciones locales para hacer frente a las necesidades provocadas por la covid-19.
Pero todos sabían que derogar la reforma laboral antes del fin del estado de alarma era técnicamente imposible
Sí, pero tiene un valor ideológico muy importante porque establece una intención política.
¿Cuál fue el otro contratiempo para el PNV?
Cuando el Gobierno de España decidió parar la actividad económica no esencial. A Confebask le sentó fatal. De hecho, me sorprendió muchísimo la reacción beligerante que tuvo la patronal vasca. Y ese enfado se trasladó al PNV y el lehendakari lo puso sobre la mesa de la conferencia de presidentes. No hay que ser muy astuto para ver que el PNV siempre ha sido el vocero de Confebask.
Al menos ustedes coinciden con el PNV en la organización interna. Los candidatos a lehendakari no presiden el partido
Claro, ¡hasta el enemigo tiene cosas buenas! (risas). Creo que esa diferenciación es muy importante. En Euskadi hay tradición en ese sentido. También EH Bildu tiene esa separación de liderazgos.
¿No es usted muy analítica?
Es que soy Virgo.
Pero, ¿cree en las predicciones astrales?
No, para nada. Pero me gusta Virgo. Es racional, ordenado y flexible (risas). Me hace gracia.
¿Se atreve a hacer un pronóstico para estos comicios?
No, porque siempre me parece que me quedo corta. Aspiro a ganar y luego ya veremos.
Pues los análisis preelectorales apuntan que el PSE puede beneficiarse del “efecto Pedro Sánchez” mientras que a Elkarrekin Podemos no le sucede lo mismo con el “efecto Pablo Iglesias”. ¿A cree qué se debe?
Habrá que verlo. Yo lo pongo en duda. Las encuestas no son votos pero, en todo caso, aún tenemos tiempo para explicar a la ciudadanía vasca que sin Unidas Podemos en el Gobierno de España difícilmente existiría ese “efecto Sánchez”. Si a alguien le corresponde capitalizar la gestión social es a Unidas Podemos.
Quizá en Euskadi no ha tenido tanto impacto el Ingreso Mínimo Vital (IMV) porque ya existe un sistema de protección social aceptable.
La Renta General de Inserción (RGI) es algo que el PNV pasea con orgullo por todas las plazas como si fuera una creación suya cuando, en realidad, se trata de una iniciativa legislativa popular presentada en su día por un movimiento ciudadano fuerte para que el poder público asumiera los ingresos básicos de los sectores más vulnerables. Por lo tanto, es un producto de la sociedad politizada vasca, no del Gobierno vasco ni del PNV. Me parece fundamental incidir en esto porque algunos se colocan medallas que no le corresponden. De hecho, desde la crisis de 2008 se han producido recortes muy grandes en la RGI. Y, por eso ahora, una de las demandas de los colectivos sociales en Euskadi que nosotros asumimos en nuestro programa es revertir esa política para equipararla al salario mínimo profesional, que es la filosofía original de la RGI.
¿Le parece insuficiente la RGI?
Me parece que ha disminuido la cobertura, no sólo en cuantía sino también en el número de potenciales perceptores que se queda fuera. Las exigencias burocráticas son muy duras. Hablas con gente potencialmente receptora y muchos te cuentan los enormes problemas que les plantea la administración, siempre con nuevas exigencias. Hay todo un protocolo de dilación desde que alguien solicita la RGI hasta que se la entregan. Y eso resulta muy estigmatizante, muy frustrante y muy deprimente. Hay miles de familias que viven en el umbral de la pobreza y que han quedado excluidas por un baremo de adjudicación tan exigente como el que se aplica aquí. En contraposición, ahora se ha puesto en marcha el IMV que, aunque de menor cuantía, tiene unos requisitos más ligeros y una amplitud mayor que la RGI.
La pandemia cubrió con un manto de silencio la tragedia ocurrida en febrero en el vertedero de Zaldibar. ¿Considera que la Administración está haciendo lo suficiente por esclarecerlo?
El tema vertederos es otro ejemplo de la gestión de servicios que deberían ser públicos pero que se han dejado en manos de empresas privadas. Como ocurre con las residencias de personas mayores. Aquí vuelve a aplicarse la lógica de la ganancia y se ha convertido en un campo ideal para las puertas giratorias en Euskadi con los resultados que todos estamos viendo. Lo de Zaldibar es dramático. Desde el 6 de febrero hay dos trabajadores desaparecidos y dos familias destrozadas. Lo más grave es que lo que allí ocurrió se veía venir. El atestado de la Ertzaintza lo describe como un agujero donde se echaba de todo y de cualquier manera. Por lo tanto, han fallado los controles públicos a la gestión de un negocio privado de residuos. Pedimos que se esclarezca completamente. Porque claro que hay responsabilidades criminales pero también políticas, que habrá que depurar.
¿Cree que el mensaje de Elkarrekin Podemos llega con nitidez a la sociedad vasca?
No gozamos de una visibilidad en los medios privados y públicos equitativa y proporcionada a nuestra representación institucional. Y no deja de ser un tanto paradójico
Es posible que nos cueste más que a otras formaciones llegar a la opinión pública. No gozamos de una visibilidad en los medios privados y públicos equitativa y proporcionada a nuestra representación institucional. Y no deja de ser un tanto paradójico porque, a diferencia del Estado español, en Euskadi está asentado el pluripartidismo y los gobiernos de coalición están normalizados desde hace años. En ese escenario surge Podemos, un partido de ámbito estatal que gana dos elecciones generales. ¿Por qué? Porque existe la necesidad de trascender esas pesadas “mochilas” que acarrean los partidos de izquierda en Euskadi.
Pero su espacio político parece que lo ocupa EH Bildu. El ejemplo es el acuerdo alcanzado en el Congreso para derogar la reforma laboral. ¿Qué le queda a Elkarrekin Podemos?
Bienvenidos sean estos acuerdos porque aquí llevamos 40 años de victorias electorales del bloque de izquierda pero siempre han gobernado las derechas. Por eso nuestro eje en esta campaña es resaltar esa gran contradicción para superarla definitivamente.
¿Considera posible que el PSE, Bildu y Podemos lleguen a un acuerdo de gobierno en Euskadi?
Fácil no es. Desde luego, al PSE le va a costar muchísimo. Pero también a EH Bildu, donde algunos de sus líderes siguen mirando al PNV para reforzar el polo soberanista de la política vasca. Tentaciones por parte de sus élites dirigentes hay muchas en ambos partidos. Pero no cejo en la propuesta porque soy muy cabezona. ¿Quién hubiera dicho hace unos meses que Podemos iba a estar en el gobierno de España después de que Sánchez revelara que no podría dormir tranquilo con Pablo Iglesias en el Consejo de ministros? Esa resistencia del PSOE a pactar con otra formación a su izquierda ideológica terminó cuando la realidad se impuso, es decir, que Vox ha llegado a 52 diputados.
A diferencia de Els Comuns en Catalunya o el resto de confluencias territoriales, en Euskadi nunca ha cuajado una corriente propia. ¿Por qué?
Podría simplemente negar esa atribución que algunas formaciones de ámbito autonómico nos hacen sobre que somos una sucursal de la dirección de Madrid. No necesitamos esas alforjas para seguir con nuestra aventura política en Euskadi y que, repito, nos llevó a ganar dos elecciones. Yo lo interpreto como la crítica facilona que hacen los partidos autonómicos para exagerar nuestras diferencias y convertirlas en algo peyorativo. Pero es puro electoralismo. No somos sucursal de nadie, se lo aseguro.
En más de una ocasión, su partido parece atenazado por las contradicciones, con muchas disputas internas y cambios en la dirección.
Somos un partido con un alto nivel de democracia interna.
Pero eso lo dicen todos los partidos.
Pero es mentira. En otros partidos son las direcciones quienes nombran a sus sucesores, toman las decisiones y marcan estrategias, empezando por EH Bildu y terminando en el PSOE. En nuestro caso no es así. Somos una formación donde las disputas y las contiendas son abiertas y donde los inscritos e inscritas tienen un papel clave. Por lo tanto, la dialéctica siempre será visible en Podemos. En nuestra cultura organizativa, creo que es un factor positivo aunque a veces pueda parecer que exacerbamos las diferencias.
Pili Zabala, excandidata a lehendakari por Podemos y hermana de una víctima del GAL, ha censurado con dureza la postura inicial de Podemos sobre la posibilidad de crear una comisión de investigación sobre el GAL.
UP no rechaza una comisión de investigación sobre el GAL. La verdad, la justicia y la reparación son la garantía de la no repetición
No ha entendido las palabras de Echenique, que sólo pretendió decir que sacar ahora el GAL resultaba sospechoso. Y me parece lógico porque su respuesta no fue afortunada. ¿Cómo lo va entender? El alcance de la respuesta de Echenique es mucho más amplio que la perspectiva de la cual surge. Y, sobre todo, después de que algún medio de comunicación local próximo a Bildu se hiciera eco en unos términos que no eran exactos. Lógicamente, a Pili Zabala le dolió mucho. Y a mí también. A todos nos dolió. Unidas Podemos no rechaza una comisión de investigación sobre el GAL. Esa es la verdad objetiva. Tenemos un líder como Pablo Iglesias que no ha podido ser más claro respecto al terrorismo de Estado y nunca ha hablado con tapujos sobre esta cuestión. La verdad, la justicia y la reparación son la garantía de la no repetición.
¿Por qué la cuestión de la “guerra sucia” contra ETA afecta más a Elkarrekin Podemos que al PSE?
Probablemente, porque a alguno le conviene destacar que por formar parte del Gobierno hemos cambiado de chaqueta. Para nada es así. Simplemente no es verdad.
¿Quién es Miren Gorrotxategi?
Uy, ¡Es una putada de pregunta! Pues soy hija de este pueblo, muy metódica y crítica con los demás y conmigo misma. Pero, sobre todo, me gusta ser feliz y hacer feliz a los de alrededor. Hay un lema en euskera con el que me identifico totalmente: Jan, edan ta pakea eman, es decir, comen, bebe y danos paz, que en castellano sería algo así como vive y deja vivir. Es precioso. Si esa leyenda la cumpliéramos todos, ¡seríamos de felices! Ahí reside el secreto de la vida.
Miren Gorrotxategi (Durango, 1967) es una fustigadora de conciencias. Tal vez porque deja traslucir su contumaz idealismo o, quizá, porque asume su papel de brújula para dejar atrás las discordias que han trazado la trayectoria de Elkarrekin Podemos desde que la formación resultara la más votada en el País Vasco...
Autor >
Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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